"La construcci¨®n de Europa es una carrera de fondo, no un "sprint"
Acaba de comenzar su ¨²ltimo a?o de estancia en el El¨ªseo y, a trav¨¦s de una serie de entrevistas a medios de comunicaci¨®n franceses y europeos, ha decidido hacer el balance de su larga vida pol¨ªtica. A sus 77 a?os de edad y tras 13 en la presidencia de la Rep¨²blica Francesa, Fran?ois Miterrand es un hombre m¨¢s pesimista que nunca. "El mundo", dice, "ha cambiado mucho, pero no el ser humano".Mitterrand se sigue declarando de izquierdas, pero constata que la presencia en el poder de los partidos progresistas es, m¨¢s bien, una rareza en las democracias burguesas. Y desde la misma actitud de quien ha visto correr mucha agua, afirma que el actual ascenso de las fuerzas populistas, ultraderechistas y nacionalistas, es algo que ¨¦l ya ha conocido en alguna que otra ocasi¨®n anterior.Recibe Mitterrand a Jean Daniel, director de Le Nouvel Observateur, y a los representantes de The Independnt, La Repubblica y EL PA?S en su despacho del El¨ªseo. El marco es versallesco, pero los muebles, azules y de dise?o vanguardista, son de Philippe Stark. Destaca en la pieza una maqueta de la Gran Biblioteca de Francia, el ¨²ltimo de los grandes proyectos arquitect¨®nicos de un presidente cuya tarea ha estado inspirada en buena medida en la idea de que los hombres pasan, pero las piedras y los libros permanecen.
Viste de gris, con una corbata de cachemir, y, pese a los rumores sobre una agravaci¨®n de su enfermedad, se muestra sonriente y en buena forma f¨ªsica y mental. Sobre la cera de su rostro, eso s¨ª, se dibujan innumerables surcos, y, de vez en. cuando, se pone la mano en una oreja, amplificando su capacidad de recepci¨®n. "Es que, como Deng Xiaoping, soy algo sordo".
Est¨¢ sentado bajo un viejo tapiz que representa a Don Quixotte gueri de sa folie par la sagesse. A lo largo de hora y media de conversaci¨®n, el mensaje que reitera es Europa. Dir¨ªase que ¨¦se es su testamento pol¨ªtico: que s¨®lo la unidad puede curar de sus locuras a los pueblos del continente.
Pregunta. La mayor parte de su segundo septenio presidencial ha sido enturbiada por grandes acontecimientos internacionales. ?No le ha pillado por sorpresa, corno a todos, la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn, el hundimiento de URSS, la reunificaci¨®n alemana, las guerras en los Balcanes y el resurgimiento en Europa de los viejos nacionalismos?
Respuesta. Sin pretender ser adivino, yo ya hab¨ªa considerado en 1981 la hip¨®tesis de la desaparici¨®n de la Uni¨®n Sovi¨¦tica. La decadencia sovi¨¦tica era visible antes de la muerte de Breznev. Hay que recordar que a lo1argo del siglo se han hundido en Europa el imperio otomano, el imperio austroh¨²ngaro, dos imperios alemanes, dos imperios rusos y, por encima de eso, los imperios coloniales. Son muchos. En todos los lugares donde desaparecieron esos imperios surgieron m¨²ltiples vocaciones nacionales antes reprimidas. Recuerdo haber declarado a finales de 19,89 que la situaci¨®n era mucho mejor, porque era bueno que los pueblos fueran libres, pero que se iban a multiplicar las dificultades de uno y otro orden. Habr¨ªa sido una visi¨®n muy miope considerar que la libertad iba a arreglarlo todo por s¨ª sola.
P. Usted se puso de acuerdo con Helmut Kohl para que la reunificaci¨®n alemana fuera acompa?ada de una aceleraci¨®n del proceso europeo.
R. S¨ª. Kohl me dec¨ªa continuamente: "S¨®lo concibo la unificaci¨®n alemana en simbiosis con la unidad europea, y avanzando al mismo ritmo". Mi opini¨®n no era diferente.
P. El problema estriba en que el Tratado de Maastricht, una etapa importante de esa aceleraci¨®n europea, fue elaborado sobre la base de las realidades anteriores a 1989. La sensaci¨®n que surge ahora en la opini¨®n p¨²blica de todos los pa¨ªses es ue Maastricht es p¨®lvora mojada.
