Elecciones primarias
El escalonamiento de elecciones como consecuencia de la imposici¨®n del Estado de las Autonom¨ªas y del ingreso en la hoy Uni¨®n Europea ha sido criticado con frecuencia y desde las m¨¢s diversas instancias, encontr¨¢ndose en ¨¦l la justificaci¨®n de una cierta apat¨ªa o cansancio de los electores.Mi opini¨®n es completamente distinta. El hecho de que el periodo de la legislatura por excelencia, la del Parlamento nacional, se vea jalonado por otras consultas, bien de car¨¢cter general por su ¨¢mbito territorial (municipales o europeas), bien de car¨¢cter territorial m¨¢s limitado (las auton¨®micas), es algo muy positivo, en la medida en que permite ir tomando nota de manera fehaciente de la evoluci¨®n de la opini¨®n p¨²blica, que es y debe ser, en ¨²ltima instancia, el elemento central de toda forma de gobierno democr¨¢tica.
Aunque hoy en d¨ªa los instrumentos para pulsar la opini¨®n p¨²blica son muy sofisticados y las encuestas son cada vez m¨¢s fiables, es obvio que no es lo mismo conocer el estado de la opini¨®n p¨²blica que tener la traducci¨®n de ese conocimiento en forma de gobiernos municipales o auton¨®micos o de esca?os en el Parlamento Europeo.
Cada consulta posterior a unas elecciones, generales es una especie de memento mori para el Gobierno de la naci¨®n y su mayor¨ªa parlamentaria, un indicador del car¨¢cter transitorio de su ocupaci¨®n del poder y una forma de obligarle a corregir el rumbo, si es que puede hacerlo, o de se?alar su derrota en el futuro, si es que ya no le quedan recursos para adaptarse a lo nuevo.
Por eso, todas las elecciones no generales son primarias de las pr¨®ximas generales. M¨¢s o menos, seg¨²n la extensi¨®n de la consulta y las circunstancias del momento, pero todas lo son. Pues al final, los protagonistas de todas las elecciones son los mismos: los partidos pol¨ªticos.
Es verdad que unas elecciones son distintas de otras y que en unas el factor humano puede tener mucho peso y en otras mucho menos. Pero una vez que se toma en consideraci¨®n todo el territorio, los diferentes factores humanos a favor y en contra de los diferentes partidos se compensan, de tal manera que los resultados de las diversas consultas sonexpresivos en relaci¨®n con las ¨²ltimas elecciones generales y de cara a las pr¨®ximas.
En consecuencia, todas las elecciones constituyen un criterio de mensura extraordinariamente fiel de la evoluci¨®n de la opini¨®n p¨²blica y, en particular, del apoyo con el que cuenta el Gobierno de la naci¨®n. Aqu¨ª y en todas partes. En un mundo en el que la comunicaci¨®n tiene el peso que tiene, todas las elecciones son as¨ª y van a continuar siendo as¨ª. Esto es irreversible.
Justamente por eso, porque es un elemento general de nuestro sistema pol¨ªtico, con el que vamos a tener que convivir de forma permanente, es por lo que importa mucho no sentar precedentes que puedan perturbar el normal funcionamiento de dicho sistema pol¨ªtico, extrayendo conclusiones indebidas de unas consultas para deslegitimar las elecciones generales.
Y esto no es reducir la pol¨ªtica a Derecho Constitucional, como amablemente se me ha reprochado. Es sencillamente recordar que el Derecho Constitucional tiene sus reglas y que es a esas reglas a las que tiene que ajustarse la acci¨®n pol¨ªtica, y no a la inversa.
En los ¨²ltimos meses, en relaci¨®n con la dimisi¨®n del presidente, la cuesti¨®n de confianza o la disoluci¨®n del Parlamento, se ha hablado con un desconocimiento preocupante de nuestra Constituci¨®n y, por tanto, de manera algo ligera y hasta un punto fr¨ªvola.
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