A palo seco
Cabral de Melo es un poeta fr¨ªo. Hay poetas fr¨ªos y c¨¢lidos, sin que ello vaya en dem¨¦rito de la poes¨ªa que hacen. Poetas de temperatura y temperamento alto fueron Vallejo o los Machado o Unamuno. Un poeta fr¨ªo es Jorge Guill¨¦n y un poeta fr¨ªo es Cabral de Melo, el poeta de Recife en el estado de Pernambuco.Un viejo pema suyo, titulado O Engenheiro, dec¨ªa: "O engenheiro sonha coisas claras / superficies, t¨¦nis, un copo d'agua / / O lapis, o esquadro, o papel / o desenho, o preyecto, o n¨²mero: / o engenheiro pensa o mundo justo / mundo que nenhum v¨¦u encobre". Si en todo ese poema se sustituye la palabra ingeniero por la de poeta, nos acercar¨ªamos bastante a la concepci¨®n po¨¦tica de Cabral.
Vivi¨® Cabral, como Ponge, el poeta franc¨¦s de las cosas al que tanto ha citado el brasile?o, un tiempo en el que la teor¨ªa po¨¦tica era tanto m¨¢s precisa y necesaria que el propio poema, y a veces, antes que el poema el poeta, en aquellos acerados a?os cincuenta, nos daba una manera de leerlo. Todo ello le condujo a una po¨¦tica de cierta aridez, que glos¨¦ en un poerna que llam¨® A palo seco, del libro Quaderna: "cantar num deserto / devassado de sol ( ... ) / num deserto sem sombra". Esa poes¨ªa de rigor y silencio, de apartamiento y ascesis, contrasta sin embargo con la profesi¨®n de su autor, que fue la mayor parte de su vida diplom¨¢tico por medio mundo, y, en a?os fundamentales para ¨¦l, en Espa?a.
En Barcelona, donde hizo amistad con pintores como Mir¨® o los del grupo Dau al set, imprim¨ªa unas peque?as plaquettes de poes¨ªa, muy hermosas y secretas. Ese af¨¢n de amante asiduo de la poes¨ªa, apasionado hasta desvelarse por ella junto a una vieja minerva, maravilla si se piensa en alguien al que aguarda fuera una vida de ruido y ceremonia.
Sus poemas persiguieron una poes¨ªa despoetizada, como nos dice Pinheiro Torres al frente de los Poemas escolhidos de Cabral, liberada de la carga sentimental y subjetiva. Qui¨¦n sabe: en los buenos poetas, y Cabral lo es sin duda, todos los caminos llevan a Roma.
?l ha querido hacer una poes¨ªa del prosa¨ªsmo, no del prosa¨ªsmo sentimental, sino de una realidad objtiva, y a veces, incluso en sus poemas, tiembla, de pura belleza, lo real, eso que nunca ha sido fr¨ªo, como jam¨¢s lo fue el silencio, la m¨²sica callada de muchos de sus versos: "Se diz a palo seco / o cante sem guitarra; / o cante sem; o cante; / o cante sem mais nada; / / se diz a palo seco / a esse cante despido. / ao cante que se canta / sob o sil¨¦ncio a pino".
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