R. Eso es una exageraci¨®n. De forma muy injusta, se est¨¢ convirtiendo ese tratado en el chivo expiatorio de todas las decepciones debidas a la crisis. Pero la crisis no procede de la construcci¨®n europea. Si el mes que viene hubiera que volver a convocar en Francia un refer¨¦ndum sobre Maastricht, lo volver¨ªa a convocar, y si todos los europe¨ªstas se movilizaran, dieran explicaciones y lucharan -no se les ha o¨ªdo mucho desde hace alg¨²n tiempo-, ganar¨ªamos ese refer¨¦ndum.
P. Es una apuesta arriesgada.R. Ya lo era en septiembre de 1992.
P. A los problemas de los Doce se a?aden ahora los de la ampliaci¨®n. Si los nuevos candidatos se ponen a renegociarlo todo, ?no corre Europa el peligro de perder su esencia?
R. Ese riesgo existe. Se han hecho concesiones a los cuatro reci¨¦n llegados, pero el tratado b¨¢sico, el de Maastricht, no ha sido deformado. Despu¨¦s de todo, al Reino Unido se le otorg¨® un prolongado per¨ªodo de prueba. Tambi¨¦n se hizo con Es pa?a. Lo esencial en estas ampliaciones consiste en no alterar las estructuras de la Uni¨®n, en no vaciarlas de contenido.
P. Los reci¨¦n llegados -Finlandia, Austria, Suecia y Noruga- conciben Europa m¨¢s como una zona de libre cambio que como una uni¨®n pol¨ªtica.
R. Desde luego. Pero la Uni¨®n Europea actual ya es ex cesivamente librecambista. Eso evolucionar¨¢, porque se est¨¢ empezando a comprobar que el liberalismo ataca los sistemas so ciales y agrava las desigualdades. Vean lo que est¨¢ ocurriendo en Lituania, en Polonia o en Hungr¨ªa. Esos pa¨ªses no vuelven al comunismo, pero abandonan los partidos liberales y votan a lo! antiguos comunistas, convertidos en socialistas.
P. Algunos interpretan la voluntad de Bonn de ampliar Europa por el Este como la expresi¨®n de una nueva hegemon¨ªa alemana.
R. Pueden expresarse todas las hip¨®tesis que se quiera. Pero la ampliaci¨®n de la Uni¨®n Europea demuestra m¨¢s bien la atracci¨®n que ¨¦sta ejerce a su al rededor. No nos quejemos por ello. Lo importante es que no se consienta nada que debilite los logros de la Uni¨®n. En ese sentido, a Alemania y Francia les in teresar¨ªa coordinar m¨¢s su actuaci¨®n.
P. ?Ve usted signos de que Alemania pueda hacerse menos europea tras la posible marcha del canciller Kohl? R. Durante un viaje entre Stutt gart y Maguncia, en su tren especial, el entonces canciller Willy Brandt me dijo: "Corro el peligro de ser el ¨²ltimo canciller eu ropeo". Ese pro n¨®stico no fue correcto, porque Schrnidt y Kohl han sido unos europeos muy comprometidos. Sabemos que la his toria se construye d¨ªa a d¨ªa.
P. ?Le propuso Margaret Thatcher, como escribi¨® la ex primera ministra brit¨¢nica en sus memorias, una alianza contra Alemania?
R. Decir "alianza" es exagerar el t¨¦rmino. Pero, en un determinado momento, cuando Thatcher era muy hostil a la unificar ci¨®n de Alemania, cre¨ªa que Francia y el Reino Unido deb¨ªan impedirla. Le respond¨ª que, aun que efectivamente deseaba que la Rep¨²blica Federal se compro metiera claramente a garantizar
"La construcci¨®n de Europa , es una carrera de fondo no eun "sprint"
sus fronteras orientales y respetar los principios reconocidos del equilibrio europeo, no renegar¨ªa de la amistad franco-alemana, sin la que no habr¨ªa construcci¨®n europea.P. Un fen¨®meno nuevo es el empleo en pol¨ªtica de los m¨¦todos del marketing. El propietario de una gran empresa de comunicaci¨®n los ha utilizado en Italia para acceder a la jefatura del Gobierno.
