La atm¨®sfera rosa
La muerte confiere a los seres humanos el poder de la supervivencia. S¨®lo mediante la muerte se adquiere la inmortalidad. S¨®lo a trav¨¦s del cumplimiento de la fatalidad es posible situarse por encima de su amenaza.A la desaparici¨®n de Kurt Cobain ha seguido de inmediato una comparecencia. Los fans han creado una, atm¨®sfera ritual en cuyo interior se derru¨ªa la barrera de la muerte y todos ganaban un espacio donde se pod¨ªa transitar desde el m¨¢s all¨¢ al m¨¢s ac¨¢ sin ataduras. A la defunci¨®n ha seguido de inmediato una funci¨®n y con ella un exorcismo pr¨¢ctico. Los ritos funerarios repetidos con cualquier pretexto roturan el camino de ida y vuelta entre los muertos y los vivos. La oscuridad en la que se suelen sumir los muertos es penetrada por las candelas de los conjuros y las l¨¢grimas, los humos de las oraciones y de los canutos. El m¨¢s all¨¢ acaba siendo una fortaleza muy horadada de la que es f¨¢cil escapar. Sus muros carcelarios pierden consistencia y suavemente la imtortalidad lo va allanando todo.
Todos los h¨¦roes del rock muertos, desde Hendrix a Cobain, han parecido m¨¢s grandes. Ha sido necesario para ello sin embargo que murieran j¨®venes y que de una u otra manera escogieran estar muertos, tal como si hubieran entendido que de esta manera su vida podr¨ªa ser eficazmente repartida.
Como el mes¨ªas cristiano, la muerte en combinaci¨®n con la juventud factura un art¨ªculo muy productivo. Nadie permanece m¨¢s que el ¨ªdolo que muere joven, condici¨®n indispensable del h¨¦roe carism¨¢tico.
El fallecimiento de Cobain se tiene en el lenguaje convencional por una quiebra del sentido, pero es en el orden funerario la base de la leyenda m¨¢s pr¨®spera. Sobre la tumba de Jim Morrison en Par¨ªs se depositan diariamente y sin cesar flores y pomos de incienso. Alrededor de la l¨¢pida se congregan otros jovenes orantes provistos de walkmans, que cierran los ojos y recomponen en silencio la violenta sonoridad de sus conciertos alcoh¨®licos. En torno a Kurt Cobain y su cabeza agujereada se inagura desde ahora un nuevo ¨¢mbito de participaci¨®n. Cuando se est¨¢ vivo se es finito y escaso. Los muertos, sin embargo, son un patrimonio ilimitado. La comuni¨®n con los santos o con los pecadores s¨®lo es posible tras reciclarlos en alimentos. Es decir, una vez que s e han trasformado en atm¨®sfera rosada y con su transparencia carnal dan sentido y comida a todos.
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