Fascinados por el dinero
Los checos, bajo una batuta pol¨ªtica conservadora, han cogido el gusto a un cambio social y econ¨®mico vertiginoso
La independencia nunca es barata, y menos para los d¨¦biles. Los eslovacos han aprendido la lecci¨®n en poco m¨¢s de un a?o. Euf¨®ricos el lo de enero de 1993, cuando decenas de miles se echaron a las calles de Bratislava para celebrar su nacimiento como naci¨®n tras 74 a?os en la federaci¨®n checoslovaca. Desencantados 15 meses despu¨¦s, aunque resueltos a recorrer un camino por lo dem¨¢s sin vuelta. En la vecina Rep¨²blica checa se vive la otra cara de la moneda: la fascinaci¨®n por el dinero en un pa¨ªs al que parecen haber bastado cuatro a?os para desprenderse de 40 de comunismo y recuperar con fervor la identidad capitalista. A Bratislava y Praga les separa mucho m¨¢s que una autopista de 320 kil¨®metros.
En aquel divorcio amistoso de enero de 1993 a los checos les toc¨® la mejor parte. No s¨®lo un pa¨ªs con el doble de poblaci¨®n que Eslovaquia, diez millones en una extensi¨®n como Castilla-La Mancha, y una estructura industrial m¨¢s barata de reconvertir. Retuvieron tambi¨¦n activos tur¨ªsticos preciosos, como Praga y un rosario de ciudades medievales y barrocas que s¨®lo en 1993 aportaron al bolsillo checo m¨¢s de doscientos mil millones de pesetas. Y un emblem¨¢tico presidente, Vaclav Havel. Y hasta la bandera, que hab¨ªa sido la checoslovaca y ahora es solo la checa. Por no hablar de Kafka, Freud, Rilke, Antonin Dvorak o la cerveza Pilsen.Jiri Weigl es expl¨ªcito: "Ellos perdieron m¨¢s con la ruptura. Hay m¨¢s problemas industriales, est¨¢n en peores circunstancias y creo que la crisis pol¨ªtica en Eslovaquia no est¨¢ cerrada. Ning¨²n Gobierno puede mejorar all¨ª r¨¢pidamente la situaci¨®n".
Weigl, en la treintena, es el jefe del equipo de asesores de Vaclav Klaus, que gobierna desde junio de 1992 la Rep¨²blica checa y est¨¢ a punto de morir de ¨¦xito. Su Partido C¨ªvico Democr¨¢tico domina una coalici¨®n cuatripartita y el conservador Klaus, de 52 a?os, es la estrella indisputada de la escena pol¨ªtica. Los sondeos sit¨²an consistentemente a este economista thatcherita y seguro de s¨ª mismo a la cabeza de las preferencias de los ciudadanos, con tres veces m¨¢s intenci¨®n de voto que el segundo colocado.
Palmar¨¦s econ¨®mico
Los datos econ¨®micos que hilvana en Praga, en la sede del Gobierno, el asesor de Klaus son la base de este reconocimiento popular: "Somos el ¨²nico pa¨ªs de la zona estable macroecon¨®micamente. La inflaci¨®n no ha llegado al 10% en los ¨²ltimos doce meses, el Presupuesto de 1993 se ha saldado con un super¨¢vit de m¨¢s de 1.000 millones de coronas (unos cinco mil millones de pesetas), inversiones y cr¨¦ditos exteriores superaron el a?o pasado los 2.000 millones de d¨®lares, el desempleo es del 3,7% y las exportaciones han aumentado un 20% en t¨¦rminos reales".
Se explica que sea dif¨ªcil en Praga hablar de algo que no sea dinero. Los precios de hoteles y restaurantes han subido el 40% en un a?o, a lo que no debe de ser ajeno el masivo turismo espa?ol. Los alquileres de oficinas se sit¨²an. a la altura de Munich, Mil¨¢n y Londres. En el mercado de pisos, regulado te¨®ricamente, rige la ley de la selva. Se cierran cada d¨ªa, antes de cumplir un a?o y para eludir impuestos, decenas de peque?os negocios y nacen otros tantos. En el aire est¨¢ ya una cadena privada de televisi¨®n, Nova. Florecen los peri¨®dicos y revistas en ingl¨¦s -hay 30.000 norteamericanos en la ciudad-, la arquitectura experimental, la industria de la cultura.
