La pol¨ªtica en el div¨¢n
Las cartas, las fechas y las conversaciones ante testigos, citadas por Garz¨®n en su rueda de prensa para documentar el relato de su doble dimisi¨®n como secretario de Estado y como diputado se prestan a la verificaci¨®n de cualquier observador imparcial; m¨¢s dif¨ªcil ser¨ªa, en cambio, pronunciarse de manera concluyente sobre su versi¨®n de los di¨¢logos mantenidos a solas con el presidente del Gobierno o el ministro de Justicia si ¨¦stos ofreciesen referencias diferentes de sus contenidos. Ni siquiera har¨ªa falta que alguien mintiese descaradamente para que esas eventuales discrepancias resultasen irreconciliables: los mecanismos de selecci¨®n de la memoria -como aprendieron los cin¨¦filos con el admirable Rashomon de Akira Kurosawa- filtran, seleccionan y fabrican los recuerdos seg¨²n mecanismos dominados por las pasiones y los prejuicios.La doble dimisi¨®n pondr¨¢ seguramente en marcha una furiosa pol¨¦mica sobre los verdaderos m¨®viles que condujeron al ex diputado y ex secretario de Estado a su espectacular abandono. Algunos abogados y fiscales de ese simb¨®lico pleito ya comparecieron en estrados hace un a?o cuando Garz¨®n resolvi¨® pedir la excedencia en la carrera judicial y presentarse a las elecciones cono n¨²mero dos de la lista madrile?a del PSOE encabezada por Felipe Gonz¨¢lez. Doce meses despu¨¦s, sin embargo, acusadores y defensores han intercambiado sus togas: mientras los socialistas pasan de los elogios encendidos a los reproches avinagrados para hablar del ex diputado, la oposici¨®n sustituye sus pasados improperios contra el oportunismo del juez por los elogios a sus acendrados principios.
Los profesionales del poder suelen utilizar an¨¢lisis elementales de la conducta humana, sacados de la letra gran de de los manuales peque?os sobre psicolog¨ªa aplicada, para pintar visiones gloriosas de los prop¨®sitos propios y cuadros infernales de las intenciones ajenas. No parece, sin embargo, que esos burdos intentos de hacer desfilar a la clase pol¨ªtica por el div¨¢n del doctor Freud tengan demasiado futuro; las subastas para conseguir el monopolio casero de los ideales mas nobles (el patriotismo, la responsa bilidad de Estado, la estabilidad institucional, el servicio p¨²blico, la honradez o el desprendimiento) y por endosar al adversario las metas m¨¢s rastreras (la vanidad insatisfecha, la corrupci¨®n rampante, la ambici¨®n de poder, la sed de venganza o el esp¨ªritu totalitario) no tienen m¨¢s inter¨¦s que las peleas de las marujonas en la cola de un mercado. Los espectadores de la vida p¨²blica dif¨ªcilmente podrian tomarse en serio ese grosero reduccionismo de los m¨®viles y esa redistribuci¨®n sectaria de las virtudes; cualquier acci¨®n humana est¨¢ animada por una compleja y contradictoria pluralidad de motivaciones. Y es evidente que el dilema seg¨²n el cual Garz¨®n ser¨ªa o bien un trepador despechado por no ser nombrado ministro o bien un abnegado palad¨ªn de las causas mas nobles no resiste el an¨¢lisis.
Por lo dem¨¢s, la rueda de prensa estuvo presidida por un visible desencanto y una notable amargura: si hace un a?o la incorporaci¨®n de Garz¨®n a las listas electorales del PSOE le acarre¨® ya una catarata de interpretaciones mezquinas procedentes de la oposici¨®n, ahora le aguarda una rociada de versiones igualmente ruines a cargo de sus antiguos compa?eros de grupo parlamentario. Jos¨¦ Ortega y Gasset analiz¨® con gran brillantez, en su ensayo sobre Mirabeau, la irresistible tendencia de los pol¨ªticos a verlo todo "en forma de asa"; esto es, a manipular ideas, cosas' sucesos y hombres como Instrumentos al servicio de sus mudables prop¨®sitos. Nada mejor para confirmar la teor¨ªa orteguiana que la pat¨¦tica experiencia de Garz¨®n, explotado primero en su condici¨®n de instructor del caso Amedo, utilizado despu¨¦s en la campa?a del 6-J y a punto de ser manipulado ahora en su v¨ªa crucis dimisionario: siempre como inocente protagonista de una cruel versi¨®n pol¨ªtica de La se?orita de Tr¨¦velez teatralizada por Arniches.
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