Los I¨ªmites del ¨¦xito
El 50% de los adolescentes de Estados Unidos no ha o¨ªdo hablar jam¨¢s del holocausto ni de los campos de exterminio nazis. Otro 22% dice que puede que el holocausto s¨®lo sea una historia, una ficci¨®n. Vista la situaci¨®n (y las estad¨ªsticas de chavales en ciertos pa¨ªses europeos no ser¨ªan muy diferentes) es seguro que la ¨²ltima pel¨ªcula de Spielberg servir¨¢ para reparar un error. Muchos chavales la ver¨¢n y se convencer¨¢n de que el holocausto ocurri¨®. Y la mayor¨ªa de ellos se conmover¨¢ y se sentir¨¢ horrorizada. La lista de Schindler ha ganado siete oscars y ha sido alabada hasta la exageraci¨®n por una aplastante mayor¨ªa de cr¨ªticos.Est¨¢ bien aclamarla, en la medida en que la pel¨ªcula hace que el holocausto resulte inolvidable. Y puede que esto explique la pr¨¢ctica unanimidad de la cr¨ªtica. Desgraciadamente, sin embargo, la pel¨ªcula, cargada de los valores dominantes de moda hoy en d¨ªa, tambi¨¦n consigue otra cosa. Rescata una verdad y la envuelve en ficci¨®n barata. Afirmar que esto ha sido necesario para llegar a un p¨²blico masivo (para convertirse en una bomba, como dicen en Hollywood) es falso y poco honrado. No es la simplicidad narrativa de la pel¨ªcula lo que se cuestiona, sino el hecho de que la narraci¨®n traicione la confianza que es necesario depositar en un gu¨ªa que afirma estar conduci¨¦ndole a uno, al igual que Dante, por el infierno.
Mientras rodaba la pel¨ªcula en Polonia, Spielberg recib¨ªa con regularidad v¨ªa sat¨¦lite las ¨²ltimas correcciones de los efectos especiales de Parque Jur¨¢sico. Y esto nos lleva al n¨²cleo del problema. Spielberg, con sus buenas intenciones y su verdadero don para la magia cinematogr¨¢fica, est¨¢ demasiado metido en la euforia del ¨¦xito de la desaparecida Twentieth Century como para ser capaz de realizar el necesario viaje a lo inenarrable que ocurri¨® hace 50 a?os.
No puede abandonar su propio tiempo: ese tiempo que ha dominado -en su campo- y del que se ha convertido en maestro. Es la mayor mina de dinero del cine de todos los tiempos. ?Es el autor de cuatro de las diez pel¨ªculas que m¨¢s recaudaci¨®n han obtenido en la historia del cine!
En pel¨ªculas como Encuentros en la tercera fase, ET, Indiana Jones, Spielberg mantuvo el contacto con una cierta imaginaci¨®n infantil que pervive en todos nosotros. Nunca olvid¨® aquello de lo que los ni?os (o, al menos, los ni?os bien) acusan al mundo adulto. Defendi¨® las esperanzas y la inocencia de los ni?os y les prometi¨® una comunidad mundial secreta, una fraternidad de los mismos juguetes. Y los juguetes tambi¨¦n estaban a la venta.
Pero no puede abandonar su ¨¦poca californiana porque, igual que un ni?o, no se da cuenta de que esa ¨¦poca tiene l¨ªmites. Cree que es interminable.
Puede reconstruir las calles de la Wroclaw de 1940. Puede duplicar los vagones reales de ferrocarril en los que los condenados eran llevados a la muerte. Puede encontrar a algunos de los pocos supervivientes y entrevistarlos. Lo que no puede hacer es imaginarse la vida en aquel mundo, entonces y all¨ª. S¨®lo puede -con intenciones serias y nobles- jugar con ello.
Todo se estropea, y toda la magia del juego desaparece con la elecci¨®n de la historia de Schindler como veh¨ªculo para una pel¨ªcula sobre el holocausto. Hace dos d¨¦cadas -dicho con m¨¢s exactitud, antes del triunfo mundial del dinero y el mercado libre-, nadie hubiera cometido tal error.