Y la de la subcultura. Al amparo de una establecida aureola Par¨ªs a?os veinte, con todo se mercadea, desde la imagen del atormentado Kafka a la de Clinton tocando el saxof¨®n en el Reduta Jazz Club. El impecable Metro, 30 pesetas el billete, es una r¨¢faga de relativa moderaci¨®n en un pa¨ªs donde la media salarial est¨¢ por las 30.000 pesetas mensuales.
El Gobierno de Vaclav Klaus acabar¨¢ este a?o la segunda y ¨²ltima fase del proceso de privatizaci¨®n, por el que se habr¨¢ transferido a los ciudadanos la mitad del capital f¨ªsico del pa¨ªs. El asesor Weigl calcula el montante total en unos 400.000 millones de coronas. Un dato: en 1989, el 98% de la econom¨ªa era de origen estatal; en 1993, el sector privado gener¨® el 67%.
Junto a la privatizaci¨®n de la econom¨ªa, la devoluci¨®n a sus antiguo s propietarios de los bienes confiscados por los comunistas a partir de 1948, bajo la presidencia de Klement Gottwald, es otro de los pilares de la reforma. Y tema muy delicado, seg¨²n el Gobierno, porque, entre otros, afecta directamente a la Iglesia cat¨®lica y a otras confesiones, a la comunidad jud¨ªa y a una peque?a pero influyente aristocracia checa regresada.
Abundan las objeciones al modelo, y no todas son puramente econ¨®micas. Para Milos Zeman, l¨ªder del Partido Socialdem¨®crata, ¨²nico que hace cierta sombra a la coalici¨®n gobernante, el sistema de privatizaci¨®n elegido "es la repetici¨®n del mito bolchevique de la propiedad colectiva". Zeman, aspecto elegante y gusto por la iron¨ªa, "negamos que haya que pasar por una fase econ¨®mica del salvaje Oeste" cree que este capitalismo popular crea una clase pseudopropietaria.
El jefe socialdem¨®crata considera cuento de hadas el cuadro econ¨®mico oficial. "El PNB ha bajado un 23% en tres a?os, la producci¨®n industrial ha ca¨ªdo un 45% y los sueldos reales son casi un 20% m¨¢s bajos. El anterior r¨¦gimen comunista ten¨ªa poco desempleo y poca inflaci¨®n y nadie lo juzga por eso". Su juicio m¨¢s duro se reserva para la permisividad gubernamental: "La Rep¨²blica checa es hoy el pa¨ªs donde se blanquea m¨¢s dinero de Europa".
?Se opone alguien a Klaus m¨¢s all¨¢ de lo testimonial?. No parece, salvo que el fermento est¨¦ en la manifestaci¨®n de 30 o 40.000 trabajadores que el 22 de marzo pasado rechazaba en Praga las enmiendas del Gobierno a la ley de relaciones laborales. Los obreros no quieren contratos provisionales, ni que se proh¨ªba la actividad sindical en las empresas estatales o se retrase en dos a?os la edad de jubilaci¨®n, en un pa¨ªs, se?ala Zeman, "en el que la expectativa de vida est¨¢ ocho a?os por debajo de las naciones avanzadas".
Las cr¨ªticas de Jiri Lobkowicz, 38 a?os, dos mil de sangre noble en sus venas y numerosos negocios, son m¨¢s t¨¦cnicas, pero radicales. Educado en Suiza y vuelto a Checoslovaquia tras la ca¨ªda del comunismo, a cuya familia se han devuelto 17 castillos en aplicaci¨®n de las leyes de restituci¨®n de la propiedad -"de una escala desconocida en cualquier otra: parte"-, explica ante la pizarra de una sala de juntas su teor¨ªa de "la tercera ola": la de la bancarrota.
No existe el milagro checo para Lobkowicz. Numerosas empresas sobreviven porque los bancos inyectan dinero que nunca recuperar¨¢n. Y no se declaran quiebras, a pesar de que la ley existe, porque el Gobierno, con elecciones locales en noviembre,
no tiene el menor inter¨¦s en impulsar su aplicaci¨®n. ?Hasta cu¨¢ndo puede seguir Klaus manejando el elefante?. No durante mucho tiempo, "porque el primer ministro y sus asesores, que sin duda saben mucho de maroeconom¨ªa, desconocen absolutamente c¨®mo funciona una f¨¢brica. Y no hay pol¨ªtica industrial, ni agr¨ªcola, ni de infraestructuras o de peque?a empresa". El pr¨ªncipe Lobkowicz, as¨ª le denominan algunos peri¨®dicos de Praga, vaticina que en poco m¨¢s de un a?o el desempleo llegar¨¢ al 12 o el 15%.
