Un debate con las tarifas como tel¨®n de fondo
CRISANTO PLAZAEl autor acusa al presidente del Tribunal de Defensa de la Competencia de no entrar en las claves de la liberalizaci¨®n de las telecomunicaciones
La liberalizaci¨®n de las telecomunicaciones, sus condiciones previas y sus consecuencias vienen siendo objeto de debate y pol¨¦mica durante las ¨²ltimas semanas, como no pod¨ªa ser menos dada la trascendencia social y econ¨®mica de la cuesti¨®n. Sin embargo, llaman poderosamente la atenci¨®n algunas opiniones, especialmente beligerantes, que, a partir de informaciones no enteramente exactas, vienen a a?adir confusi¨®n en lugar de aclarar los t¨¦rminos del problema.En este contexto cabr¨ªa situar el reciente art¨ªculo del presidente del Tribunal de Defensa de la Competencia titulado Por qu¨¦ deben bajar las tarifas telef¨®nicas, cuyo contenido es preciso aclarar y matizar, no tanto por la trascendencia de la opini¨®n personal de don Miguel ?ngel Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, como por el cargo que ocupa, ya que, si bien no se trata de un juez en sentido estricto, entiendo que por sus funciones como presidente de este ¨®rgano administrativo est¨¢ obligado por la ley a respetar los principios de imparcialidad, independencia y deber de secreto, adem¨¢s de impartir justicia en litigios que pueden afectar a la propia Telef¨®nica.
Mal se compaginan estos principios rectores con la aparici¨®n en prensa de reiterados art¨ªculos que parecen m¨¢s motivados por ganar la opini¨®n de los lectores y por hacer prevalecer sus opiniones personales -manejando para ello parcialmente los argumentos que mejor convienen- que por exponer la realidad de forma objetiva.
Adem¨¢s de realizar comparaciones improcedentes, resultan llamativas las inexactitudes contenidas en algunas de sus afirmaciones, derivadas en general de que ¨¦ste utiliza aquellas que le vienen bien a sus tesis. Veamos algunas de esas medias verdades:
-"En Irlanda, las tarifas internacionales han bajado un 40% en cuanto ha entrado a competir otra compa?¨ªa". ?sta es una afirmaci¨®n cierta. Lo que no dice es que, por contra, el resto de las comunicaciones telef¨®nicas han subido, tanto las de larga distancia nacional como las locales. De acuerdo con Tar¨ªfica -consultora brit¨¢nica especializada en comparaciones internacionales de tarifas-, el precio medio del minuto local se ha m¨¢s que triplicado. Por otra parte, Irlanda sigue siendo un monopolio.
-"En el Reino Unido, el tel¨¦fono m¨®vil ha bajado en enero un 20%", afirmaci¨®n tambi¨¦n cierta. No se dice, sin embargo, que en Espa?a tambi¨¦n bajaron notablemente las tarifas de m¨®viles en 1993, y pr¨®ximamente, en la revisi¨®n de tarifas correspondiente a 1994, volver¨¢n a bajar.
-"En el Reino Unido, la tarifa local del tel¨¦fono ordinario en horas punta ha bajado un 25% en el pasado mes". Afirmaci¨®n cierta, pero su razonamiento se construye sobre la idea de que la competencia permite tarifas inferiores frente a los pa¨ªses que est¨¢n en monopolio.
Sin embargo, no dice que desde que se introdujo la competencia en el Reino Unido, BT (antigua British Telecom) ha tenido las tarifas locales m¨¢s caras de Europa. Para hacernos una idea, una llamada media local en. Espa?a, que tiene una duraci¨®n de 150 segundos, en el Reino Unido costaba 26,4 pesetas, y ahora, con la reducci¨®n, cuesta 17,6 pesetas, mientras que en Espa?a cuesta 8,72 pesetas tambi¨¦n en horas punta. Si habl¨¢ramos en t¨¦rminos de llamadas de tres minutos, que suele ser la comparaci¨®n habitual, el diferencial ser¨ªa mucho mayor.
