"Quiero dejar de ser una victima como lo son muchas mujeres"
El refr¨¢n "segundas partes nunca fueron buenas" se cumple especialmente en el mundo discogr¨¢fico. Un artista irrumpe con su primer ¨¢lbum, es novedad, se pone de moda y llega muy alto, pero con el segundo su figura y sus ventas pueden caer en picado. Christopher Cross, Tracy Chapman, Nick Karnen o Color Me Badd son algunos ejemplos internacionales, y Tori Amos (29 a?os, Carolina del Norte, Estados Unidos) es la excepci¨®n: su segunda publicaci¨®n Under the Pink ha superado ya con creces el mill¨®n de ejemplares del anterior, Little Earthquake y s¨®lo en Europa ya alcanza los 600.000, todo un fen¨®meno para una artista nada convenecional, m¨¢s bien compleja, de voz poderosa, dulce o agresiva, una pianista virtuosa cuyas composiciones, su estructura, sus melod¨ªas y armon¨ªas se salen del canon con textos profundos, quiz¨¢ demasiado aleg¨®ricos y dif¨ªciles para audiencias no angloparlantes.En The Waitress, Amos trata de la violencia cotidiana, en las peque?as, en las cosas m¨¢s tontas y "tambi¨¦n es un poco eso de ven aqu¨ª, Dios, si¨¦ntate, t¨®mate una taza de t¨¦, rel¨¢jate. Tenemos algunas cosas que discutir sobre lo humano m¨¢s que lo divino'. Es como si yo tratara a Dios como mi amante". En Icicles, canta que se est¨¢ masturbando y en directo llega a representarlo restreg¨¢ndose. sobre las teclas. Hace tres a?os su v¨ªdeo rompedor Crucify ya logr¨® estremecer pregunt¨¢ndose aquello de: "?Por qu¨¦ cada d¨ªa nos crucificamos a nosotros mismos?". Tori Amos esta hoy en Espa?a para actuar ante los medios de comunicaci¨®n.
Sus recitales en Alemania, Suecia, Noruega, Francia, B¨¦lgica, Italia o Reino Unido han causado largas colas de p¨²blico que al final se ha quedado sin poder asistir al arte sensual y a las charlas pol¨¦micas de una mujer con su piano. "Soy muy selectiva con lo que me llevo a la boca", frases tan provocativas son titulares de revistas y diarios europeos.
Tori Amos, hija de un pastor metodista y de una madre de sangre cheroki, ingres¨® con cinco a?os en el Conservatorio Peabody de Baltimore, pero su empe?o en tocar de o¨ªdo caus¨® su expulsi¨®n del centro. Los d¨ªas escolares tampoco le gustaron.
Pregunta. ?Una ni?a rebelde?
Respuesta. Creo que todos aquellos d¨ªas eran malos, porque yo realmente quer¨ªa escaparme con John Lennon y Jimmy Page y saltar como loca y, sin embargo, ten¨ªa que leer aquello de "Jill va al panadero a por pan", que no me interesaba nada. La gente crece y se pierden un mont¨®n de cosas, les quitan todo un mundo de informaci¨®n, les cierran las puertas que los ni?os no pueden abrir para poder entrar, explorar, conocer. Me aburr¨ªa siempre en la escuela. Sea lo que sea lo que experimentes. en tu vida, la semilla que hay en el ni?o est¨¢ siendo manipulada, controlada o traicionada.
P. ?Por qu¨¦ cierta prensa le ha llamado loca?
R. Porque he afirmado que cuanto digo no proviene de mi sabidur¨ªa o de mi experiencia en esta vida. Yo les dir¨ªa que hoy las brujas no se queman.
P. Usted habla como una predicadora. ?Su padre fue cruel sicol¨®gicamente con usted?
R. No. No creo ser una predicadora. Y no, he visto a muchos ni?os con padres crueles y el m¨ªo no lo fue. Se sent¨ªa confuso, incluso culpable. Era muy cabezota y no dejaba de mostrarse decepcionado: "Las chicas buenas no hacen esas cosas". Yo quer¨ªa ser una chica que ¨¦l respetara y, a la vez, nunca hac¨ªa nada que mi padre fuera a desaprobar, hasta que lleg¨® el momento de tener que elegir, cuando se pasa de ni?a a mujer y te dices: "A tomar por el culo". Y entonces dejamos de ser amigos.. Pero aquella relaci¨®n de confontaci¨®n permanente ha desaparecido con el tiempo. Elsigue con su visi¨®n de la Biblia a cuestas y yo con mi vida.
P. En Me and a Gun, el tema en s¨ª una narraci¨®n espeluznante sobre el d¨ªa en que usted fue violada. ?Ha perdonado a aquel hombre?
R. No, pero no creo que sea cuesti¨®n m¨ªa tener que perdonarle o no. No es algo que yo sienta que necesito hacer. Ahora ya no le odio, ni pienso en vengarme, ni nada parecido. No s¨¦ ni d¨®nde estar¨¢, pero no es un problema de perdonarle o no, porque ¨¦l es quien se tiene que perdonar a s¨ª mismo, como yo he tenido que perdonarme el haberle odiado durante todos estos a?os. No es una cuesti¨®n cristiana. No me interesa lo que los profetas, ni otras gente digan. Tengo mi propia mente y much¨ªsimo respeto por mi forma de pensar. Por otra parte, s¨¦ que en alg¨²n momento a lo largo de su vida, ¨¦l pagar¨¢ de un modo u otro lo que hizo y yo quiero dejar de ser una v¨ªctima como muchas mujeres lo son cada d¨ªa. A eso me refiero, a ese estigma de la mujer, cuando titulo el ¨¢lbum Bajo el rosa.
Babelia
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