El 'rigor mortis' del PP
El pasado 26 de febrero, el diputado auton¨®mico del Partido Popular Juan Soler-Espiauba publicaba en estas mismas p¨¢ginas un art¨ªculo en el que, bajo el t¨ªtulo Un decreto funerario, criticaba el reciente decreto-ley de protecci¨®n a la cinematograf¨ªa, y al socaire de comentar sus efectos perversos nos daba sus recetas para la revitalizaci¨®n de este important¨ªsimo sector. En absoluta coincidencia con la direcci¨®n nacional de su partido, expon¨ªa la necesidad de acabar con toda forma de fomento al sector, calificaba a los productores de "caprichosos adictos a la subvenci¨®n-protecci¨®n e inseguros de su competencia profesional" y conclu¨ªa con que el socialismo, nacional o auton¨®mico, no es bueno para el cine, como no lo es para Madrid.Fueron Adorno y Horkheimer quienes, ya en 1947, en un l¨²cido an¨¢lisis, advert¨ªan de los riesgos que presentaban las "industrias culturales", haciendo hincapi¨¦ en los efectos negativos a que pod¨ªa conducir su concentraci¨®n oligop¨®lica. En este sentido, destacaban los efectos demoledores de una producci¨®n uniformada basada en la trivializaci¨®n, en el car¨¢cter ef¨ªmero y el empobrecimiento de contenidos; la transformaci¨®n de las realidades m¨¢s candentes en espect¨¢culo puro y simple; la conversi¨®n del espectador en mero objeto de consumo de novedades; la preferencia, en lo que a la creaci¨®n cultural se refiere, por la mediocridad agradable frente al talento, y, finalmente, denunciaban la generaci¨®n de nuevos desequilibrios socioecon¨®micos y socioculturales entre los que tienen los instrumentos de comunicaci¨®n y la masa enorme de aquellos a quienes se distribuyen los productos de la cultura industrializada, ya sea con miras a una rentabilidad econ¨®mica a corto plazo (la poblaci¨®n como mercado) o bien con fines de control social y pol¨ªtico (la poblaci¨®n como opini¨®n). Resulta sintom¨¢tica en este sentido, a casi medio siglo de la reflexi¨®n de los citados representantes de la escuela de Francfort, la acidez de las discusiones desarrolladas en torno a la cinematograf¨ªa en la ¨²ltima ronda del GATT: para americanos y parte de Europa (Francia y Espa?a, fundamentalmente) se est¨¢ estableciendo un nuevo reparto internacional de funciones entre los pa¨ªses productores de mensajes y los receptores, condenando a estos ¨²ltimos a carecer de influencia real en el contexto internacional.
El informe Delors prev¨¦ que en el supuesto de que el crecimiento del sector no se base en transferencias financieras de Europa a otras partes del mundo, la creaci¨®n de puestos de trabajo podr¨ªa rondar los dos millones de personas para el a?o 2000. Junto a esa dimensi¨®n econ¨®mica, me parece necesario resaltar que, desde el punto de vista cultural, el alcance del audiovisual es infinito, lo que de por s¨ª habla de la importancia de las pol¨ªticas orientadas a su defensa y promoci¨®n. No se trata, en virtud de las cuotas de pantalla, de sustituir la visi¨®n de una pel¨ªcula danesa por Terminator, como nos dice el diputado del PP, sino simplemente ejercer la posibilidad de elecci¨®n defendiendo el acervo cultural europeo, acreci¨¦ndolo y trasmiti¨¦ndolo a futuras generaciones frente a los no siempre di¨¢fanos intereses de los oligopolios de la comunicaci¨®n que tras la m¨¢scara inocente de un relato nos transmiten la necesidad de asumir modos de vivir -y en ¨²ltima instancia, de sentir- absolutamente ajenos a nuestro entorno cultural. Utilizando palabras que seguro comparte el diputado Soler-Espiauba: se trata de poder elegir el idioma castellano o la dieta mediterr¨¢nea frente a la omnipresencia anglosajona o la cultura diet¨¦tica de la hamburguesa.
En funci¨®n de estos objetivos, el Ejecutivo de la Comunidad de Madrid est¨¢ absolutamente convencido de que, sin medidas de fomento, el sector audiovisual madrile?o y espa?ol desaparecer¨¢ con la misma inexorabilidad con que desaparecieron los iguanodontes en el cret¨¢cico. En este sentido, el consejero de Educaci¨®n y Cultura expuso ante la Asamblea de Madrid las medidas sobre las que se est¨¢ trabajando para consolidar el sector. Entre ellas, yo destacar¨ªa las orientadas a impulsar la construcci¨®n de la Ciudad de la Imagen, a la creaci¨®n de un centro avanza do de formaci¨®n en cinematograf¨ªa y audiovisual, a la generaci¨®n de nuevas l¨ªneas de financiaci¨®n de la industria audiovisual -desde la creaci¨®n de sociedades de garant¨ªa rec¨ªproca hasta la financiaci¨®n de parte de los intereses solicitados por los agentes privados-, al fomento y promoci¨®n de las diversas modalidades de ayuda que ofrece el programa Media de la Uni¨®n Europea, a la promoci¨®n interior y exterior de las pel¨ªculas principalmente realizadas en Madrid, al fomento de la creaci¨®n de guiones, a la ayuda a la investigaci¨®n tecnol¨®gica en el sector, as¨ª como a la creaci¨®n de una ventanilla ¨²nica que canalice las ayudas y solicitudes de permisos de rodajes en Madrid. Finalmente, la pol¨ªtica de la Comunidad de Madrid pasa por el fomento de la producci¨®n de cortometrajes como medio de fomentar la aparici¨®n de nuevos valores, as¨ª como la concertaci¨®n con exhibidores para la programaci¨®n de cine espa?ol.
Duele, pues, constatar con qu¨¦ ligereza el Partido Popular califica de funeraria una normativa que aspira a la defensa de los intereses culturales espa?oles y europeos. Produce una sana envidia la actitud de la derecha francesa -sin duda, con una mayor tradici¨®n liberal y un sentido estrat¨¦gico de su cultura, de la que por lo visto carece la derecha espa?ola- ante el sector audiovisual, habi¨¦ndose llegado a un pacto de Estado que ha permitido una estabilidad desde el a?o 1961, lo que le ha permitido ser el pa¨ªs con la industria m¨¢s consolidada de Europa. Aqu¨ª la derecha se complace en la necrofilia y el rigor mortis a la que sus medidas llevar¨ªan a nuestra cinematograf¨ªa. Donde el PP gobierna, su actitud ante la cultura no ha sido precisamente generosa. Y de eso los madrile?os sabemos mucho.
es viceconsejero de Educaci¨®n y Cultura de la Comunidad de Madrid.
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