Botero para siempre, una magn¨ªfica idea
Que Botero se quede en Madrid. La magn¨ªfica idea lanzada por el concejal de Hacienda, Fernando L¨®pez-Amor (v¨¦ase El Pa¨ªs Madrid del lunes), constituye una de las propuestas m¨¢s interesantes que han salido de la Casa de la Villa en los ¨²ltimos a?os. El edil que cuenta las pesetas y cobra los tributos locales ha obsequiado a la concurrencia, sorprendentemente, con un envite que supondr¨ªa un regalo: que el municipio compre las 18 colosales estatuas -otras tres ya est¨¢n vendidas a Aeropuertos Nacionales- plantadas por el artista colombiano en Recoletos hasta el 12 de agosto. De momento, L¨®pez-Amor se ha quedado aislado en la propuesta, criticada por su compa?era Esperanza Aguirre y tachada de locura por los portavoces de la oposici¨®n. Pero si el concejal del PP pone en este empe?o el mismo empecinamiento que en convencer a los madrile?os de que los impuestos municipales no han subido, seguro que los gigantes obesos se quedan con nosotros.?l ha cifrado el precio en 3.000 millones, una. cantidad muy inflada (tal vez para luego presentar el hipot¨¦tico precio real como un ¨¦xito), pero no ha dicho que el dinero vaya a salir necesariamente del t¨ªsico cofre municipal. Tampoco ha ofrecido muchas pistas de lo contrario, es verdad. No obstante, las posibilidades imaginativas pueden ir present¨¢ndose s¨®lo con no rechazar de plano la idea.
Por ejemplo -y en l¨ªnea con las insinuaciones de L¨®pez-Amor-, el Ayuntamiento puede invitar a una entidad comercial o financiera a adquirir las 18 im¨¢genes descomunales -que tanto ¨¦xito popular han cosechado- por un precio total que bien puede rondar los 1.500 millones, centena arriba o abajo. Las estatuas engrosar¨ªan el patrimonio del banco o de la empresa; y constituir¨ªan una inversi¨®n como muchas otras, cuyo precio se revalorizar¨¢ con el tiempo -y con la fama-, igual que las obras de arte que adquieren bancos y fundaciones. La firma que las comprase ceder¨ªa luego el uso al municipio con la condici¨®n de que estuvieran expuestas donde ahora se encuentran, y quiz¨¢s con alguna placa que advierta al p¨²blico sobre el patrocinador de la operaci¨®n. La entidad compradora, asimismo, podr¨ªa explotar los derechos de imagen de las orondas figuras y sus eventuales reproducciones a menor escala. La operaci¨®n publicitaria no tendr¨ªa precedentes, y su rentabilidad tampoco.
A partir de ese momento, todas las gu¨ªas tur¨ªsticas sobre Espa?a, y hasta el m¨¢s leve folleto de Madrid, recoger¨¢n las estatuas de Botero como un atractivo de la ciudad, que servir¨¢ tambi¨¦n de reclamo para una porci¨®n de asfalto privilegiada que re¨²ne tres valios¨ªsimos museos.
Los tiempos que sufrimos dan abono para el baratillo de prestigio, y, as¨ª como la torre Eiffel o la Giralda se yerguen en miles de vitrinas y repisas, los gordos de Botero pueden convertirse en unos madrile?os m¨¢s -?con tanta raz¨®n, puesto que vienen de fuera!- que se reproducir¨¢n en recuerdos tur¨ªsticos, pegatinas, camisetas, cuadernos... Ser¨¢ un soporte cutre, si se quiere, pero estamos hablando de financiar la operaci¨®n: Mafalda casi ha dado tanto dinero a Quino en las historietas como en los llaveros. (Y todo ello, por supuesto, siempre que el autor lo autorice).
Si la voluntad del artista y la del municipio coinciden, lo de menos es encontrar la f¨®rmula. Ya saldr¨¢. Y ya se analizar¨¢ si procede que los gordos de bronce miren a los paseantes o a los coches. Pero, de momento, el debate ciudadano puede ponerse en marcha, y se agradece la iniciativa del concejal. Es ¨¦sta una ciudad poco dada a discutir sobre s¨ª misma; en ella se han cometido muchas tropel¨ªas urban¨ªsticas y decorativas (es un, decir) sin que nadie haya alzado la voz. Y alimentar debates de este tipo parece un buen ejercicio para poner en forma los cinco sentidos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.