Por la cara
SI UN se?or puede sacar miles de millones de pesetas por la cara, sin otro aval que su supuesto conocimiento de Txiki Benegas, a cambio de reales o imaginarias mediaciones para la adjudicaci¨®n de obras o contratos de la Administraci¨®n, es que cualquier cosa es ya cre¨ªble. Pero lo peor es que tantos empresarios dieran credibilidad a un sujeto as¨ª: demuestra hasta qu¨¦ punto ese tipo de pr¨¢cticas son consideradas normales. El asunto ha sido destapado por la denuncia de un empresario de Orense que acusa al comisionista de haber cobrado m¨¢s de 100 millones de pesetas por sus supuestas gestiones en favor de la contrataci¨®n de unas obras que finalmente no se realizaron. Nadie adelanta una cantidad as¨ª de dinero si no tiene indicios de que ese tipo de mediaciones existen y dan resultado. Por lo visto, no toc¨® la tecla adecuada.La sensaci¨®n de impunidad que ha rodeado a tantos negocios en que hab¨ªa dinero p¨²blico de por medio ha creado las condiciones para que cualquiera se atreva a intentar estafas de esta especie. Por una parte, no son Caraduras lo que faltan; por otra, esos sujetos ve¨ªan cada d¨ªa c¨®mo la menci¨®n a los partidos, a su financiaci¨®n, era la llave que abr¨ªa puertas (y maletines). Casi todos los partidos est¨¢n bajo sospecha de haberse financiado de forma irregular. Casinos en Catalu?a, Ocisa y Juan Guerra en Andaluc¨ªa, Tragaperras y Max-Center en Euskadi, Naseiro en Valencia, Filesa y Aida Alvarez en Madrid o Barcelona, entre otros, conforman una extensa geograf¨ªa f¨ªsica y pol¨ªtica de la corrupci¨®n.
Si la responsabilidad de los socialistas es mayor, ello no se debe a que los dem¨¢s est¨¦n libres de culpa, como a veces pretenden los populares, sino al hecho de que, en cuanto partido del Gobierno, a ellos correspond¨ªa evitar que tales pr¨¢cticas se produjeran, y perseguir, en su caso, a los culpables.
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