Rival e interlocutor
El autor afirma que en sus relaciones con Redondo, fluidas en unas ocasiones, tormentosas a veces, siempre se ha salvado el componente personal
La CEOE tiene por norma no hacer valoraciones sobre lo que sucede en la vida interna de otras organizaciones, en este caso, el congreso de la Uni¨®n General de Trabajadores. Pero, por otra parte, cuando el diario EL PA?S me solicita una opini¨®n sobre la figura de Nicol¨¢s Redondo, que ha sido durante tantos a?os secretario general de este sindicato, me parece una descortes¨ªa hacia el peri¨®dico y hacia el mismo Nicol¨¢s Redondo no dedicar unas palabras a una persona con la que he coincidido a lo largo de todos estos a?os pasados, primero como secretario general y luego como presidente de la CEOE. As¨ª que voy a procurar conciliar ambas cosas, es decir, no entrometerme en los asuntos de otras organizaciones, con un elemental deber de cortes¨ªa hacia un dirigente sindical que ha sido en estos a?os socio, rival, adversario o interlocutor, seg¨²n las circunstancias, pero, desde luego, nunca enemigo.Y en primer lugar dir¨ªa que en mis relaciones con Nicol¨¢s Redondo, fluidas en unas ocasiones, tormentosas a veces, a ratos fruct¨ªferas y en otros frustrantes, debo agradecerle que haya salvado siempre el componente personal. El que quiera puede consultar las hemerotecas y comprobar¨¢ que. ni en una sola ocasi¨®n nuestros enfrentamientos profesionales han derivado, por ninguna de ambas partes, en insultos, ni alusiones personales, ni descalificaciones ad hominem. Aprecio esto en lo que vale, porque no es moneda corriente en el mundo actual. La vida p¨²blica se ha convertido en un campo de minas y por ella pululan multitud de personajes que se complacen en usar el dicterio, la diatriba y el insulto como pauta de comportamiento habitual, y son pocos los l¨ªderes sindicales que se sustraen a la tentaci¨®n de utilizar esta herramienta. Uno de ellos ha sido Nicol¨¢s Redondo.
Creo que en el caso de nuestra relaci¨®n, esta rara y apreciable cualidad se ha producido por un sentido del respeto personal mutuo, basado a su vez en el convencimiento de que cada uno de nosotros dos cumpl¨ªamos nuestro papel, con m¨¢s o menos acierto, pero el que nos asigna la representaci¨®n de nuestros afiliados en un, marco democr¨¢tico. Por eso Nicol¨¢s Redondo ha sido siempre mucho m¨¢s ¨¢cido y corrosivo contra aquellos que ¨¦l consideraba que se sal¨ªan de su papel y traicionaban a sus bases o a su electorado.En lo que conozco a Nicol¨¢s Redondo, s¨¦ que lo que peor lleva es el enga?o, y ¨¦l sabe que desde la CEOE nunca le hemos enga?ado. Nos hemos enfrentado a ¨¦l, desde luego, a veces con extrema dureza y sin regatear cr¨ªticas, pero nuestras relaciones nunca han estado presididas por el enga?o. A lo que parece, esta norma no ha estado presente en las relaciones de Redondo con otras personas, y de ah¨ª sus constantes y permanentes enfados.
En segundo lugar, debo anotar dos etapas muy definidas en la trayectoria sindical de Nicol¨¢s Redondo en la democracia. La primera arranca en los Pactos de la Moncloa y llega hasta 1986, ¨²ltimo a?o de vigencia del Acuerdo Econ¨®mico y Social. Esta fase estuvo presidida en UGT por el di¨¢logo, la moderaci¨®n y la firma de sucesivos acuerdos que permitieron sacar a Espa?a d¨¦ una profunda crisis econ¨®mica. Es, por supuesto, la que m¨¢s pesar¨¢ en el haber de Nicol¨¢s Redondo cu¨¢ndo se escriba la historia.
La segunda etapa arranca en 1987 y llega hasta la actualidad. Se caracteriza por todo lo contrario: por la imposibilidad de llegar a ning¨²n acuerdo con UGT, uncida s¨®lidamente al carro de Comisiones Obreras y a un modelo de sindicalismo basado en la confrontaci¨®n y en la presi¨®n. Es a partir de esta etapa cuando Nicol¨¢s Redondo empieza a declarar que "no hay nada que negociar"; dando por sentado que sus reivindicaciones le correspond¨ªan siempre por derecho propio, sin tener que ofrecer nada a cambio. El olvido de que la negociaci¨®n es un factor clave de la actividad de un l¨ªder sindical hizo imposible el entendimiento y contribuy¨® en sumo grado a agravar la crisis en que se sumi¨® la econom¨ªa espa?ola a partir de 1990, con tres huelgas generales de por medio.
Es evidente que prefiero al Nicol¨¢s Redondo de la primera fase, al que tuvo el sentido de la responsabilidad hist¨®rica de despejar, de la dif¨ªcil transici¨®n espa?ola. a la democracia, el obst¨¢culo de la querella social, omnipresente en nuestro pa¨ªs desde hace siglo y medio. Al de la segunda fase le comprendo en su enfado, porque nunca entendi¨® que el pragmatismo de la situaci¨®n econ¨®mica e internacional obligaba a dirigentes de su partido en el Gobierno a hacer lo contrario de lo que hab¨ªan predicado a?os antes, y a eso, en el idioma de un s¨®lido y tradicional sindicalista vizca¨ªno, se le llaman simplemente enga?o y traici¨®n. Pero una cosa es comprenderle y otra muy distinta participar de sus tesis. Quiz¨¢ el equilibrio de sensibilidades dentro de la UGT hubiera sido muy distinto si aquellos que pensaban de otra manera no se hubieran ido, uno tras otro, a ocupar responsabilidades de Gobierno, como el mismo Jos¨¦ Luis Corcuera.
Dice Oscar Wilde que nunca debemos obedecer a nuestro primer impulso, porque suele nacer de la generosidad. Mi primer impulso cuando me han pedido glosar la figura de Nicol¨¢s Redondo ha sido hacerlo, y aqu¨ª est¨¢. Aunque solamente sea para rese?ar en estas p¨¢ginas que ha sido el ¨²nico l¨ªder sindical que despu¨¦s de una huelga general, con toda su dureza y sus enfrentamientos, me ha seguido llamando "Josernari", y aunque solamente sea para destacar que es el ¨²nico l¨ªder sindical lo bastante inteligente como para no haber hecho nunca manidos juegos de palabras con mi apellido (que llevo orgulloso, porque delata el origen humilde de mis antepasados).
Seguramente en esto ¨²ltimo tambi¨¦n influya un elemental sentido de solidaridad, puesto que su apellido tambi¨¦n se presta mucho a que cada d¨ªa unos cuantos descerebrados descubran por en¨¦sima vez el juego que puede dar llamarse Redondo o llamarse Cuevas.Jos¨¦ Mar¨ªa Cuevas es presidente de la CEOE.
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