La lluvia no aguar¨¢ el fin de fiesta ciclista

Esto no son los toros. La apostilla de "si el tiempo lo permite y nunca se ha usado en ciclismo. Los corredores de la Vuelta Ciclista a Espa?a pueden con todo. Y si se suspende una etapa, o parte del recorrido, como sucedi¨® el viernes pasado en Navacerrada, se hace m¨¢s pensando en la caravana de coches y motos que en los propios ciclistas, que no necesitan cadenas para ascender los puertos de monta?a. Tampoco los chubascos encogen su ¨¢nimo.

As¨ª que, aunque los meteor¨®logos anuncien para hoy en la Castellana un vendaval y fuertes chubascos los poco m¨¢s de 100 supervivientes de la Vuelta no se van a privar del lujazo de dar varias vueltas de honor por el conocido como "circuito de San Isidro" el d¨ªa del patr¨®n de la Villa y Corte.El paseo de La Castellana no son los Campos El¨ªseos ' de Par¨ªs. La Vuelta no es el Tour. Y todo ello no impide que sea .especial el espect¨¢culo del que pueden disfrutar los animosos que se acerquen a las aceras.Todo planeado

Como en una obra de teatro ensayada, en la representaci¨®n que se desarrolla en el paseo que cruza Madrid de norte a sur apenas caben las sorpresas. Por un lado marcha el l¨ªder, con su camiseta amarilla limpia y reluciente, posando para los fot¨®grafos y recibiendo felicitaciones; por otro aparecen los retadores, aquellos ciclistas a los que les gusta ir en solitario y que a?o tras a?o luchan, in¨²tilmente, por evitar que los m¨¢s poderosos se impongan. El tercer personaje en liza son esos, los sprinters: normalmente ser¨ªan los malos de la pel¨ªcula, pero en ciclismo no hay justicia po¨¦tica. Siempre gana el m¨¢s fuerte.

A eso de las tres de la tarde el primer fugado, si se respetan las normas, entrar¨¢ en solitario por las calles de Madrid. Enfilar¨¢ Camoens, Marqu¨¦s de Urquijo, Princesa, Plaza de Espa?a , Cuesta de San Vicente, Bail¨¦n, Mayor, Puerta del Sol, San Jer¨®nimo, Neptuno, Felipe IV, Alfonso XII, Puerta de Alcal¨¢, Vel¨¢zquez y Goya, y si las fuerzas propias y ajenas se lo permiten, entrar¨¢ solo en La Castellana y se dejar¨¢ deslumbrar por los aplausos.

Ah¨ª suele acabar su faena y comienzan las demostraciones. El escenario, ocho vueltas de 5,4 kil¨®metros, desde el cruce con Goya hasta la plaza de Castilla. A veces, al equipo del l¨ªder le gusta ponerse un poco en cabeza, para dejarse ver; si no, entran en acci¨®n los equipos de los sprinters. Entre todos montar¨¢n el gran fin de fiesta a las puertas del Bemab¨¦u. Relevos a velocidad de v¨¦rtigo, saltos y la impasible ley. Si todo sale bien, se vivir¨¢ uno de los sprints m¨¢s bonitos: una recta de m¨¢s de un kil¨®rnetro en ligera cuesta arriba.