Una economista en una instituci¨®n ben¨¦fica
El triunfo socialista de 1982 le vali¨® a Carmen Mestre su primer puesto de importancia en la Administraci¨®n. A finales de aquel a?o, esta bilba¨ªna nacida en 1943, madre de dos hijos, tom¨® posesi¨®n del cargo de directora general de la Energ¨ªa, dentro del Ministerio de Industria que entonces presid¨ªa Carlos Solchaga.Carmen Mestre Vergara, licenciada en Econ¨®micas por la Universidad de Barcelona, hab¨ªa trabajado previamente en el Banco Urquijo y el Banco de Financiaci¨®n Industrial. En 1970 se incorpor¨® a la Direcci¨®n de Estudios del Instituto Nacional de Industria, en la que realiz¨® diversos informes sobre temas energ¨¦ticos. De all¨ª pas¨¦ a la Direcci¨®n de Control de Operaciones, como subdirectora hasta su nombramiento de 1982.
Mestre ocup¨® aquel primer cargo importante durante cuatro a?os. La llegada de Luis Carlos Croisier como ministro de Industria fue el detonante de su salida. Sus relaciones con el nuevo titular no eran buenas, seg¨²n trascendi¨® entonces.
De aquella direcci¨®n general pas¨® Carmen Mestre a desempe?ar cargos de menor importancia en Asturias hasta que, en junio de 1987, fue nombrada por, Abel Caballero, entonces ministro de Transportes, secretaria general de Comunicaciones y presidenta de La Caja Postal de Ahorros y en ese puesto estuvo hasta julio de 1988.
Entre julio de 1988 y enero de 1990 fue vicepresidenta ejecutiva de la Asamblea Suprema de la Cruz Roja Espa?ola, pasando a ser presidenta de la Asamblea Suprema de la Cruz Roja Espa?ola, cargo para el que tuvo el apoyo pleno de Matilde Fern¨¢ndez, la anterior ministra de Asuntos Sociales, quien respald¨® sin ambages la gesti¨®n de Carmen Mestre al frente de la instituci¨®n, como demostr¨® a la hora de defender a Mestre en 1992, cuando se conocieron los detalles de la permuta de la sede central.
Indemnizaciones
En estos cuatro a?os de gesti¨®n al frente de Cruz Roja Espa?ola, Carmen Mestre ha cosechado un buen pu?ado de enemigos. El despido del anterior equipo directivo -presidido por el tambi¨¦n socialista Leocadio Mar¨ªn- y, despu¨¦s, de diversos colaboradores y trabajadores, ha dejado un rastro casi sangriento, a pesar de las millonarias indemnizaciones que ha tenido que pagar la instituci¨®n.
Los que la han conocido no dudan en calificarla de "autoritaria y prepotente". El sistema presidencialista de la instituci¨®n, ha fomentado la imagen de una directiva poco permeable a la cr¨ªtica. "Es dif¨ªcil discrepar", dec¨ªa a este peri¨®dico un miembro del comit¨¦ nacional. "No disponemos de informaci¨®n suficiente sobre la gesti¨®n y ponerte en su contra te convierte inmediatamente en su enernigo".
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