La hora del fiscal
EL NOMBRAMIENTO del magistrado Carlos Granados como fiscal general del Estado ha sido objeto de general aceptaci¨®n. No s¨®lo a causa de su biograf¨ªa personal y profesional; tambi¨¦n porque el perfil de la persona designada parece responder m¨¢s a las exigencias de independencia de la instituci¨®n que va a dirigir que a los intereses coyunturales del Gobierno.Las primeras manifestaciones del nuevo fiscal del Estado son coherentes con estas expectativas. A favor de que se cumplan est¨¢, en primer lugar, su compromiso p¨²blico de actuar de conformidad con los principios de imparcialidad y legalidad y de rechazar cualquier sugerencia o indicaci¨®n exterior que pueda cuestionarlos; tambi¨¦n, la presencia en la c¨²pula del Ministerio de Justicia e Interior de personas que en el pasado han subrayado la importancia de la independencia de la fiscal¨ªa. En contra est¨¢, fundamentalmente, una concepci¨®n del ministerio fiscal profundamente arraigada entre los socialistas, seg¨²n la cual esta instituci¨®n debe ser un instrumento del Gobierno en la defensa del "inter¨¦s p¨²blico y social" del que aqu¨¦l se reclama int¨¦rprete.
?Ser¨¢ capaz el nuevo fiscal del Estado de resistirse a ¨®rdenes e instrucciones en caso de producirse y de hacerle ver al Gobierno su improcedencia, como ha afirmado? El amplio plan de trabajo que el nuevo fiscal del Estado se ha propuesto realizar -presencia activa del ministerio p¨²blico en la lucha contra el terrorismo, la corrupci¨®n, el narcotr¨¢fico y las agresiones a la libertad sexual, prioritariamente- puede constituir el mejor ant¨ªdoto contra injerencias no deseables. La experiencia de estos a?os demuestra que la falta de iniciativa del fiscal general del Estado en el ejercicio de sus funciones ha servido de excusa al Gobierno para mostrar su inter¨¦s por asuntos que s¨®lo a ¨¦l interesan.
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