El beb¨¦ en la ba?era
Algunos socialistas han recurrido a un viejo dicho ingl¨¦s -no se debe tirar al beb¨¦ de la ba?era junto con el agua sucia- para contrarrestar la sesgada utilizaci¨®n por el PP de los esc¨¢ndalos de corrupci¨®n relacionados con el PSOE como modo de borrar los logros conseguidos por los gobiernos de Felipe Gonz¨¢lez durante doce a?os. Esa desmesurada met¨¢fora trata de disculpar los errores menores de una gesti¨®n o de una doctrina por sus aciertos mayores, al igual que el saldo positivo de un balance absorbe las cargas del pasivo gracias a las partidas del activo; la imagen de un ni?o de pecho tragado por un gigantesco desag¨¹e al levantar el tap¨®n o arrojado fuera de la tina por un progenitor descuidado dramatiza ese sentimiento de injusticia.Vlad¨ªmir Ilich Lenin aprovech¨® ese latiguillo, aprendido seguramente durante su exilio londinense, para algunas de las feroces defensas de la ortodoxia marxista con que castig¨® a su larga lista de enemigos, formada, por nar¨®dnikis, anarquistas, mencheviques, empirio-criticistas, bernstenianos, liquidacionistas, kadetes, luxemburguistas y kautskianos. Pacificados ya los embravecidos mares de los debates revolucionarios, la cl¨¢usula de estilo parece haber encontrado un puerto de refugio seguro -me comenta el historiador brit¨¢nico Charles T. Powell- en las universidades norteamericanas, cuyos profesores suelen utilizarla como una marca de f¨¢brica acad¨¦mica equivalente a las frases hechas -punta del iceberg, asignatura pendiente o cr¨®nica de una muerte anunciada- con que los periodistas espa?oles obsequian frecuentemente a sus lectores.
El agua sucia de la presente f¨¢bula mana, sin la menor duda, de los esc¨¢ndalos pol¨ªtico-financieros relacionados con el PSOE, desde el caso Guerra hasta el caso Rold¨¢n y el caso Rubio, pasando por el caso Filesa. No est¨¢ tan clara, en cambio, la figura del beb¨¦ que debe ser salvado de tan cruel suerte. Tienen derecho a esa protecci¨®n, desde luego, los militantes, simpatizantes y votantes socialistas a quienes se les abri¨® el suelo bajo los pies cuando conocieron las haza?as del hermano de Guerra, las tropel¨ªas del ex director de la Guardia Civil y los fraudes fiscales del ex gobernador del Banco de Espa?a; y tambi¨¦n la merecen los altos cargos sometidos a injusta sospecha por culpa de la corrupci¨®n individual de algunos bribones y de la corrupci¨®n institucional asociada a la financiaci¨®n ilegal del PSOE.
Otras materializaciones simb¨®licas del ni?o de pecho a defender presentan, sin embargo, perfiles peor definidos; por ejemplo, la inquietante teor¨ªa seg¨²n la cual una, derrota electoral del PSOE amenazar¨ªa la recuperaci¨®n econ¨®mica ya iniciada al poner en peligro la estabilidad pol¨ªtica del sistema. Esa utilizaci¨®n del orden y de la prosperidad para defender el continuismo socialista en el gobierno parece la versi¨®n d¨¦bil y democr¨¢tica de aquella doctrina fuerte y autoritaria de Laureano L¨®pez-Rod¨® que condenaba por antipatri¨®tica cualquier discrepancia p¨²blica en tanto los espa?oles no alcanzaran los 1.000 d¨®lares de renta por habitante. De admitir esa legitimaci¨®n econ¨®mica del poder estatal, la alternancia pol¨ªtica ser¨ªa imposible, fuese cual fuese la fase del ciclo en que se planteara: la continuidad del gobierno resultar¨ªa imprescindible siempre, tanto para salir de la recesi¨®n como para mantener la expansi¨®n.
La imagen del beb¨¦ en peligro encierra, as¨ª mismo, el doble riesgo de que el PSOE no s¨®lo aspire a patrimonializar la ba?era, como un ni?o rollizo empe?ado en creerse indispensable y decidido a chapotear indefinidamente entre la espuma, sino que tambi¨¦n se olvide de levantar el tap¨®n para evacuar toda el agua sucia de la corrupci¨®n acumulada en estos a?os. Porque la flojera, parsimonia y poquedad con que los socialistas aplicaron despu¨¦s de las elecciones el programa de impulso democr¨¢tico prometido por Felipe Gonz¨¢lez en la campa?a del 6-J dan argumentos sobrados para temer que el zafarrancho de limpieza ahora anunciado tampoco sea llevado a cabo en el futuro.
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