En cualquier caso los expertos aseguran que los resultados de la v¨ªa checa se har¨¢n esperar, "al menos tres o cuatro a?os",seg¨²n Vladimir Benacek, profesor de renombre en Praga y autor de un minucioso estudio sobre la econom¨ªa sumergida. Seg¨²n sus conclusiones, que el Gobierno prefiere no comentar, hasta el 25% de los trabajadores del pa¨ªs podr¨ªan formar parte, regular u ocasionalmente, de este lado opaco de la actividad productiva. Si sus ingresos se suman a las cifras del PNB de los a?os 90 a 93, simplemente no se habr¨ªa producido el descenso de nivel de vida de que habla Milos Zeman.
Los checos no parecen tener dificultades en digerir el ambiente de v¨¦rtigo y dinero f¨¢cil. Ivan Klima, escritor respetado, cree que s¨®lo para las personas mayores es duro acomodarse a los acontecimientos. "Para ellos es dif¨ªcil encontrar nuevos estereotipos. En la generaci¨®n mayor est¨¢ ese al menos 20% que vota a los comunistas". Klima cree que los cuarentones son quienes apoyan fervientemente las reformas.
A ¨¦l le parecen b¨¢sicamente acertadas -"lo que ocurre deprisa es bueno"-, aunque en el camino "haya corrupciones millonarias, porque el reparto de un inmenso patrimonio est¨¢ en manos de un pu?ado de pol¨ªticos y funcionarios; y son hombres, y no ¨¢ngeles". Y apoya la afirmaci¨®n con el relato de una ama?ada privatizaci¨®n editorial que conoce.
En su modesto cuarto de, trabajo en las afueras de Praga, Klima, malamente traducido al espa?ol, sentencia que los cambios han liberado una gran energ¨ªa intelectual -funcionan m¨¢s de mil editoriales, aunque lo que m¨¢s se vende es la literatura norteamericana prefabricada-, pero le preocupa la excesiva fascinaci¨®n de sus compatriotas, que "tienen un desarrollado sentido igualitario", por la posibilidad de enriquecerse. El escritor, 62 a?os, comprometido a fondo con la Primavera de Praga, cree que el modelo checo ha alumbrado una clase, la de los nuevos ricos.
Su paradigrna y su caricatura puede ser Fidelis Schlee, "propietario y editor", como reza su tarjeta. En tres a?os, de desconocido abogado a magnate de la prensa. Due?o entre otros e Vecerni Praha, un diario ultraconservador heredero del comunisa Rude Pravo, que acapara la publicidad y se vende a mitad de precio que su competencia. Schlee, cincuent¨®n, con una fotograf¨ªa de la virgen de la Macarena sobre su mesa, regalo de una dama espa?ola en la Expo, cree ser uno de los hombres m¨¢s ricos del pa¨ªs. Pero pesar del Rolls comprado a Mick Jagger, de sus casas y sus Mercedes, de "tener m¨¢s seguridad que el jefe del Gobierno, no leo, no s¨¦ lo que es la cultura, no hago el amor con mi mujer, s¨®lo saco peri¨®dicos. Y vivo m¨¢s humildemente que el 90% de los checos".
Tres paquetes de Dunhill y 15 tazas de caf¨¦, adem¨¢s de un bistec, es lo que Schlee asegura necesitar cada d¨ªa para regir su imperio. Y explica con orgullo que su diario Demokracie, de orientaci¨®n cristiana, es el ¨²nico que lee su amigo Valclav Klaus. No debe de ser as¨ª, puesto que medios solventes se?alan unas inquietantes preferencias del primer ministro porque determinados informadores de otros peri¨®dicos cubran o no parcelas de su actividad.
La filosof¨ªa de este Midas es as¨ª de simple: ser el ¨²nico due?o, trabajar 18 horas al d¨ªa los siete de la semana y ni asomo de sindicatos: "si alguien quiere organizar uno, ?a tomar por el culo!".
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