Obreros de la canci¨®n

Tal vez no haya, en todo el panorama musical espa?ol, dos individuos con menos culto a la propia personalidad que Kiko Veneno y Raimundo Amador. Ambos se ponen al servicio de las canciones que interpretan -grandes, grand¨ªsimas canciones- y por ello sus apariciones esc¨¦nicas gozan de una sencillez propia de artistas t¨ªmidos, que les acerca m¨¢s a los cantautores -en el sentido de enamorados de las canciones que te roban el alma- que a los pavos reales del pop nacional.Klko y Raimundo, Raimundo y Kiko, se calzaron una vez m¨¢s el mono de currantes y saltaron a la palestra a defender los legendarios temas de Veneno, algunos no menos populares de Pata Negra y, por fin, las del ¨¢lbum que ha rehabilitado a Kiko ante el gran p¨²blico. No faltaron las versiones, como ese Volando voy, que nos trae una y otra vez a la retina a Camar¨®n, e incluso una flamenquizaci¨®n del Memphis blues again, de Bob Dylan. Aut¨¦ntico en todo, KIko hizo gozar y goz¨® con una parroquia enfebrecida con las historias de superh¨¦roes de barrio, de delincuentes, de seres humanos que siempre van mirando al suelo, de insomnio, de amor con caldito y dem¨¢s acuarelas sonoras de impresionante belleza. A Raimundo hab¨ªa que verlo disfrutando sencillamente de la buena m¨²sica. Una vez m¨¢s, triunf¨® lo bien hecho.