?Una Comunidad de derecho?
El Parlamento Europeo vive desde ayer, y hasta el pr¨®ximo viernes, la semana m¨¢s dram¨¢tica de su historia. Durante los 15 a?os que lleva siendo elegido por sufragio universal viene reclamando que el poder legislativo se comparta, mediante decisi¨®n conjunta, entre el Consejo y el Parlamento, que es lo menos que se puede pedir en un sistema democr¨¢tico. Ya existe una exigencia de decisi¨®n conjunta en el caso de la adhesi¨®n de nuevos Estados miembros. En ese sentido, incluso los adversarios de Maastricht no tienen nada que objetar, puesto que el art¨ªculo 0 de ese tratado reproduce simplemente el art¨ªculo 237 del Tratado de Roma, que afirma que todo Estado candidato "presentar¨¢ su demanda al Consejo, que tendr¨¢ que pronunciarse por unanimidad ( ... ) despu¨¦s de la declaraci¨®n de conformidad del Parlamento Europeo, que tendr¨¢ que pronunciarse por mayor¨ªa absoluta de los miembros que lo componen".En una situaci¨®n as¨ª, cada uno de los dos organismos que toman la decisi¨®n conjunta debe, evidentemente, tener en cuenta las exigencias del otro, y su adaptaci¨®n mutua implica un compromiso. Desde hace meses y meses, el Parlamento est¨¢ llamando la atenci¨®n del Consejo sobre la necesidad de que los nuevos miembros se comprometan claramente a apoyar una serie de reformas institucionales para que la ampliaci¨®n no implique la par¨¢lisis de una Comunidad que funcionaba m¨¢s o menos con 6 miembros, no demasiado bien con 9, muy mal con 12 y que quedar¨¢ totalmente bloqueada con 16. El Consejo no s¨®lo no lo ha tenido nunca en cuenta, sino que en su ¨²ltima cumbre acaba de reforzar el poder de veto del Reino Unido.
Si pudiera votar libremente, es seguro que el Parlamento Europeo rechazar¨ªa la declaraci¨®n de conformidad, y obligar¨ªa as¨ª al Consejo a negociar con ¨¦l en pie de igualdad. Pero a seis semanas de las elecciones europeas, cuando la composici¨®n de las listas da a los Gobiernos un tremendo medio de presi¨®n mediante la amenaza de exclusi¨®n o degradaci¨®n, los diputados de Estrasburgo se parecen un poco a los negritos bue
nos de la ¨¦poca colonial, a merced de los representantes de la metr¨®poli. Adem¨¢s, los nacionalismos impulsan a los partidos de oposici¨®n a seguir las directrices de la mayor¨ªa. En este momento, las presiones son tan fuertes que parece probable que habr¨¢ una declaraci¨®n de conformidad, a no ser que las ausencias impidan lograr los 260 votos sobre 518 esca?os necesarios para obtener la mayor¨ªa absoluta de los miembros de la C¨¢mara, lo que ser¨ªa peor para el Parlamento y para los Estados candidatos.
Al Parlamento Europeo le resultar¨ªa dificil recuperarse de
un abandono de sus prerrogativas, especialmente porque al no haber remitido a los diputados hasta el 21 de abril un texto de 720 p¨¢ginas que debe ser votado el 5 de mayo, el Consejo les ha obligado a violar su propio reglamento al tener que renunciar a informar previamente a la mayor¨ªa de las comisiones implicadas. Si los parlamentarios se muestran incapaces de ejercer adecuadamente la decisi¨®n conjunta en este terreno tan fundamental donde se les otorga de forma excepcional, ?c¨®mo se les va a tomar en serio cuando pidan que la decisi¨®n conjunta se aplique al conjunto de
textos de naturaleza legislativa? Pero no nos enga?emos: la cobard¨ªa de algunos parlamentarios al final de su mandato, que tratan de garantizar su reelecci¨®n, no bastar¨ªa para reunir la mayor¨ªa exigida para la declaraci¨®n de conformidad si muchos de los que quer¨ªan aplazar la votaci¨®n hasta que se produjera un compromiso sobre las reformas institucionales no hubieran acabado considerando que un retraso as¨ª ser¨ªa perjudicial para Europa en las circunstancias actuales.