R. Es un planteamiento de la democracia al que no est¨¢bamos acostumbrados y que considero temible. El pueblo italiano se ha pronunciado en condiciones democr¨¢ticas, pero es necesario que la informaci¨®n llegue a los ciudadanos de una manera igual y justa para todos. Ah¨ª es donde puede apretar el zapato.
P. ?Ha ocurrido as¨ª en Italia?
R.Lo que s¨¦ es que, cuando uno posee los medios de informaci¨®n m¨¢s importantes, uno tiene la posibilidad de impresionar, al menos de forma pasajera, a la opini¨®n p¨²blica, y por tanto de gan¨¢rsela en unas condiciones equ¨ªvocas.
P. ?Puede contaminar el ejemplo italiano a otros pa¨ªses?
R. Evitar¨¦ la palabra "contaminar", pero es un modelo que otros intentar¨¢n imitar. Eso supone un riesgo de grave alteraci¨®n de la democracia. Ha llegado el momento de decir: "?Atenci¨®n, peligro!".
P. En Italia se ha producido tambi¨¦n la, llegada al Gobierno de una ideolog¨ªa derrotada en la II Guerra Mundial.
R. Existen en Europa fuerzas que querr¨ªan rehabilitar lo m¨¢s reprensible que he conocido en mi juventud: el fascismo, el nazismo, el franquismo... Pero, por el momento, aunque los italianos hayan otorgado muchos sufragios al partido neofascista, representado en el Gobierno de Berlusconi, ese partido dista mucho de ser mayoritario. Si un d¨ªa dominara la pol¨ªtica italiana, habr¨ªa que replantearse todo. Confiemos en los italianos.
P. ?Qu¨¦ piensa del reproche de inmovilismo en materia de pol¨ªtica exterior com¨²n que se le hace a la Uni¨®n Europea?
R. El proyecto de una pol¨ªtica exterior com¨²n se remonta a Maastricht, que s¨®lo fue ratificado hace unos meses. Para construir Europa hay que tener aguante; se trata de una carrera de fondo, no de un sprint. Una vez dicho esto, la guerra en la antigua Yugoslavia y otros acontecimientos constituyen factores de aceleraci¨®n. Es ahora cuando se sabr¨¢ si va a realizarse nuestra ambici¨®n de Maastricht. Pero tengan en cuenta que para ello hay que superar siglos de enfrentamientos y de luchas por la influencia que no desaparecer¨¢n de un d¨ªa para otro.
P. Algunos intelectuales comparan la situaci¨®n que la guerra civil espa?ola cre¨® en Europa con la que crea hoy la guerra en Bosnia.
R. No acepto esa tesis. La guerra espa?ola fue usada. por el nazismo y el fascismo como un banco de pruebas para sus armamentos. ?se no es el caso de Bosnia. Los implicados all¨ª son Serbia, Croacia y Bosnia, y no potencias externas a los Balcanes. Aunque la situaci¨®n sea dram¨¢tica, la comparaci¨®n es infundada.
P. S¨ª, pero Bosnia pone a prueba la credibilidad de los organismos internacionales, ya sea Naciones Unidas o la OTAN, que son los supuestos centinelas del nuevo orden mundial.
R. S¨ª, los pone duramente a prueba. Pero negar la utilidad de Naciones Unidas, que organiza las negociaciones, que env¨ªa fuerzas de interposici¨®n, que evita la generalizaci¨®n del conflicto, es tambi¨¦n envenenar la guerra. ?Gracias a qui¨¦n respira Sarajevo, y tambi¨¦n Gorazde? Bosnia sufre una terrible desgracia, pero al final se han respetado las zonas de seguridad y deber¨¢n se guir siendo respetadas. En Gorazde se perdi¨® tiempo, y por tanto credibilidad. Lo lamento. Pero condenar la negociaci¨®n equivale a preferir la guerra.
P. ?Pueden desbordarse los conflictos balc¨¢nicos?
R. Pueden desbordarse. Pero ahora existe un buen entendimiento entre las potencias europeas y espero que ¨¦stas eviten el contagio, que no olviden las lecciones del pasado.
P. Franceses y alemanes no tuvieron la misma postura en 1991 en los momentos previos al reconocimiento de la independencia de Croacia y Eslovenia.
