Biograf¨ªa pol¨ªtica
Si hubiera habido 9 millones de antifranquistas activos incluso la d¨¦cima parte, Franco no habr¨ªa aguantado 40 a?os. El periodista Luciano Rinc¨®n, fallecido el a?o pasado, dec¨ªa que aqu¨ª, m¨¢s que resistencia, lo que hab¨ªa habido era aguantancia. Los candidatos del PP que aseguran que Franco no fue tan malo e incluso que demostr¨® cierta sensibilidad social, ofenden a los antifranquist¨¢s; pero los socialistas que descalifican a quienes no fueron antifranquistas activos ofenden a muchos de sus electores.Los j¨®venes conservadores que elogian la sensibilidad social del Caudillo tal vez ignoran -pero es una ignorancia culpable- que los sindicalistas, por ejemplo, arriesgaban seis a?os de c¨¢rcel (asociaci¨®n ilegal) por serlo. Y resultan rid¨ªculos los periodistas que establecen paralelismos entre la situaci¨®n actual y la de entonces, ignorando que un. colega que escribiera la mitad de la mitad de lo que ellos escriben cada d¨ªa pod¨ªa ser condenado a 11 a?os de prisi¨®n: ¨¦sa es la pena que solicit¨® el fiscal del Tribunal de Orden P¨²blico contra Luciano Rinc¨®n por considerarle autor del art¨ªculo titulado "Franco, la continuidad en el cambio", publicado en 1971 en la revista Cuadernos de Ruedo Ib¨¦rico.
Esa desmesura represiva de las dictaduras explica -que los resistentes activos a las mismas sean poco numerosos, Y que la mayor¨ªa de ellos se adscriban a ideolog¨ªas radicales. La existencia de un gran ideal colectivo (y ut¨®pico) es lo que da al resistente individual la fuerza moral necesaria para arriesgar la tortura y la c¨¢rcel. Su radicalizaci¨®n suele ser proporcional a la incapacidad del r¨¦gimen dictatorial para reformarse y consentir la disidencia. De- ah¨ª que el grueso de los opositores al franquismo militara en alguna de las corrientes comunistas o nacionalistas radicales. .
Es cierto, por ello, que, de haber triunfado las ideas que defend¨ªan hace 20 a?os, ahora figurar¨ªan entre los fracasados: entre aqu¨¦llos cuyas teor¨ªas han sido refutadas por la pr¨¢ctica, como Mao, Castro o Ceausescu. Muchas personas que lucharon contra la dictadura pechan con esa contradicci¨®n, y si en el PP se libran de ella es porque en sus filas apenas hay personas que hayan sido antifranquistas.Cuando Mercedes de la Merced, en r¨¦plica a una desafortunada descalificaci¨®n de Mendiluce, saca a relucir la biograf¨ªa pol¨ªtica de ese candidato socialista comete un error de hecho: Mendiluce no milit¨® en ETA(VI) sino en una organizaci¨®n trotskista, la LCR, a la que se uni¨® en 1973 esa escisi¨®n de ETA, caracterizada precisamente por su ruptura con el nacionalismo violento. Pero comete sobre todo un error de perspectiva (o un pecado de mala fe) al no distinguir entre la actividad resistente contra la dictadura y la desestabilizadora contra la democracia. Que esos militantes defendieran de manera m¨¢s o menos ret¨®rica planteamientos revolucionarios y criticaran la democracia liberal no los equipara a los que hoy combaten -a bombazos- contra las instituciones democr¨¢ticas. Lo contrario conducir¨ªa al absurdo de considerar que los ¨²nicos dem¨®cratas fueron aqu¨¦llos que convivieron pac¨ªficamente con el franquismo.
. Pero la actitud m¨¢s incongruente de todas es la de esos comentaristas radiof¨®nicos que hoy reprochan a los socialistas, entre grandes risotadas el escaso bagaje carcelario de sus dirigentes (su tibieza antifiranquista), y ma?ana haber integrado en sus filas a excombatientes radicales como Mendiluce y otros. ?C¨®mo es posible elogiar el intento de Fraga de integrar en el marco democr¨¢tico al franquismo sociol¨®gico, y censurar a los socialistas por hacer lo mismo con el izquierdismo comunista o sesentayochista?
Un pacto impl¨ªcito de la transici¨®n reprimi¨® cualquier menci¨®n al franquismo (y al antifranquismo). Hubo motivos de prudencia pol¨ªtica que lo aconsejaron. Pero. seguramente no es bueno prolongar indefinidamente esa cautela: como explican los psicoanalistas, lo reprimido acaba regresando si no se le hace frente.
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