Lucy y la moralidad
Lucy fue descubierta en 1974 en Etiop¨ªa, el esqueleto casi compjeto de una adolescente que viv¨ªa hace tres millones de a?os en las estepas africanas. Lucy ten¨ªa un metro de altura y un cerebro poco mayor que una pelota de mano, con 300 gramos de peso, menor que el de un chimpanc¨¦. De Lucy, o al menos de los miembros de su especie, Australopithecus afarensis, descendemos los humanos.Lucy era diferente de gorilas y chimpanc¨¦s por su postura b¨ªpeda, cosa que sabemos por la configuraci¨®n de sus caderas. Los antepasados de Lucy hab¨ªan cambiado su estilo de vida, migrando de la selva a la estepa. La postura b¨ªpeda evolucion¨® en la estepa porque permite ver de lejos a los depredadores de los que huir y a las v¨ªctimas a cazar, lo que nuestros antepasados pod¨ªan hacer mejor erguidos sobre las patas traseras.
La postura b¨ªpeda fue el cambio clave que llev¨® al aumento del cerebro y de la inteligencia. Y fue tambi¨¦n el cambio clave de donde se origina el sentido moral. Los humanos son definidos biol¨®gicamente por su inteligencia, Homo sapiens. Otro atributo que nos distingue de los dem¨¢s animales es el sentido moral, Homo moralis. S¨®lo los humanos evaluamos las acciones como moralmente buenas 0 malas.
?De d¨®nde nos viene el sentido moral? Los sociobi¨®logos responden que el sentido moral, como otros atributos universales de la humanidad, es un producto de la evoluci¨®n biol¨®gica. Estoy de acuerdo, pero no con la explicaci¨®n que dan.
El comportamiento moral, seg¨²n los sociobi¨®logos, est¨¢ regido por el mismo c¨¢lculo de beneficios y perjuicios biol¨®gicos que gobierna la evoluci¨®n de todos los seres vivos. Por ejemplo, ?por qu¨¦ se considera virtuoso honrar a los padres y proteger a los hijos? Porque ello, responden, contribuye a propagar los genes del individuo virtuoso.
Un individuo recibe la mitad de sus genes de cada uno de sus padres y pasa la mitad de sus genes a cada uno de sus hijos. Por ello, dicen, la ley inexorable. de la selecci¨®n natural impone sacrificarse por los hijos siempre y cuando el coste del sacrificio sea menor de la mitad del beneficio de los hijos. Lo mismo pasa con otros comportamientos que parecen altruistas. Las acciones que pasan por virtuosas no son sino maniobras destinadas a multiplicar los genes del individuo que las lleva a cabo.
Tal explicaci¨®n p¨¢rece descabellada y repudiable por la experiencia personal. Cuando actuamos virtuosamente, lo hacemos porque,es lo que nos dicta la conciencia y no porque hayamos calculado que tal acci¨®n es beneficiosa para nuestros genes.
Los sociobi¨®logos contestan ingeniosamente que nuestra conciencia es un truco de la selecci¨®n natural, que nos hace creer que las acciones tienen una dimensi¨®n moral, simplen¨ªente para que actuemos de acuerdo con el inter¨¦s de los genes. No es que seamos capaces de hacer Juicios de valor y actuar con libre albedr¨ªo, sino que los genes hacen que lo creamos as¨ª para su beneficio.
La sociobiolog¨ªa pretende explicar el sentido moral como producto de la evoluci¨®n, pero lo que hace, al final, es negarlo.
Existe, sin embargo, un argumento v¨¢lido que manifiesta que el sentido moral es producto de la evoluci¨®n biol¨®gica. El sentido moral es, como la vista, el o¨ªdo y otros sentidos, una capacidad: en este caso, la de juzgar las acciones como virtuosas o reprobables.
La capacidad de hacer juicios morales es cosa muy diferente de los c¨®digos morales, es decir, las normas con arreglo a las cuales decidimos que una acci¨®n es buena o mala, como no robar o no fornicar. Uno de los desatinos de los sociobi¨®logos es confundir el sentido moral con los c¨®digos morales.
El desatino es tan grande como confundir la capacidad de hablar con la lengua que se habla. La capacidad de hablar es un atributo universal humano; que se hable espa?ol o ingl¨¦s depende de circunstancias hist¨®ricas y geogr¨¢ficas.
