Cita de Cartagena
DOS GRANDES cuestiones han centrado la cumbre iberoamericana que se ha desarrollado en la localidad colombiana de Cartagena de Indias los d¨ªas 14 y 15 de este mes: el intrincado caso cubano y la capacidad de acci¨®n exterior econ¨®mica de Am¨¦rica Latina.Sobre Cuba, el consenso es razonablemente extenso. La t¨ªmida apertura de La Habana, expresada en una cierta dolarizaci¨®n de la econom¨ªa y el reconocimiento de cierto pluralismo cultural, es insuficiente para que la isla pueda volver a la OEA, la Organizaci¨®n de Estados Americanos. Pero tambi¨¦n es opini¨®n general que no debe aislarse al r¨¦gimen castrista y que las negociaciones han de proseguir para obtener, por v¨ªa pac¨ªfica, la democratizaci¨®n del pa¨ªs caribe?o. En este orden, m¨¢s que los discursos, son las conversaciones directas con Castro que han sostenido Felipe Gonz¨¢lez y otros jefes de Gobierno las que pueden quiz¨¢ mover algo en el sentido correcto.
Al mismo tiempo, el mundo latinoamericano, como gran bloque de inter¨¦s econ¨®mico, vuelve a atraer la atenci¨®n de la Europa comunitaria, tras la distracci¨®n que ha supuesto la presi¨®n de los pa¨ªses del Este. Francia, comprendiendo que su posici¨®n en Europa depende de sus habilidades exteriores, ha puesto sus ojos en M¨¦xico como una de las grandes potencias latinoamericanas del futuro, pensando en atraer al pa¨ªs a un acuerdo econ¨®mico con la Uni¨®n Europea sin¨²lar al Tratado de Libre Comercio suscrito con Estados Unidos y Canad¨¢. Espa?a, no siempre en la primer¨ªsima l¨ªnea que le convendr¨ªa, apoya lealmente el proyecto. Junto al inter¨¦s sobre el futuro econ¨®mico de M¨¦xico, la UE piensa tambi¨¦n en el Mercosur, el bloque meridional centrado en Argentina, que quiz¨¢ atrae m¨¢s atenci¨®n de la que justifica su titubeante andadura.
Pero no es s¨®lo Europa la que tiene planes de cooperaci¨®n expansiva con los latinoamericanos, sino tambi¨¦n Estados Unidos. Hablar de competencia entre la Uni¨®n Europea y Estados Unidos por asegurar su presencia en el mercado latinoamericano ser¨ªa una exageraci¨®n, puesto que las cabezas de ventaja que lleva Washington son decisivas. Pero en esta coyuntura es importante que la cumbre iberoamericana haya considerado colectivamente sus posibilidades de juego econ¨®mico exterior. La existencia de la UE constituye un factor de ampliaci¨®n y profundizaci¨®n de ese juego.
Espa?a, por a?adidura, con su presidencia de la Uni¨®n en el segundo semestre de 1995, tiene el inter¨¦s y el deber de impulsar la creaci¨®n de esa tercera v¨ªa cooperativa. No s¨®lo conviene a todos los pa¨ªses iberoamericanos. Tambi¨¦n lo requiere la propia supervivencia de una pol¨ªtica exterior, si no exclusivamente espa?ola, s¨ª al menos inspirada por Madrid.
La cumbre colombiana, por ¨²ltimo, se ha convertido en una especie de primarias de la reuni¨®n de la OEA, convocada por Estados Unidos para diciembre en Miami. Si la comunidad iberoamericana llega a Florida con un planteamiento, aunque sea modesto, de cooperaci¨®n con Europa, su capacidad de negociaci¨®n ante Washington se ver¨¢ acrecentada. De igual forma, los progresos que sepa hacer la persuasi¨®n amistosa sobre el r¨¦gimen de Fidel Castro pueden contribuir a despejar algunas perplejidades del presidente Clinton: poco entusiasmo por endurecer el enfrentamiento y menos convicci¨®n a¨²n para aflojar el dogal econ¨®mico sobre La Habana. Si Castro tiene algo que mostrar de aqu¨ª a diciembre, en el sentido de la apertura y el abandono del numantinismo ideol¨®gico, dar¨¢ argumentos a los que buscan la mejor soluci¨®n democr¨¢tica y pac¨ªfica para Cuba.
Por todo ello, la cumbre de Cartagena ha sido una rev¨¢lida que justifica la existencia de este organismo de laxa coordinaci¨®n pero gran potencial que agrupa al mundo de habla espa?ola y portuguesa.
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