El ex gobernador y la marabunta
Madrid Eran las cuatro en punto de la tarde cuando Mariano Rubio pis¨® de nuevo la libertad. Antes camin¨® los 200 metros que separan la puerta de la prisi¨®n del control de entrada. Esbozaba una leve sonrisa, que se torn¨® en desconcierto cuando fue zarandeado y apretujado por decenas de periodistas. No pronuncio ni una palabra. Su esposa, Carmen Posadas, no acudi¨® a esperarle.
Soplaba un viento fr¨ªo y amenazaba lluvia en el centro penitenciario de Alcal¨¢-Meco. Quince minutos antes de las cuatro de la tarde, lleg¨® Gonzalo Rodr¨ªguez Mourullo, abogado del ex gobernador del Banco de Espa?a, lo que hizo presagiar que estaba pr¨®xima la salida de su cliente. ?ste, posiblemente, ya se hab¨ªa despedido a esa hora de su amigo y compa?ero Manuel de la Concha.
Rubio, al fin, apareci¨® a lo lejos. Caminaba pausadamente junto a la alambrada que circunda el recinto penitenciario. Vest¨ªa un impecable traje y una corbata de tonos azules. Sonre¨ªa ligeramente, pero en ning¨²n momento exterioriz¨® su alegr¨ªa de forma m¨¢s expl¨ªcita. Su rostro denotaba cansancio.
Al llegar a la cabina de control, los reporteros gr¨¢ficos rompieron la formaci¨®n y se echaron encima de Rubio. Aunque es un hombre sobradamente conocido y, sin duda, el m¨¢s ilustre cliente de la prisi¨®n, el polic¨ªa no le eximi¨® del tr¨¢mite: tuvo que identificarse, mientras el agente escrib¨ªa con parsimonia su nombre y dos apellidos en la hoja de salidas.
Cumplido el formalismo, el ex gobernador, con cara de asombro, soport¨® el acoso, el zarandeo y los apretujones de los periodistas. ?C¨®mo se encuentra, se?or Rubio7 ?l parec¨ªa no o¨ªr. S¨®lo quer¨ªa salir de aquella marabunta gui¨¢ndose por las voces de su abogado. Pero no encontraba la forma.
El ex gobernador no llevaba nada en las manos. Ni los libros que ha le¨ªdo entre rejas: Del amor y otros demonios, de Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez; las Memorias, de Bioy Casares, y La Casa de los esp¨ªritus, de Isabel Allende.
Posadas prefiri¨® esperarle en casa. "No quiero contribuir al show que suponen este tipo de reencuentros" explic¨®. Ella desear¨ªa irse unos d¨ªas fuera de Madrid, aunque sospecha que su marido va a decir que no".
Mientras aguardaba a sir esposo en el portal, Posadas declar¨®: "Estoy muy contenta de que al final las cosas se lleven por la v¨ªa de la justicia y sin presiones pol¨ªticas". Al llegar el ex gobernador, de nuevo fue rodeado por una turba de periodistas, mientras rogaba: "No me empujen; no me empujen".
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