Eslovaquia, la tentaci¨®n vive al lado
La peque?a rep¨²blica, perdedora del 'divorcio de terciopelo' con los checos, intenta ganar velocidad de despegue
"Menos emociones pol¨ªticas". Esa es la receta que conviene a Eslovaquia y que, aceptada por derecha e izquierda en el Parlamento, se ha extendido como consigna desde el Gobierno instalado el mes pasado en Bratislava. Al m¨¢s peque?o pa¨ªs centroeuropeo (cinco millones y medio de habitantes en una extensi¨®n como la de Arag¨®n), que tiene una cita anticipada con las urnas el pr¨®ximo 30 de septiembre, no le han rodado bien las cosas desde la ruptura de la federaci¨®n :checoslovaca, en enero de 1993. Ni siquiera a pesar de la evidente satisfacci¨®n que supone para los eslovacos la oportunidad de desarrollar su propia personalidad nacional despu¨¦s de un milenio de oscuridad y 74 a?os como c¨®nyuges de segunda en el matrimonio de conveniencia con los checos.El nuevo Gobierno de Jozef Moravcik, una heterog¨¦nea alianza a cinco de antiguo enemigos pol¨ªticos, ha recibido una pesada herencia de su antecesor Vlad¨ªmir Meciar, al frente del pa¨ªs desde junio de 1992 y depuesto en marzo por una virtual rebeli¨®n parlamentaria en forma de voto de censura. Mientras sus vecinos checos ruedan comparativamente en quinta velocidad, al enfermo eslovaco se le ha juntado la resaca de una separaci¨®n no querida con los efectos combinados de una mala gesti¨®n econ¨®mica y unos peores modos de hacer pol¨ªtica, que privaron a Meciar del apoyo popular que tuvo.
"El Gobierno anterior nunca funcion¨®", asegura en su despacho parlamentario Peter Weiss, l¨ªder del Partido Democr¨¢tico de la Izquierda (SDL), heredero de los comunistas y, seg¨²n sondeos de opini¨®n, un hombre clave para las elecciones de septiembre. Weiss, 42 a?os, menudo, directo y coqueto, cree que la misi¨®n fundamental del Gabinete interino es sentar las bases de una verdadera transformaci¨®n pol¨ªtica y avanzar el camino de la privatizaci¨®n.
R¨¢pido desencanto
A diferencia de la Rep¨²blica Checa, en Eslovaquia la transferencia a manos particulares de la propiedad estatal ha tropezado con todo tipo de dificultades, y el sector privado representa por el momento poco m¨¢s del 15% del Producto Interior Bruto. Entre 1992 y 1993 se han vendido unas diez mil empresas por alrededor de 600.000 millones de pesetas, pero el proceso est¨¢ ahora casi parado y son generalizadas las acusaciones de corrupci¨®n contra el ex primer ministro Meciar -que se atribuy¨® tambi¨¦n durante siete meses la cartera de Privatizaci¨®n- y los hombres que ¨¦l design¨® para dirigir el programa. Una parte de las empresas se vendi¨® a precios de saldo.
"El mayor problema es la herencia de un modelo pol¨ªtico, el de Meciar, que ha dividido a la sociedad", opina Weiss: "Los buenos, los que estaban por la independencia eslovaca, y los dem¨¢s". Seg¨²n un sondeo de noviembre pasado, el 60% de los eslovacos habr¨ªa votado contra la ruptura de Checoslovaquia si hubiera habido entonces un refer¨¦ndum y s¨®lo el 23% apoyaba expl¨ªcitamente la separaci¨®n.
Pero la misma encuesta y otras posteriores revelan que el 45% de los ciudadanos de este pa¨ªs no quiere saber nada de pol¨ªtica ni de pol¨ªticos. (Una telefonista del principal hotel de Bratislava a la que se ped¨ªa el tel¨¦fono de la oficina del jefe del Gobierno, Moravcik, preguntaba de la mejor fe a su comunicante si "este se?or se aloja en el hotel").
El desinter¨¦s que sugieren los sondeos, especialmente grave entre los j¨®venes, sirve para aderezar platos diferentes seg¨²n los cocineros. Para Weiss o para el ministro de Exteriores, Eduard Kukan, significa que hay que "tranquilizar a la gente y desdramatizar la vida pol¨ªtica". Para el ex primer ministro y antiguo apparatchik comunista Meciar se trata, sin embargo, del cansancio de un pa¨ªs que, bajo su batuta, "ha tenido que improvisarlo todo en un tiempo record".
Nadie puede quitar en eso la raz¨®n al denostado Vlad¨ªmir Meciar. Mientras el lo de enero de 1993 Praga heredaba la mayor parte de las estructuras federales checoslovacas, Bratislava, percibida por a?adidura como un factor desestabilizador en Europa, part¨ªa de cero: desde el Ej¨¦rcito nacional a la moneda, desde el Banco central a la representaci¨®n diplom¨¢tica exterior, desde la Constituci¨®n a las fuerzas de seguridad, todos los atributos del Estado nacieron y empezaron a funcionar con rapidez.