Estos ejemplos (verdades a medias) los trae a colaci¨®n el articulista al objeto de demostrar que "si ya hubiera competencia en las telecomunicaciones, en Espa?a no se hablar¨ªa de si deben subir o bajar las tarifas telef¨®nicas, por una raz¨®n muy simple: estar¨ªan bajando". Pues bien, la experiencia internacional no confirma esta tesis. De acuerdo con el US Bureau of Labor Statistics, desde el 1 de enero de 1984 (fecha de la liberalizaci¨®n en Estados Unidos) hasta 1991, el precio del servicio telef¨®nico total en EE UU creci¨® un 20,7% con una subida de las tarifas de los servicios locales del 57,5%. Podr¨ªa argumentarse que ese incremento nominal de los precios signific¨®, de hecho, seg¨²n la evoluci¨®n del IPC en ese pa¨ªs, una reducci¨®n en t¨¦rminos reales. En efecto, en Estados Unidos, el precio real del servicio telef¨®nico ha registrado una disminuci¨®n del 1,5%, y ¨¦sta es justamente la bajada que se ha realizado en nuestro pa¨ªs en el mismo periodo. Con este tipo de argumentos, no parece que el articulista trate de ofrecer una visi¨®n objetiva del problema, sino que, a trav¨¦s de su utilizaci¨®n parcial, introduce un deliberado sesgo en su razonamiento.
Por ejemplo, el tema central de su exposici¨®n es que Telef¨®nica deber¨ªa reducir sus tarifas en t¨¦rminos reales entre un 10% y un 12% anual al objeto, al parecer, de "... alcanzar precios competitivos en un plazo razonable". Para ello, la referencia a tomar ser¨ªa la de los pa¨ªses donde hay competencia y, dentro de ellos, el Reino Unido es su mejor ejemplo.
Sin embargo existe una cierta inconsistencia en sus planteamientos, ya que lo que es v¨¢lido para el articulista a nivel global, no parece serlo cuando se entra en el nivel de los precios de los diferentes servicios. As¨ª, si en su opini¨®n "las tarifas locales se deben ajustar a unos costes razonables", ?cu¨¢l es la raz¨®n para que propugne una igualaci¨®n en el nivel de precios globales y niegue, en cambio, la igualaci¨®n en el de las tarifas locales?
La raz¨®n es evidente: no quiere asumir la ineludible necesidad de incrementar el precio de la llamada local espa?ola. El articulista huye h¨¢bilmente del problema, argumentando que la variaci¨®n de las tarifas de llamadas locales (?subir?, ?bajar?) depender¨¢ de cu¨¢l sean los costes de Telef¨®nica, que alega desconocer, afirmando: "Lamentablemente..., el problema es que Telef¨®nica, aunque est¨¢ obligada por ley, todav¨ªa no la ha presentado (la contabilidad de costes)".
Pues bien, antes de lamentarse, el se?or Fern¨¢ndez Ord¨®?ez deber¨ªa saber que la obligaci¨®n legal de Telef¨®nica es presentar contabilidades separadas para las actividades reguladas y en competencia (Ley de Ordenaci¨®n de las Telecomunicaciones, art¨ªculo 24.3). Pero hay que destacar que, adem¨¢s de cumplir este requisito, Telef¨®nica ha presentado a la Administraci¨®n su sistema de contabilidad de costes (cuyos principios han sido aprobados por ella en diciembre de 1993) y los resultados relativos a 1992 y a 1993.
El problema es que cuando se toma un paradigma, en este caso el de la operadora brit¨¢nica -muy admirable en muchos aspectos-, no vale utilizar s¨®lo lo que nos interesa y ocultar lo que no nos guste.
El planteamiento del art¨ªculo pivota sobre la idea de que los costes de Telef¨®nica son superiores a los de la operadora brit¨¢nica, como puede deducirse de la siguiente afirmaci¨®n: "Si se le da un plazo de unos a?os a Telef¨®nica para que ajuste sus costes a los niveles brit¨¢nicos...".
Pues bien, es radicalmente falso que los costes de Telef¨®nica sean superiores a los brit¨¢nicos. As¨ª, seg¨²n los ¨²ltimos datos disponibles de BT (memoria anual marzo de 1993), los gastos de explotaci¨®n por l¨ªnea en servicio de Telef¨®nica son muy inferiores a los de la operadora brit¨¢nica (658 d¨®lares frente a 771). En realidad, nuestros gastos ser¨ªan a¨²n m¨¢s bajos si descont¨¢ramos los correspondientes al negocio de telefon¨ªa m¨®vil, que en el caso ingl¨¦s no se incluyen.
