Los gordos de Botero
Es un hecho notable del d¨ªa que, en una ¨¦poca que valora tanto a las mujeres estilizadas y a los hombres espigados, le caigan bien a la gente los gordos de Fernando Botero. Madrid se ha volcado en el paseo de Recoletos para contemplar las orondas figuras del escultor colombiano. Y ha venido mucha gente de fuera para verlas. Lo que no termino de saber es si a los que emiten exclamaciones de admiraci¨®n ante esas obras les gustan porque las consideran manifestaciones del arte escult¨®rico o si lo que en esas figuras les atrae es lo gordas y hermosas que est¨¢n.Sospecho que lo que est¨¢ ocurriendo es que hay un cierto cansancio del tipo de mujer delgada y de joven el¨¢stico que estamos acostumbrados a ver en los anuncios y en las revistas de modas y del coraz¨®n. Es posible que haya un cierto regreso a la belleza antigua, siempre metida en carnes, tal como la esculpieron y la pintaron los artistas cl¨¢sicos y que constituy¨® un ideal hasta tiempos todav¨ªa muy recientes. Nuestros abuelos habr¨ªan desde?ado la extrema delgadez que tanto esfuerzo y sacrificios cuesta mantener a las mujeres de hoy. Y nuestras abuelas y t¨ªas habr¨ªan preguntado a los flacos muchachos de nuestros d¨ªas si se encontraban bien de salud.
El ¨¦xito de Fernando Botero no tiene nada que ver, me parece, con un acontecimiento art¨ªstico. Su obra no es arte: dibujo de modista, pintura de ilustrador, escultura de caricaturista en bronce. Su colecci¨®n de Recoletos se me antoja un chiste alargado, uno de esos chistes que, contados una vez, hacen gracia hasta que el que los cuenta se empe?a en repetirlos. Su ¨¦xito tiene m¨¢s que ver creo, con la anticipaci¨®n del cambio de gustos que puede estar produci¨¦ndose en lo referente a los tipos ideales de hombres y mujeres. Leo que, en Estados Unidos y en Inglaterra, pa¨ªses que hoy imponen la moda, vuelve a estar a la orden del d¨ªa el antiguo sost¨¦n, que ya ni siquiera cobra el eufem¨ªstico nombre de sujetador. Vaya usted a saber si, en un pr¨®ximo futuro, no volver¨¢n a llevarse el tipo de mujer gruesa y el de hombre fornido. Algo tendr¨ªa que ver esto con el ecologismo en boga, porque la delgadez es urbana y la gordura agraria. El agro es el ¨²nico sitio en que a¨²n se aprecia lo orondol- lo ping¨¹e. Madrid, volcado en Recoletos para ver a los gordos de Botero, muestra, m¨¢s que su gusto art¨ªstico, su nostalgia por el agro perdido.
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