Eslovaquia, comprometida con las instituciones econ¨®micas y de seguridad europeas en la avanzadilla del grupo de Visegrado (con Hungr¨ªa, Polonia y la Rep¨²blica Checa), pertenece, tambi¨¦n a algunos de sus clubes selectos, se trate del Banco Mundial, del Consejo de Europa o del Fondo Monetario Internacional.
El sentido de las manecillas del reloj, sin embargo, no puede invertirse y los eslovacos aprenden a digerir unas cuentas y unas expectativas deprimentes. El Presupuesto de 1994 prev¨¦ un crecimiento cero, un 12% de inflaci¨®n y un 17% de desempleo. Otros pron¨®sticos solventes son peores: el Producto Interior Bruto caer¨¢ un 2% (en 1993 lo hizo el 6,2%), la inflaci¨®n ser¨¢ del 20%, habr¨¢ otra devaluaci¨®n y el paro llegar¨¢ al 18%. (El hecho de que Felipe Gonz¨¢lez haya ganado unas elecciones con un desempleo pr¨®ximo al 20% es lo que m¨¢s asombra a Peter Weiss, junto con la transici¨®n hacia la democracia, del caso espa?ol).
El salario medio en Eslovaquia est¨¢ entre 20 y 25.000 pesetas mensuales, alrededor de 5.000 coronas, y las prestaciones sociales ya no pueden mantenerse en el nivel acostumbrado por el r¨¦gimen comunista. La inflaci¨®n acelerada tampoco permite a los jubila-
Eslovaquia, la tentaci¨®n vive al lado
dos, que perciben retiros en torno a la mitad de aquella cifra, sobrevivir dignamente.El desnivel entre este retrato econ¨®mico y el del lado checo (el doble de renta per capita en una situaci¨®n de virtual pleno empleo) se traslada a las ciudades, carreteras y pueblos. Mientras Bratislava -Presburgo para los alemanes- conserva su aire "socialista" y languidece a pesar del majestuoso Danubio y loables y caros esfuerzos restauradores, Praga bulle.
El tr¨¢fico, el tono del comercio, la misma indumentaria ciudadana o la red viarla -monopolizada por vetustos coches Skoda- remiten en Eslovaquia salvo excepciones a los a?os 60 espa?oles; rompen la monoton¨ªa los Seat Toledo, que empiezan a verse de la mano de una buena distribuci¨®n. Los soci¨®logos explican que el car¨¢cter m¨¢s agr¨ªcola y religioso de la sociedad eslovaca, sometida hist¨®ricamente a Hungr¨ªa, en comparaci¨®n con el m¨¢s laico, din¨¢mico y proalem¨¢n de los checos, est¨¢ en el origen de las diferencias.
Las inversiones no llegan
Pero los dirigentes eslovacos prefieren atribuirlas a factores m¨¢s contingentes. El propio presidente Michal Kovac se lamenta de "falta real de informaci¨®n sobre la econom¨ªa eslovaca y sobre el propio pa¨ªs" -todav¨ªa se confunde con Eslovenia- o sobre el car¨¢cter a veces malintencionado de aqu¨¦lla. Es cierto que el mercado interior es peque?o y que el poder adquisitivo permanece bajo, pero tambi¨¦n lo es, como admiten del jefe del Estado abajo, que la causa pincipal del des¨¢nimo inversor exterior ha sido la inestable situaci¨®n pol¨ªtica desde que, en junio de 1992, Vlad¨ªmir Meciar y su Movimiento para una Eslovaquia Democr¨¢tica (HZDS) llegaran al poder en coalici¨®n con los separatistas del Partido Nacional (SNS).
Hay inversiones extranjeras en Eslovaquia, encabezadas por Austria (Viena est¨¢ a 45 minutos por carretera de Bratislava), Alemania y Estados Unidos, pero pocas realmente importantes -salvo la compra por la firma estadounidense Krnart de una cadena de grandes almacenes por 3.000 millones de pesetas-, a pesar de los bajos niveles salariales y la excelente capacitaci¨®n de la mano de obra. La cifra total de dinero exterior invertido desde 1989, unos 50.000 millones de pesetas, palidece ante los casi 300.000 conseguidos por los checos en el mismo per¨ªodo.
Con la escisi¨®n checoslovaca, Eslovaquia ha llevado la peor parte casi en todo. No s¨®lo porque la industria pesada, contaminante y dif¨ªcil de reconvertir se concentrara en su territorio, sino porque la independencia la ha alejado f¨ªsicamente de Europa occidental, erigiendo una frontera entre Alemania y sus mercanc¨ªas que antes no exist¨ªa y haci¨¦ndola bascular del lado h¨²ngaro y ucraniano.
Eslovaquia trabajaba b¨¢sicamente para el fallecido mercado com¨²n comunista, el COMECON, que absorb¨ªa el 70% de su producci¨®n, y sus grandes f¨¢bricas de armas, textiles o de calzado miraban a los pa¨ªses del este. Y tras la desintegraci¨®n del bloque comunista vino el divorcio, que ha reducido a casi la mitad el comercio bilateral con los checos. Superar este doble rev¨¦s llevar¨¢ probablemente a?os.
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