La verdadera vida de Schindler fue una historia extra?a. Este hombre, un playboy nazi que compr¨® una f¨¢brica en la Polonia conquistada, que utilizaba trabajadores esclavos, que hizo una fortuna y luego utiliz¨® la fortuna para comprar m¨¢s esclavos, esta vez para salvar a mil de las c¨¢maras de gas, es un personaje que, comprensiblemente, inspir¨® una novela a Thomas Keneally y que puede haber sido un tema v¨¢lido para una pel¨ªcula, pero no una pel¨ªcula sobre lo inenarrable. Esta conjunci¨®n tan err¨®nea es el s¨ªntoma del fracaso de Spielberg a la hora de imaginar la verdad m¨¢s all¨¢ de su propia ¨¦poca.
Durante m¨¢s de tres horas el espectador se siente atrapado sistem¨¢ticamente, entre Schindler y sus iniciativas, y la Soluci¨®n Final. No hay nada m¨¢s. En consecuencia, antes del horror del exterminio, s¨®lo vemos una fuente de salvaci¨®n: la posibilidad de ser un nombre inscrito en la lista de Schindler. Oscar Schindler puede hacer esta lista porque ha hecho monta?as de dinero.
Un d¨ªa sofocante, Schindler se encuentra con un tren cargado de prisioneros, amontonados en vagones de ganado con destino a Auschwitz. Su sufrimiento es duro de contemplar. Encoge el coraz¨®n. Schindler agarra una manguera y riega los vagones para que los prisioneros reciban unas gotas de agua a trav¨¦s de las grietas. Pero el efecto es el de un ni?o jugando en verano en el jard¨ªn.
En una escena posterior llega a Auschwitz y salva, en el ¨²ltimo momento, a un cargamento de prisioneros a los que ya est¨¢n preparando para las c¨¢maras de gas. "?Son m¨ªos!", grita nuestro h¨¦roe. As¨ª que los conducen de nuevo al tren, el tren del h¨¦roe, que los salva.
Finalmente, Schindler se derrumba y llora: "?Si hubiera comprado m¨¢s! Podr¨ªa haber comprado m¨¢s. Si hubiera comprado m¨¢s...".
El holocausto es algo que debe recordarse continuamente para que la gente sepa c¨®mo resistir cuando amenace algo equivalente y, a otro nivel, para que se respete eternamente el sufrimiento inenarrable que entonces se experiment¨®.
Hasta cierto punto, la pel¨ªcula de Spielberg va dirigida a provocar ese respeto. Pero, fatalmente, enga?a sobre las posibles formas de resistencia. Y enga?a por ignorancia. No por ignorancia de los hechos, sino del alma humana una vez pasada la infancia.
La lucha real contra el fascismo (la lucha que de hecho permiti¨® al nazi Schindler comprar mil vidas al final de la guerra y as¨ª salvarlas), la resistencia real -pi¨¦nsese en Stalingrado o en la conspiraci¨®n de los oficiales alemanes contra Hitler, en los partisanos de Yugoslavia o en las redes de los propios prisioneros en los campos de concentraci¨®n, en el alzamiento de Varsovia o en la evacuaci¨®n brit¨¢nica de Dunkerque- era una resistencia noble, aunque oscura. Todos los implicados viv¨ªan camuflados. La nobleza era una llama vacilante. Ninguna pel¨ªcula podr¨¢ mostrar todo esto jam¨¢s. Es evidente que la simplicidad es necesaria. Pero permitamos al menos que cuando se muestre la resistencia, se muestre oscura, como algo que nunca se debe mezclar con el aura del ¨¦xito.
La lista de Schindler es en parte una pel¨ªcula necesaria sobre el holocausto. Pero desgraciadamente tambi¨¦n es una pel¨ªcula sobre el ensue?o contempor¨¢neo del dinero como soluci¨®n para todo pr¨¢cticamente.
John Berger es escritor brit¨¢nico.
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