R. En todas las ¨¦pocas de este siglo, los alemanes y los franceses han tenido puntos de vista diferentes acerca de esa zona del mundo. Pero esas diferencias ya no son un pretexto para el conflicto entre ambos. Por el contrario, nos animan a discutir entre nosotros, a coordinar nuestras actuaciones, a preparar soluciones acordes con los intereses de nuestra Uni¨®n Europea.
P. ?Cree usted que los norteamericanos ven con buenos ojos el surgimiento de una pol¨ªtica com¨²n europea?
R. Al principio, Estados Unidos fue muy favorable a la Europa del Tratado de Roma. Posteriormente su apoyo se enfri¨®, al temer no s¨¦ qu¨¦ competencia. Cualquier proyecto que, en su opini¨®n, parezca que pone en cuesti¨®n el papel de la OTAN, preocupa a los norteamericanos. Estos siguen teniendo reservas respecto a la consolidaci¨®n de la Europa comunitaria. Ser¨ªa bueno que, apoyaran el Pacto de Estabilidad propuesto por Francia. Espero del presidente Clinton un esp¨ªritu m¨¢s abierto.P. ?Est¨¢ usted de acuerdo en admitir a Rusia en el grupo de los siete pa¨ªses m¨¢s industriafizados?R. Estoy de acuerdo en asociarla. Es lo que ya se est¨¢ haciendo. En N¨¢poles, Rusia estar¨¢ presente, y eso estar¨¢ muy bien. Tambi¨¦n estoy de acuerdo en asociar a los rusos al sistema de seguridad europeo. Rusia es Europa, est¨¢ en Europa y debe pertenecer a las estructuras europeas.
P. ?Le inquieta lo que est¨¢ ocurriendo en Argelia?
R. S¨ª, desde luego. Uno tiene derecho a temer la victoria del integrismo. Pero el pueblo argelino har¨¢ lo que crea conveniente. No se puede ser dem¨®crata en casa y oponerse a que otro pueblo decida su destino. Es dif¨ªcil imaginar qu¨¦ har¨ªan los l¨ªderes integristas con su pol¨ªtica exterior. Pero no creo que el integrismo quiera tomarla con los pa¨ªses europeos. No les interesa. No podr¨ªan aislarse.
P. La situaci¨®n en Argelia comienza a provocar una emigraci¨®n no ya econ¨®mica, sino pol¨ªtica hacia el sur de Europa, y especialmente hacia Francia. ?No se tendr¨ªan que conceder visados y el derecho de asilo de forma menos restrictiva?
R. Todav¨ªa no se puede hablar de una oleada de emigraci¨®n. Pero las personas cuyas vidas est¨¢n amenazadas, sobre todo cuando ello se debe a que optan por el progreso, deber¨ªan poder encontrar auxilio en Francia.
"Conf¨ªo en la victoria final de la raz¨®n"
Catorce meses despu¨¦s de la derrota electoral socialista y cuando a ¨¦l, ¨²ltimo reducto de la izquierda en la c¨²pula del Estado franc¨¦s, tan s¨®lo le queda un a?o para jubilarse, el principal lamento de Mitterrand es "no haber podido acabar con el paro o, al menos, reducirlo". Algo, a?ade, que tampoco con siguieron "los otros Gobiernos occidentales, fuera cual fuera su color pol¨ªtico". " Los socialistas", reflexiona, "son tradicionalmente minoritarios en Francia, como la izquierda en su conjunto. Hacen falta circunstancias extraordinarias para que triunfen. Volver¨¢ a ocurrir, pero, entretanto, las fuerzas conservadoras siguen dominando los grandes medios de informaci¨®n, los grandes medios financieros, y la Administraci¨®n sigue alimentada por su ideolog¨ªa".Pregunta. ?No pudieron los socialistas cambiar esto ¨²ltimo?
Respuesta. Nos impusimos demasiado poco a la Administraci¨®n. ?ste es un reproche que nos hago. Llegamos a unos compromisos que provocaron la sensaci¨®n, incorrecta, de que los socialistas ya no eran socialistas. Pero no hay que exagerar. Se han hecho muchas cosas que llevan nuestro sello: sobre libertades, cultura, leyes sociales, investigaci¨®n cient¨ªfica, descentralizaci¨®n... Adem¨¢s, la construcci¨®n europea, tema socialista donde los haya, se ha desarrollado en una ¨¦poca en la que la mayor¨ªa de nuestros socios actuaba seg¨²n conceptos liberales.
