La sal de la tierra baila merengue
Centenares de dominicanos celebraron el d¨ªa de las Madres entre la alegr¨ªa y la nostalgia en la Casa de Campo
Para muchos dominicanos, ayer fue un d¨ªa especial. Por unas horas -de doce de la ma?ana a nueve de la tarde- pasaron de servidoras a anfitrionas, y agasajaron con comidas y bebidas de su tierra a las m¨¢s de 2.500 personas -espa?oles y dominicanos- que celebraron, al sol de la Casa de Campo y en su compa?¨ªa, el D¨ªa de las Madres, una de las fiestas m¨¢s entra?ables para los dominicanos.El acto, organizado por el Voluntariado de Madres Dominicanas en Espa?a, acab¨® en un alegre bochinche a base de merengues y bachatas, aunque tambi¨¦n hubo momentos para la morri?a por la patria y los familiares lejanos. Entre 10.000 y 12.000 ciudadanos dominicanos -mujeres en su mayor¨ªa- viven en Madrid, aunque no hay datos fiables, pues muchos lo hacen en la ilegalidad. De las mujeres, m¨¢s del 90% son empleadas del hogar.
"Para nosotros ¨¦sta es la fiesta m¨¢s bonita, porque la familia dominicana tiene mucho de matriarcado", explicaba Bernarda Gim¨¦nez, 43 a?os, fundadora y presidenta del Voluntariado, al tiempo que los asistentes a la fiesta bailaban en el Pabell¨®n de Asturias del recinto ferial de la Casa de Campo. ?ste es el segundo a?o que su organizaci¨®n promueve la celebraci¨®n de esta fecha. Hace exactamente un a?o y dos d¨ªas, unas tres mil personas se reunieron, en un acontecimiento similar, en una residencia de ancianos de la Comunidad en Lago (tambi¨¦n en la Casa de Campo).
"Pretendemos que ¨¦ste sea un acto de integraci¨®n entre espa?oles y dominicanos, pero tambi¨¦n una ceremonia de autoafirmaci¨®n de nuestra cultura", agreg¨® Bernarda, que hab¨ªa enviado invitaciones a muchas familias madrile?as que emplean dominicanas. Tambi¨¦n era, en cierto modo, una puesta de largo para su Voluntariado, que este ¨²ltimo a?o ha duplicado su n¨²mero de afiliados (de 600 a 1.200).
Tambi¨¦n ha ampliado su ¨¢mbito de actividades, que incluye cursos de formaci¨®n, bolsas de trabajo y vivienda y, como dice Bernarda, "asistencia casi de confesionario" para aquellas compatriotas suyas con situaciones familiares dram¨¢ticas tanto en su pa¨ªs como en Espa?a.
El ambiente era inmejorable: sol, copas, una orquesta de merengue y ganas de pasarlo bien, pese a las 1.000 pesetas (con consumici¨®n) que costaba la entrada y las 150 que hab¨ªa que abonar por cada boleto de comida o bebida. Todo para cubrir gastos.
Miembros del Voluntariado contribu¨ªan, como es preceptivo, con, literalmente, kilos de platos t¨ªpicos preparados in situ o tra¨ªdos de casa: costillas de cerdo con berenjenas, arepitas (tortas de harina de ma¨ªz) con yuca, moro de guandules (arroz con unas legumbres similares a los guisantes pero m¨¢s grandes), yaniqueques (harina rebozada) y picapollos (pollo frito con especias) con tostones (pl¨¢tano picado).Entre degustaciones y bailoteos, nacionalidades y generaciones se mezclaban. "Venimos en muestra de atenci¨®n y solidaridad", dec¨ªa un matrimonio espa?ol. A su lado, Annery Fern¨¢ndez, 20 a?os, repart¨ªa delicias gastron¨®micas con una sonrisa de oreja a oreja. Annery lleva ya tres a?os en Madrid y parece muy aclimatada, pese a haber pasado de profesora de Biolog¨ªa y Qu¨ªmica en su pa¨ªs a asistenta externa en Madrid. "Al principio es duro, pero te vas adaptando y te diviertes, especialmente los fines de semana", comentaba.
La alegr¨ªa se conjug¨® tambi¨¦n para las l¨¢grimas. Antes de que se desatase el jolgorio, el sacerdote Daniel Guerra -que se defini¨® como "espa?ol de nacimiento pero dominicano de coraz¨®n"- ofici¨® una misa en honor de las tres hermanas Miraval, m¨¢rtires en la lucha contra el dictador Le¨®nidas Trujillo, asesinadas en 1960.
Tambi¨¦n plane¨® sobre el ambiente la sombra de la inestable situaci¨®n pol¨ªtica de la Rep¨²blica Dominicana tras las elecciones del d¨ªa 16. Y, especialmente, el recuerdo de las madres que tienen a sus familias allende el oc¨¦ano. "Me divierto, pero tambi¨¦n me siento triste", confesaba Manuela Fern¨¢ndez, 30 a?os, que hace tres que no ve a su marido y a sus dos hijos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.