Por Botero, Gordos y flacos
No me arrepiento, en absoluto, de confesar mi admiraci¨®n por las gordas y gordos de Botero, por sus magn¨ªficas morf¨®log¨ªas y por sus impresionantes formas volum¨¦tricas, que en este mes de mayo exhiben sus c¨¢ndidas e ingenuas carnes en el paseo de Recoletos. Y a?ado que no me importar¨ªa llenar las calles y plazas de Madrid con esas hermosas morbideces, porque, entre otras cosas, dan una imagen de calor humano. Creo que ser¨ªa una buena inversi¨®n, que enriquecer¨ªa notabil¨ªsimamente, de forma est¨¦tica y ciertamente manierista, el extraordinario patrimonio art¨ªstico y cultural de la ciudad. Pero, como de utop¨ªas hablamos, tambi¨¦n me gustar¨ªa enriquecer Madrid con obras de arte de otros artistas, incluido, ?como no!, el flaco Giacometti. Aprovecho la ocasi¨®n para sugerir y demandar a los mecenas de verdad -los que dicen que aprecian a Madrid, los que dicen que apuestan por el arte y la cultura- a esforzarse invirtiendo una peque?a parte de sus excedentes en el prestigio de la ciudad y le regalen arte. Y como lo on¨ªrico es la ant¨ªtesis de las finanzas, dicho de otra manera, so?ar no cuesta dinero, me imagino que alguien con suficiente sensibilidad art¨ªstica pone a mi disposici¨®n los medios econ¨®micos necesarios para que Madrid y su pueblo se queden con la hermosa colecci¨®n de gordas. Hasta aqu¨ª, la licencia. Pasamos a la reflexi¨®n.Nadie tiene la patente sobre gustos. Es un privilegio personal e intransferible, que no puede ser suplantado desde la sacralizaci¨®n de unos pocos iniciados. Por eso, al celebrar mi admiraci¨®n por la obra de Botero, no pretendo establecer contenciosos entre gordos y flacos, Boteros y Giacomettis, antiguos o modernos, Quijotes o Sanchos, etc¨¦tera. Sencillamente, estoy expresando mi opini¨®n. Pero como parece que vivimos tiempos propicios al esperpento, mira por d¨®nde, surgen los defensores de las causas flacas y en nombre de no se sabe qu¨¦ vanguardia me acusan de ser el abanderado del partido de los antiguos. Aqu¨ª empieza lo m¨¢s divertido. ?Qui¨¦n me iba a decir a m¨ª que ser¨ªa el abanderado de gordos y gordas por expresar una espont¨¢nea opini¨®n sobre el arte de Botero?
Sin pretenderlo, me he encontrado con un sugerente cartel pol¨ªtico que me merece todos los respetos. Porque en Espa?a hay una espl¨¦ndida poblaci¨®n de obesos, que a lo mejor necesitan un l¨ªder que., les prevenga, por ejemplo, de las masivas campa?as de adelgazamientos y tambi¨¦n de las ideas flacas y canijas de muchos opinadores y dem¨¢s especies m¨¢s o menos influyentes. Me alegro de que por fin el arte, en este aso de Botero, se haya convertido en el entro de un debate intelectual y popular, el que, por cierto, andamos bien escasos n este pa¨ªs. No se trata de oponer a una muestra escult¨®rica tan importante como a de Fernando Botero otros estilos y otros creadores. Todos ellos deben tener u sitio en Madrid: Moore, Chillida, Nauman, ?valos, Beuys, etc¨¦tera. Desde ahora mismo, reitero mi admiraci¨®n definitiva por las esculturas de Botero y hago extensivo mi aprecio a todas las sanas gorduras humanas. Reivindico, para todos los que llevan su peso sin complejo, su derecho a soltar las carnes, lo que supone un canto a la libertad de expresi¨®n. El Renacimiento en Botero espero que no sea flor de mayo y perdure para siempre entre las gentes de Madrid. El que a este movimiento le llame "partido antiguo" es que sufre un peligroso autismo anor¨¦xico y no aguanta ni siquiera un soplo de utop¨ªa.
Fernando L¨®pez-Amor y Garc¨ªa es inspector financiero y tributario del Estado y concejal de Hacienda y Econom¨ªa del Ayuntamiento de Madrid.
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