P. ?Qu¨¦ diferencia hoy a la izquierda de la derecha?
R. Suelen ser las personas de derechas las que plantean esa cuesti¨®n. Para m¨ª, la diferencia es evidente. Hay personas que quieren conservar y personas que quieren transformar. Est¨¢n los que sacan beneficio del trabajo de otros, y los que sufren la explotaci¨®n. Est¨¢n los que no quieren darse cuenta de que las mujeres reciben menos salario aunque tengan la misma cualificaci¨®n, y los que quieren corregir esta grave injusticia.
P. ?Cree usted que hay una crisis de la representaci¨®n democr¨¢tica, una puesta en cuesti¨®n de la pol¨ªtica y de sus representantes, un ¨¦xito del populismo y de su demagogia?
R. Lo dice todo el mundo. Yo, que tengo 77 a?os, siempre he escuchado esa cantinela. La escuch¨¦ en mi familia cuando ten¨ªa siete u ocho a?os; cuando era estudiante; durante la guerra; en la IV Rep¨²blica. La cantinela no ha cambiado.
P. ?No se les pide ahora a los pol¨ªticos otras cualidades que las que se les ped¨ªan en sus a?os mozos?
R. Ahora hay que adquirir cualidades adicionales de comunicaci¨®n. El Eclesiast¨¦s ya respond¨ªa a su pregunta: "No hay nada nuevo bajo el sol".
P. ?Son palabras esc¨¦pticas, se?or presidente!
R. No. Afortunadamente, el sol sigue estando ah¨ª. Las situaciones cambian pero los grandes temas, las grandes luchas, los grandes movimientos hist¨®ricos, permanecen.
P. De los pol¨ªticos que ha conocido, ?cu¨¢les le han dejado un recuerdo m¨¢s profundo?
R. He conocido a personas de gran inteligencia pol¨ªtica, como el canciller Kreisky, en Austria, al que admiraba. 0 Gorbachov, un hombre cuyo papel fue decisivo para la evoluci¨®n del mundo moderno. Willy Brandt tuvo una visi¨®n de una particular agudeza, como antes que ¨¦l la tuvieron Schuman y Mendes-France. Admir¨¦ a L¨¦on Blum. No conoc¨ª demasiado a De Gaulle y Churchill. Su legado hist¨®rico habla por ellos. Fuera de Europa, Mohamed V, Gandhi y Ben Gurion demostraron que se puede tener esperanza, que siempre hay que tenerla. Mandela encarna ahora esa l¨ªnea. Guardo un recuerdo profundo de Mao y de Fidel Castro. No hablar¨¦ de los europeos que a¨²n son responsables de su pa¨ªs. Pero algunos de ellos marcar¨¢n nuestra ¨¦poca.
P. Se dice que el fin de la utop¨ªa comunista, que era una expresi¨®n extremista de la raz¨®n, ha provocado una crisis de la raz¨®n misma, y que se va hacia una forma de mesianismo.
R. Creo que evolucionar¨¢n las formas de mesianismo, pero tambi¨¦n lo har¨¢n las fuerzas de la raz¨®n a trav¨¦s de una de dial¨¦ctica permanente. Es el gran debate de siempre. Yo conf¨ªo en la victoria final de la raz¨®n.
P. Despu¨¦s de haber vivido lo que ha vivido, ?conserva usted su fe en el ser humano?
R.Nunca he estado enfadado con ¨¦l, siempre lo he considerado parecido a s¨ª mismo .
P. ?Quiere decir que es tristemente constante?
R. Constante, sin adverbio.
P. ?Que ideas le inspira la evoluci¨®n del mundo?
R. Creo mucho en las instituciones. No habr¨ªa paz civil en un pa¨ªs sin instituciones, sin representantes elegidos, sin justicia, sin normas morales, sin defensores de los derechos. Habr¨ªa muchos casos semejantes al de Ruanda> esa verg¨¹enza, en la que corresponde precisamente a la m¨¢s alta de las instituciones mundiales liberar a un pa¨ªs de su propio desastre.
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