Relevo en la fiscal¨ªa

ES DIFICIL saber qu¨¦ ha influido m¨¢s en el cese de Eligio Hern¨¢ndez como fiscal general del Estado, si su falta de sinton¨ªa con el nuevo equipo dirigente de Justicia e Interior, su deseo de quitarse de en medio en v¨ªsperas de que el Tribunal Supremo decida, con toda probabilidad, la ilegalidad de su nombramiento, o ambas cosas a la vez. Era evidente que su continuidad en el cargo se hac¨ªa insostenible seg¨²n se acerca la fecha de ese veredicto judicial anunciado. Pero tambi¨¦n lo era que es incompatible con el ritmo y el estilo impuestos por el ministro Belloch desde la direcci¨®n del nuevo Ministerio de Justicia e Interior. Su cese ayer, oficialmente a petici¨®n propia, no hace sino confirmar una situaci¨®n de hecho que se hab¨ªa ido gestando a lo largo de los ¨²ltimos meses.El nombramiento de Eligio Hern¨¢ndez, hace dos a?os, como fiscal general del Estado fue un ejemplo de lo que un Gobierno no debe hacer cuando ejerce su facultad de proponer al m¨¢ximo responsable del ministerio fiscal: escoger a una persona cuya entusiasta sinton¨ªa con el Gobierno era notoria y siempre excesiva; restaurar una de las pr¨¢cticas m¨¢s reprobables del pasado, como es el trasiego de cargos desde el ¨¢rea gubernativa al ministerio fiscal, y, sobre todo, forzar la legalidad al computar, dentro de los 15 a?os de ejercicio efectivo de la profesi¨®n de jurista exigidos para acceder al cargo, los ocho a?os en que desempe?¨® funciones de gobernador civil y de delegado del Gobierno en Canarias.

Las dudas de legalidad sobre el origen de su designaci¨®n le han restado legitimidad. Tambi¨¦n han provocado un permanente deterioro de, sus relaciones con jueces y fiscales. Quiz¨¢ sean estos factores los que expliquen el af¨¢n de protagonismo y la facundia que han caracterizado su actuaci¨®n, as¨ª como la militante presteza con que siempre ha cumplido en su m¨¢s m¨ªnimo detalle los deseos del Gobierno. Su exceso de celo en demostrar lealtades, siempre rayano con el servilismo, ha, da?ado a la instituci¨®n y al propio Gobierno que lo nombr¨®. Puede que quisiera contrarrestar as¨ª la debilidad de su posici¨®n.

El relevo de Eligio Hern¨¢ndez el quinto que se produce con Gobiernos socialistas en la Fiscal¨ªa del Estado es una buena ocasi¨®n para dejar de lado definitivamente las pr¨¢cticas que han cuestionado los nombramientos para este cargo. La trayectoria biogr¨¢fica y profesional del magistrado Carlos Granados, propuesto por el Gobierno para suceder a Eligio Hern¨¢ndez, parece responder a esa expectativa: es pol¨ªticamente independiente, es un jurista de reconocido prestigio con m¨¢s (de 15 a?os de ejercicio efectivo en la profesi¨®n y cumple el resto de los requisitos exigidos por el Estatuto Org¨¢nico del Ministerio Fiscal. Es decir, que en esta ocasi¨®n el Gobierno se ha propuesto respetar el marco estatutario en la designaci¨®n de fiscal del Estado. Buena se?al

Es de desear que a partir ?le ahora mantenga tambi¨¦n ese prop¨®sito en sus relaciones con el ministerio fiscal y no interfiera con criterios de oportunidad pol¨ªtica en los principios de legalidad e imparcialidad que ¨¦ste requiere. Si lo hubiera hecho en el pasado, se habr¨ªan evitado pol¨¦irticas a veces absurdas e interesadas sobre la independencia del ministerio fiscal y la forma de designar a su m¨¢ximo titular. El marco legal que impide que la Fiscal¨ªa General del Estado se convierta en un ¨®rgano gubernamental existe, y no es otro que el Estatuto Org¨¢nico del Ministerio Fiscal, consensuado por todos los grupos pol¨ªticos en 1981. S¨®lo es necesario que el Gobierno lo respete, que la oposici¨®n lo exija y que los ¨®rganos internos del ministerio fiscal funcionen como deben. Ni m¨¢s ni menos.