Como la capacidad de hablar, el sentido moral es un atributo universal de la naturaleza humana y producto de la evoluci¨®n biol¨®gica. Por el contrario, los c¨®digos morales, como las lenguas, no son producto de la evoluci¨®n biol¨®gica, sino de las tradiciones sociales y religiosas.
Pero el paralelo entre moralidad y lenguaje no debe llevarse hasta el final. El espa?ol, s¨¢nscrito y maya son lenguas radical e irreconociblemente diferentes (aunque Chorrisky y otros estructuralistas proclaman que todos los lenguajes comparten estructuras profundas ineludibles). Los, c¨®digos. morales var¨ªan de una cultura a otra, pero todos los c¨®digos morales tienen mucho en com¨²n.
La raz¨®n es la siguiente. Un lenguaje es sem¨¢nticamente arbitrario; no se necesita que haya correspondencia entre la configuraci¨®n de cada palabra y lo que significa. Por el contrario, las normas morales necesitan conformarse con las necesidades biol¨®gicas. Una sociedad que tuviera como mandamiento , por ejemplo, matar a todos los reci¨¦n nacidos, se extinguir¨ªa. Los c¨®digos morales tienen que ser compatibles con las necesidades biol¨®gicas, aun cuando no sean dictados por ellas.
?C¨®mo surge el sentido moral en la evoluci¨®n? La selecci¨®n natural no favorece directamente la emergencia del sentido moral, puesto que el juzgar una acci¨®n como buena o mala no tiene consecuencias biol¨®gicas, aunque el actuar s¨ª las tiene.
El imperativo a hacer juicios morales se deriva necesariamente de la presencia conjunta de tres atributos: anticipar las consecuencias de las acciones, hacer juicios de valor y el libre albedr¨ªo. El primero de estos atributos es el m¨¢s fundamental, pero los tres requieren la existencia de una inteligencia eminente, tal como se da en los seres humanos y s¨®lo en ellos. Para que una acci¨®n sea moral se requiere que el sujeto anticipe las consecuencias de tal acci¨®n. S¨®lo si puedo prever que al apretar el gatillo saldr¨¢ la bala que matar¨¢ a mi enemigo podr¨¢ ser calificada de asesinato la acci¨®n de apretar el gatillo. Apretar el gatillo no es de por s¨ª un acto moral, lo es por sus consecuencias.
La habilidad de anticipar las consecuencias de una acci¨®n es una propiedad estrechamente -relacionada con lade reconocer el v¨ªnculo entre los medios y los fines. El medio es medio s¨®lo por el fin al que sirve. Reconocer al medio como medio requiere actualizar mentalmente realidades que no est¨¢n presentes, los fines. El herrero dise?a el cuchillo pensando en la carne.
Las ra¨ªces evolutivas de tal capacidad surgieron cuando nuestros antepasados migraron de la selva a la estepa. La postura b¨ªpeda hab¨ªa dejado libres los miembros anteriores, que nuestros antepasados utilizaban para construir utensilios.
Pero la construcci¨®n de utensilios depende no s¨®lo de la destreza manual, sino tambi¨¦n de percibirlos como medios para alcanzar ciertos fines: el cuchillo para cortar, la flecha para cazar. Junto con la destreza manual, evolucionaron el tama?o del cerebro y la inteligencia, que permit¨ªan a nuestros antepasados dise?ar utensilios, eficaces para cazar animales m¨¢s grandes y fuertes que ellos.
La secuencia de relaciones causales es clara. Primero evolucion¨® la postura b¨ªpeda; la. cual hizo posible utilizar las manos para construir utensilios; esto llev¨® al desarrollo de la inteligencia, puesto que tra¨ªa consigo la capacidad de dise?ar objetos cada vez m¨¢s complejos para prop¨®sitos cada vez m¨¢s remotos. La inteligencia nos da la capacidad de abstracci¨®n y, con ella, la de anticipar las consecuencias de nuestros actos.
La capacidad de prever el futuro, esencial para el comportamiento ¨¦tico, est¨¢ causalmente ligada a aquel suceso aparentemente inconsecuente, la migraci¨®n de nuestros antepasados de la selva a la estepa.Francisco J. Ayala es profesor de Gen¨¦tica y Evoluci¨®n en la Universidad de California, Irvine, y presidente de la Asociaci¨®n Americana para el Avance de la Ciencia.
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