El fiscal considera a los desertores del Golfo autores de un doble delito
El fiscal del Tribunal Militar Territorial Primero, capit¨¢n Rafael Alcal¨¢, pidi¨® ayer dobles penas para Jos¨¦ Antonio Escalada y Manuel Bl¨¢zquez, los dos marineros que en enero de 1991 desertaron de las corbetas Infanta Elena y Vencedora, poco antes de que zarparan hacia el Golfo. El fiscal aleg¨® la "alarma social" que produjo su comportamiento y solicit¨® tres a?os y ocho meses de c¨¢rcel para cada uno de los acusados, a los que imputa dos delitos de deserci¨®n y no uno. La pena m¨¢xima prevista es de dos a?os por cada delito. En opini¨®n de los defensores, esto constituye una forma ilegal de castigar el mismo hecho por partida doble.
Escalada y Bl¨¢zquez, de 22 a?os, naturales de Torrelavega (Cantabria) y Barcelona, demostraron ante el tribunal que no ten¨ªan vocaci¨®n de insumisos, que eran dos marineros como los dem¨¢s, "que no destacaban ni por lo bueno ni por lo malo", en palabras de uno de sus mandos, y que s¨®lo las circunstancias les llevaron a sentarse en el banquillo. Escalada no tuvo ni siquiera empacho en reconocer que desert¨® el mismo d¨ªa en que le comunicaron que no se librar¨ªa de la mili por una alergia, como era su pretensi¨®n. "Hubiera sido una salida m¨¢s f¨¢cil", admiti¨®.La sede de los servicios generales de la Armada en Cartagena, a donde se trasladaron desde Madrid los jueces militares, fue escenario de cuatro juicios sucesivos con los mismos protagonistas. No s¨®lo se les acus¨® de haber huido de las corbetas para eludir la misi¨®n en el Golfo, sino tambi¨¦n de no haberse reincorporado a filas cuando fueron puestos en libertad provisional el 3 de julio de 1991, tras pasar tres meses en el penal militar de Cartagena.
Los dos j¨®venes vivieron m¨¢s de un a?o en la clandestinidad hasta que, en agosto de 1992, el Tribunal Constitucional orden¨® levantar la orden de b¨²squeda y captura que pesaba sobre ellos.
"No son bichos raros. Es de sobra conocido que el 90% de los j¨®venes espa?oles rechaza el servicio militar obligatorio. Resulta anacr¨®nico estar en esta sala pidiendo cuatro a?os para estos chicos cuando de aqu¨ª a dos d¨ªas se va a acabar la mil?", dijo Montse Moranda, presidenta de la asociaci¨®n catalana Informaci¨®n para la Defensa del Soldado, quien con su desparpajo consigui¨® arrancar la sonrisa al tribunal.Tambi¨¦n motiv¨® el ¨²nico incidente, cuando un hombre maduro fue expulsado de la sala por gritar "es mentira" despu¨¦s de que la testigo asegurara que muchos padres de marineros fueron avisados de la salida de los buques despu¨¦s de que zarparan.
Los juicios se iniciaron con una hora de retraso y debieron interrumpirse durante otros 25 minutos debido a que la polic¨ªa impidi¨® el paso a gran parte de la veintena de familiares, amigos y simpatizantes de los desertores. La polic¨ªa, dando muestras de un nerviosismo injustificado, cort¨® el paso de la calle donde estaba la sede del tribunal y los agentes, tras desprenderse de las placas identificativas, la emprendieron a empujones con los antimilitaristas. S¨®lo la intervenci¨®n del presidente de la sala, el comandante Antonio Lozano, logr¨® que se permitiera el acceso del p¨²blico al local de la vista.
Manuel Bl¨¢zquez declar¨® haber sentido "p¨¢nico, m¨¢s que temor" cuando supo que su corbeta zarpar¨ªa hacia el Golfo, reci¨¦n iniciados los bombardeos sobre Bagdad, y su abogado, Jos¨¦ Luis Maz¨®n, intent¨® convertir ese miedo, ilustrado por la realizaci¨®n de ejercicios de autoprotecci¨®n frente a los ataques con armas qu¨ªmicas, en base de un estado de necesidad que le eximiria de responsabilidad penal.
Con el mismo objetivo, el defensor arroj¨® dudas sobre el propio estado mental de su cliente, al cuestionar el informe del perito militar, el ¨²nico permitido por la ley procesal castrense, quien admiti¨® que durante el reconocimiento m¨¦dico al joven no consider¨® necesario librarle de las esposas "porque no lo pidi¨®".
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