Pero un analista no debe conformarse con la consideraci¨®n de la cifra total de gastos, que, no obstante, es inferior en el caso de Telef¨®nica, ya que detr¨¢s de ella se esconden partidas que no dependen de la calidad de la gesti¨®n actual, ni son modificables a corto plazo, viniendo inducidas por procesos anteriores heredados, relacionados con la suficiencia hist¨®rica de las tarifas (mucho m¨¢s altas las brit¨¢nicas) y en la financiaci¨®n del desarrollo de las infraestructuras (soportando o no los costes financieros del mercado).El diferencial de los gastos financieros se explica porque Telef¨®nica no ha estado nunca respaldada por los presupuestos generales del Estado y, en consecuencia, ha tenido que acudir siempre al mercado de capitales. Por ello, cuando la operadora brit¨¢nica se privatiz¨® era una entidad financieramente muy saneada, circunstancia muy favorable para la temprana liberalizaci¨®n del sector en el Reino Unido y para el posicionamiento de BT como una de las empresas l¨ªderes en el sector mundial de las telecomunicaciones.
Por otra parte, los costes de explotaci¨®n de Telef¨®nica han sido inferiores porque, hist¨®ricamente, ha sido y es una empresa con un mayor nivel de productividad. As¨ª, y a pesar de la fuerte disminuci¨®n de empleo en la operadora brit¨¢nica en los ¨²ltimos a?os (m¨¢s de 74.000 empleos entre 1983 y 1992), contaba en 1992 con 153 l¨ªneas por empleado, frente a las 185 de Telef¨®nica.
Al margen de estas inexactitudes contenidas en el art¨ªculo del se?or Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, el tel¨®n de fondo de toda su argumentaci¨®n es defender la liberalizaci¨®n, algo que ya a estas alturas nadie discute. Es m¨¢s, podr¨ªamos decir que, una vez alcanzado un determinado nivel del desarrollo telef¨®nico, el monopolio ha cumplido su objetivo y hay que buscar otras formas de desarrollo en un marco que permita introducir progresivamente m¨¢s competencia. ?ste es un proceso universalmente reconocido y que en todos los pa¨ªses se est¨¢ desarrollando, aunque no exento de dificultades en cada caso.
El debate real en el sector mundial de las telecomunicaciones se centra en el ritmo de transici¨®n desde el monopolio a la competencia. La Uni¨®n Europea y todos los pa¨ªses, ya tengan Gobiernos de una u otra ideolog¨ªa, est¨¢n tratando este tema con una actitud prudente, al objeto de conseguir minimizar los efectos negativos que una desregulaci¨®n apresurada pudiera causar en cuanto al servicio universal, desequilibrios territoriales, armonizaci¨®n de tarifas, etc¨¦tera. En tanto se llega al 1 de enero de 1998, fecha propuesta por la UE para conseguir la total liberalizaci¨®n de los servicios de telecomunicaci¨®n, se est¨¢ llevando a cabo, de forma coordinada en toda Europa, la liberalizaci¨®n de los servicios m¨®viles, de la transmisi¨®n de datos, de otros servicios de valor a?adido, etc¨¦tera. Dif¨ªlcilmente se podr¨¢ acortar dicho plazo, para el que s¨®lo faltan tres a?os, si se tiene presente el c¨²mulo de distorsiones heredadas que tiene Espa?a, al igual que otros pa¨ªses.
En este debate mal se entiende la postura del presidente del Tribunal de Defensa de la Competencia, que, lejos de entrar en las cuestiones claves del proceso de liberalizaci¨®n de las telecomunicaciones en nuestro pa¨ªs, se dedica a defender de forma maniquea el paradigma neoliberal -donde todo le cabe, desde la reforma del mercado laboral hasta mezclar a Hunosa con las telecomunicaciones-, pero sin asumir nunca el coste social y pol¨ªtico que una liberalizaci¨®n apresurada como la que propugna puede producir.
Crisanto Plaza es subdirector general de An¨¢lisis y Estudios Econ¨®micos de, Telef¨®nica.
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