La factura de Seat

EL PRESIDENTE de Volkswagen, Ferdinand Pi?ch, ha presentado al presidente del Gobierno, Felipe Gonz¨¢lez, la factura por una parte (40.000 millones) del coste del cierre de la f¨¢brica de su filial Seat en la Zona Franca, de la que hace depender la continuidad de la empresa. Se. supone que Helmut Kohl y Gonz¨¢lez abordar¨¢n ese asunto en la cumbre hispano-alemana del pr¨®ximo lunes. Como siempre que se plantea una posible intervenci¨®n estatal para salvar una empresa, el dilema es complicado y lo ¨²nico seguro es que, cualquiera que sea la soluci¨®n que se adopte, el Gobierno ser¨¢ criticado: o por aceptar el chantaje del inversor alem¨¢n, o por rechazarlo, condenando al cierre a Seat y la industria auxiliar.El ¨²nico que nunca ha tenido dudas sobre la razonabilidad de las ayudas solicitadas ha sido uno de sus promotores, Jordi Pujol, que hasta ahora ha disparado con p¨®lvora del rey -Madrid paga-, pero que esta vez se ha comprometido a contribuir con 8.000 millones del presupuesto de la Generalitat.

Ya en los meses que siguieron al anunciado acuerdo, la Comisi¨®n Delegada para Asuntos Econ¨®micos analiz¨® las dificultades para materializar el pacto entre la Generalitat, los sindicatos y Volkswagen. Las tres partes se hab¨ªan concertado para presionar al Gobierno con el fantasma de la inestabilidad social que provocar¨ªa una reestructuraci¨®n dura de Seat. En las ¨²ltimas semanas, Pi?ch lleg¨® al extremo de convertir al presidente del land de Baja Sajonia, cuya participacion en Volskwagen asciende al 20%, en uno de los protagonistas de la historia. Ni Pujol ni Pi?ch le han puesto las cosas f¨¢ciles al Gobierno, que ha tenido y tiene sus razones para no acceder con los ojos cerrados a entregar los fondos solicitados. En primer lugar, la limitaci¨®n de ayudas p¨²blicas al sector privado que establece la Uni¨®n Europea; en segundo, el hecho de que una parte al menos de los problemas de Seat son el resultado de una gesti¨®n que ha estado te?ida de irregularidades y sobre la que est¨¢ pr¨¢cticamente terminada una auditor¨ªa independiente; en tercer lugar, las otras empresas del sector, que inmediatamente despu¨¦s de las ayudas a Seat exigir¨ªan un tratamiento similar.

Cada uno de estos cap¨ªtulos es tan importante que ilustra por qu¨¦ ha sido irresponsable y poco profesional la conducta de las partes m¨¢s directamente implicadas, en la crisis de Seat. Que las ayudas deben ser conformes al ordenamiento jur¨ªdico comunitario vigente es algo que seguramente ni la empresa alemana, ni Pujol, ni los sindicatos pueden discutir. Y, sin embargo, han solicitado unas subvenciones bajo una f¨®rmula -pago de jubilaciones anticipadas a cargo de la Seguridad Social- que s¨®lo se ha aplicado en Espa?a en industrias p¨²blicas bajo reconversi¨®n (siderurgia, Hunosa, por ejemplo).

Por lo que se refiere a la gesti¨®n, hay que recordar que la responsabilidad es enteramente de Volswagen, ya que Seat fue saneada por el Instituto Nacional de Industria para facilitar su venta al grupo alem¨¢n, y que ¨¦ste lleg¨® a exigir, y obtener, incluso garant¨ªas sobre posibles pasivos ocultos. Otro tipo de irregularidades que han influido sobre las p¨¦rdidas de 150.000 millones de pesetas acumuladas por Seat en 1993 no pueden ser un argumento, ni siquiera indirecto, para la petici¨®n de ayudas. Por ¨²ltimo, toda operaci¨®n de salvamento debe hacerse conforme a mercado, sin discriminar a los competidores.

El Estado no es ajeno a la marcha de la crisis econ¨®mica y su impacto sobre las empresas. El argumento seg¨²n el cual toda ayuda supone transferir recursos de los sectores eficientes a los ineficientes debe matizarse cuando se refiere a empresas de las que dependen muchas otras industrias -y puestos de trabajo- Las ventas de autom¨®viles al exterior suponen el 21% de las exportaciones espa?olas, y de la soluci¨®n que se d¨¦ a esta crisis depende en buena medida el futuro de un sector del que dependen 100.000 empleos directos y muchos m¨¢s indirectos. Por eso, la intervenci¨®n en Seat no s¨®lo parece razonable sino inevitable.

Pero no a cualquier precio. La actuaci¨®n gubernamental no puede guiarse por razones de oportunidad pol¨ªtica, sino por criterios objetivos que puedan aplicarse como m¨ªnimo a todo el sector en igualdad de circunstancias. En primer lugar, la salida ha de ser duradera. Para ello hay que conocer los compromisos y planes de la multinacional alemana, cuya conducta, a menudo contradictoria, ha despertado dudas razonables sobre su evoluci¨®n futura. Por otra parte, la canalizaci¨®n de ayudas p¨²blicas para un replanteamiento industrial de Seat debe ir unida no s¨®lo a la idea de que se tratar¨¢ de la ¨²ltima ayuda -nunca m¨¢s-, sino a una f¨®rmula que garantice una recuperaci¨®n parcial cuando la situaci¨®n mejore. El aumento en un 20% en las ventas en el primer cuatrimestre de 1994 ya sugiere un cambio de tendencia. Es hora de poner fin a la filosofia de "los beneficios son nuestros, las p¨¦rdidas son de todos".