La en¨¦sima apuesta
Poder Andaluz aglutina a los 'guadianescos' nacionalistas andaluces
El capit¨¢n de la nave andalucista es para la mayor¨ªa de los andaluces un desconocido. Se llama Arturo Moya Moreno, tiene 53 a?os, seis hijos y ha deambulado por empresas de los sectores inmobiliarios, de la banca y del turismo a la par que en la pol¨ªtica. Dentro del inexperto grupo de independientes que se ha incorporado al proyecto andalucista, denominado Poder Andaluz, Moya es el rey de los ciegos.?C¨®mo y, sobre todo, por qu¨¦ un hombre maduro al que le han ido bien los negocios decide entrar en pol¨ªtica? ?Y adem¨¢s, con los andalucistas, un proyecto de caracter¨ªsticas inequ¨ªvocamente guadianescas, capaz de lo m¨¢s y de lo menos? Unos dicen que Moya viene con la maleta cargada de dinero y que por eso es candidato, lo cual no parece acercarse a la realidad. Moya, a lo m¨¢s, va a poner cuatro o cinco millones de su bolsillo, pero ni siquiera ha conseguido reunir los 300 millones presupuestados por la coalici¨®n.
?l mismo da una explicaci¨®n que, una vez limpia de barroquismo, suena convincente: ambici¨®n por el poder o, al menos, por estar en primera l¨ªnea de la pol¨ªtica. "Es como el amor", dice. "Uno se enamora a los 58 a?os, rompe su matrimonio y se va con la mujer m¨¢s guapa: el andalucismo".
Su carrera pol¨ªtica, antes de caer prendido por el nacionalismo andaluz (la palabra nacionalista no es de sus preferidas), empieza mucho antes. Se estrena en 1971, en las elecciones a las Cortes franquistas por el tercio familiar. Con el lema, "Vota futuro, vota Moya Moreno", el candidato llena las calles de Granada de carteles propagand¨ªsticos, en los que aparece con su esposa embarazada y algunos de sus hijos. Moya se enfrenta a los poderes f¨¢cticos de Granada, utiliza megafon¨ªa pidiendo el voto y causa conmoci¨®n en la sociedad granadina de entonces, gan¨¢ndose el marchamo de dem¨®crata.
Aterriza en la UCD, partido por el que es elegido diputado desde 1977 hasta 1982. En este periodo es nombrado asesor del presidente Adolfo Su¨¢rez. Como muchos otros, abandona la UCD a ra¨ªz del refer¨¦ndum del 28 de febrero, en el que el partido centrista pide la abstenci¨®n. Moya, "por disciplina", acepta la v¨ªa lenta para el desarrollo auton¨®mico, pero pide el "voto en conciencia".
Durante su etapa como empresario, Moya trat¨® y negoci¨® con los socialistas. Siendo director general del Banco de Granada vendi¨® patrimonio de la entidad -la sede central del banco en Sevilla la ocupa ahora la Consejer¨ªa de Gobernaci¨®n- a la Junta de Andaluc¨ªa y fue pieza clave, aunque no la ¨²nica, de la venta del diario sevillano El Correo de Andaluc¨ªa, propiedad de la Iglesia, al PSOE. Moya utiliz¨® su entrada, en el peri¨®dico como plataforma de lanzamiento en la capital andaluza, desde la que ha impulsado varios proyectos inmobiliarios como consejero-delegado de Trebolquivir, la empresa que preside Manuel Prado y Col¨®n de Carvajal.
El candidato coge una rabieta de un segundo cuando se le pregunta por sus contactos con socialistas y responde con una analog¨ªa: "Es como cuando uno tiene un hijo que acaba de terminar la carrera... Yo soy un empresario que utiliza los cauces del trato personal para conseguir los ojetivos, que puede ser un peri¨®dico, un comercio... Y si eso se hace en detrimento de terceros es malo".
En sus negocios estaba Moya -parte de los beneficios lo ha invertido en su casa La Navarra, situada a una hora de Sevilla- cuando vino la cat¨¢strofe electoral de los andalucistas.
En realidad, la plataforma nacionalista se gest¨® en un c¨®ctel. All¨ª coincidieron el ex director del BBV en Andaluc¨ªa, Juan Manuel Albendea, y el empresario Moya. Luego vinieron los p¨¦simos resultados electorales del Partido Andalucista (PA), que meses antes de los comicios legislativos del 6 de junio expuls¨® de sus filas al carism¨¢tico alcalde de Jerez, Pedro Pacheco, y de la formaci¨®n creada por ¨¦ste, el Partido Andaluz de Progreso. Albendea convoc¨® una reuni¨®n con una docena de ¨ªndependientes y de all¨ª surgi¨® la idea de que hab¨ªa que "hacer algo", y de que Moya ser¨ªa el encargado de ese algo. Al grito de "?Arturo, Arturo, Arturo!", Moya empez¨® a dar los primeros pasos para reconciliar al sevillano Alejandro Rojas-Marcos y al jerezano Pedro Pacheco. En plenas negociaciones para formalizar la plataforma, el irrefrenable alcalde gaditano espet¨®: "Moya es un digno representante de la cultura del pelotazo". Con Poder Andaluz, los nacionalistas ensayan su pen¨²ltimo proyecto, que no difiere en nada de experimentos anteriores: conseguir un grupo andalucista fuerte y s¨®lido -ahora tienen 10 diputados- hecho por y para Andaluc¨ªa. Y para eso cuenta con los siguientes mombres: el imprevisible Pacheco y su defensa de un pacto a la griega. Rojas-Marcos, que propugna, adem¨¢s del todos juntos contra el PSOE, una coalici¨®n a la sevillana (con el PP). En medio, Miguel ?ngel Arredonda, que padece acidez por el acuerdo del PA con la derecha en el Ayuntamiento de Sevilla. Y m¨¢s all¨¢, Arturo Moya habla de garantizar la gobernabilidad.
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