Ritos carnales
Acudimos a la plaza en un tren que corre velozmente bajo tierra, presentamos unas entradas emitidas por ordenador, y si el festejo es aburrido podemos ahogar nuestras penas en un bar dentro de la plaza y seguirlo por tele. Mas a pesar de los avances tecnol¨®gicos, los or¨ªgenes de este rito se pierden en las tinieblas del tiempo.Est¨¢n en la caza de antepasado del toro de lidia, una actividad plasmada en pinturas prehist¨®rica!. ?Estas im¨¢genes fueron un intento de asegurar el ¨¦xito cineg¨¦tico, tendr¨ªan incluso un fin m¨¢gico? Los expertos discrepan. Una manifestaci¨®n s¨ª claramente religiosa era el culto de Mithras, muy extendido por el Mediterr¨¢neo y durante siglos competidor del cristianismo. En su principal rito, los fieles se dejaban caer encima la sangre purificadora de un toro sacrificado.
Los mitos perduran. En Soria, por San Juan, todo el mundo est¨¢ invitado, en palabas de un entusiasta autor local, "a comulgar respetuosamente con la carne y la sangre del dios ibero m¨¢s antiguo en el escalaf¨®n de la religiosidad de esta pen¨ªnsula". Se cuenta que Primo de Rivera, desde su asiento en la plaza, gustaba de comer las criadillas asadas de un toro, y en la novela er¨®tica Histoire de oeil (1926), de Georges Bataille, la joven que presencia una corrida en Madrid con su pareja utiliza los test¨ªculos bovinos con un fin m¨¢s sensual que gastron¨®mico.
Todav¨ªa hoy, en la gran ciudad, perduran ritos taur¨®maco culinarios. En Casa D¨ªaz El Rabo de Oro, una castiza tasca en la calle de Ayala, 8 1, los celebrantes se sientan entre banderillas, capotes y carteles que anuncian "seis brav¨ªsimos toros, seis", lidiados en tardes de sol y moscas. Tambi¨¦n cuelgan peludos rabos disecados, concedidos en plazas menos exigentes que la nuestra. "De vez en cuando vienen Anto?ete o Curro V¨¢zquez" dice Tino D¨ªaz propietario, con su hermano Julio, que se ha fotografiado con virtualmente todos los diestros que han toreado en Las Ventas en los ¨²ltimos 40 a?os.
Todos los d¨ªas se sirve, naturalmente, rabo de toro, comprado en el cercano mercado de Torrijos, en Carnicer¨ªa El Cordob¨¦s, especialista en carne de toro de lidia ("sin clenbuterol"). Se prepara seg¨²n una receta que detallan varios recortes de prensa all¨ª expuestos, y que copi¨¦ con cuidado. Tras mucho insistir, convenc¨ª a mi actual esposa de que guisara este plato (aunque tuve que decirle que era carne del toro que hab¨ªa matado su ¨ªdolo, el guapo V¨ªctor Mendes). Lo acompa?amos con un vino apropiadamente llamado Sangre de Toro. ?am, ?am. ?Y luego, durante la siesta ... !
Creo que est¨¢ buscando una receta para criadillas.
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