Al calor del maestro del blues
Vargas Blues Band Javier Vargas (guitarra), ?aco Go?i (arm¨®nica), Jeff Spinoza (voz y guitarra), Shella Cuffy (voz), Fran Montero (bajo), Manolo Jim¨¦nez (bater¨ªa) y David S¨¢nchez (teclados). 1.500 pesetas.
Colegio Mayor San Juan Evangelista. Madrid, 1 de mayo.
No vamos ahora a revelar el misterio de F¨¢tima si afirmamos que el guitarrista Javier Vargas supone la mayor¨ªa de edad del blues hecho por espa?oles. Parece que tiene treinta dedos y, en la cabeza, todas las partituras del delta del Mississippi dispuestas para su ejecuci¨®n. Sus recursos son pr¨¢cticamente inagotables y cada nota parece cargada de intenciones. Un blanco con alma negra.Por otra parte, el marco escogido para el recital no pod¨ªa ser mejor, de cara a un estilo de m¨²sica que exige, como pocos, la cercan¨ªa al int¨¦rprete y la no excesiva masificaci¨®n, para evitar que se rompa el cl¨ªmax. Ni demasiado grande, ni escaso. Con buenas luces y un sonido justo en su volumen. All¨ª, ante un cari?oso y entendido p¨²blico que llenaba el viejo sal¨®n del Johnny, la Vargas Blues Band descarg¨® las canciones de su ¨²ltimo disco, Blues latino, y el efecto era como contemplar las Fallas de Valencia: una cascada de sonidos en cada canci¨®n, en cada interpretaci¨®n, en cada solo.
Cubriendo las espaldas al jefe, una imponente banda brindaba el apoyo imprescindible para que todo fuera f¨¢cil y caliente. A destacar, ese incre¨ªble soplador de arm¨®nica que es ?aco Go?i y el chorro de voz de Miss Sheila Cuffy a la que habr¨ªa que sacar todav¨ªa m¨¢s partido en escena. Y en cuanto a Jeff Spinoza cubre de sobra su papel de voz solista en este grupo, en el que todo suena a gran nivel.
Sinton¨ªa
En una perfecta sinton¨ªa con los agradecidos espectadores, que no perd¨ªan ocasi¨®n de batir palmas o de corear los estribillos m¨¢s conocidos, fueron sonando canciones como Rock away the blues, Cowards knife, Blues latino, M¨¦xico city blues, 2001 blues -en el que la interpretaci¨®n de Sheila Cuffy se hizo merecedora de una gran ovaci¨®n-, I'm Ready -con incendiario duelo de arm¨®nica y guitarra incluido- y hasta una explosiva versi¨®n del doorsiano Roadhouse blues. Tanto en las canciones de arreglos m¨¢s ortodoxos, como en aquellas en las que la imaginaci¨®n de Javier Vargas encuentra posibles salidas en una l¨®gica evoluci¨®n, el resultado fue siempre el mismo: delirio y ganas de participar.
Al final de su actuaci¨®n, Javier Vargas hubo de realizar hasta tres bises, en medio del aplauso de la concurrencia, que se negaba a que una noche con tanto sentimiento concluyera tan f¨¢cilmente. Poco importaba que la Vargas Blues Band llevara sobre sus espaldas el peso de una actuaci¨®n el d¨ªa anterior, a muchos kil¨®metros de Madrid. El blues es una suerte en la que la cara de sufrimiento del m¨²sico hace bonito. La cosa del feeling.
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