Por una parte, la evoluci¨®n de la opini¨®n p¨²blica en Austria, en Finlandia, en Noruega y en Suecia muestra que las ratificaciones se han vuelto m¨¢s probables que nunca tras el acuerdo del Consejo sobre las actas de adhesi¨®n, y que un rechazo del Parlamento provocar¨ªa un movimiento en sentido opuesto que correr¨ªa el peligro de retrasar la ampliaci¨®n por mucho tiempo. Adem¨¢s, el rechazo reforzar¨ªa a los adversarios de la Uni¨®n Europea en los 12 Estados que votar¨¢n el 12 de junio. Por ¨²ltimo, y sobre todo, en el momento en que uno de los tres grandes Estados fundadores va a enviar ministros neofascistas a un Consejo que presidir¨¢ el a?o que viene, ning¨²n s¨ªmbolo afirmar¨¢ con mayor claridad la orientaci¨®n fundamental de la uni¨®n que la entrada de cuatro naciones profundamente democr¨¢ticas, una de las cuales jam¨¢s se dobleg¨® ante Stalin, aunque estuviera tan cercana y fuera tan vulnerable.
Pero, al mismo tiempo, el Parlamento podr¨ªa enviar un mensaje que simbolizara con la misma fuerza su voluntad de emplear a fondo todas las prerrogativas que le corresponden seg¨²n los tratados, y pedir a su presidente que env¨ªe a la Corte de Justicia un recurso de anulaci¨®n de la incre¨ªble decisi¨®n del Consejo indebidamente llamada "compromiso de loannina". En Luxemburgo, en 1966, hubo un verdadero compromiso: es decir, un acuerdo puramente pol¨ªtico entre los Estados miembros que expresaba su relaci¨®n de fuerza sin crear una situaci¨®n de derecho. Pero al llamar "decisi¨®n" a su acuerdo de marzo pasado y publicarlo como tal en el Bolet¨ªn Oficial de las Comunidades del 13 de abril, justifican el que el responsable de la decisi¨®n en materia de nuevas adhesiones, conjuntamente con el Consejo, considere un acto as¨ª como inconstitucional y lo remita en consecuencia a los jueces competentes. Al decidir que no votar¨¢n la declaraci¨®n de conformidad hasta que no se produzca esa remisi¨®n (que exigir¨ªa como m¨¢ximo 24 horas), los diputados de Estrasburgo no s¨®lo conseguir¨ªan mostrar su voluntad de ampliar la Uni¨®n y reforzar su Parlamento, sino que adem¨¢s permitir¨ªan por fin que se supiera si Europa est¨¢ basada en una Comunidad de derecho. Parece ¨²til que los ciudadanos de los 12 Estados miembros y los de los cuatro Estados candidatos puedan evaluar exactamente la propuesta que ha sido presentada en ese sentido en el Parlamento Europeo:
"El Parlamento Europeo:
Considerando que la Uni¨®n Europea es una Comunidad de derecho a cuyas reglas constitucionales, definidas por los tratados de fundaci¨®n y sus enmiendas regulares, no puede hacer caso omiso ninguna instituci¨®n.
Considerando que la decisi¨®n del Consejo del 29 de marzo de 1994, publicada en el Bolet¨ªn Oficial de las Comunidades Europeas del 13 de abril, es contraria a las disposiciones del art¨ªculo 15 del acta de adhesi¨®n a la Uni¨®n de Austria, Finlandia, Noruega y Suecia, y que esa decisi¨®n ser¨¢, por tanto, inconstitucional a partir de la aprobaci¨®n de dicha acta.
Considerando que esa aprobaci¨®n se producir¨¢ por la declaraci¨®n de conformidad del Parlamento Europeo en virtud del art¨ªculo O del Tratado de Maastricht:
Solicita a su presidente que remita inmediatamente a la Corte de Justicia de la Uni¨®n un recurso contra la decisi¨®n del Consejo del 29 de marzo de 1994 y decida votar la declaraci¨®n de conformidad una vez haya sido presentado dicho recurso".
Parece que ser¨ªa lamentable, para ellos y para sus representados, que los diputados de Estrasburgo no sean llamados a pronunciarse sobre este texto antes de decidir, el 4 de mayo, la declaraci¨®n de conformidad.
es profesor em¨¦rito de la Sorbona y diputado por Italia en el Parlamento Europeo.
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