Noche memorable
Fue una de esas noches de rock and rock brillantes y alentadoras, capaz de salvarle la semana al espectador m¨¢s recalcitrante. Abr¨ªan Los Macana, un tr¨ªo cordob¨¦s con varios discos a sus espaldas. En la actualidad, han dejado un poco de lado sus influencias sixties, para dar paso al Cat¨®n del rokero-superviviente-fin-de-siglo: The Ramones. Piezas cortas y vertiginosas, impregnadas de alcohol, humo y nocturnidad, que van directas al coraz¨®n. Tres m¨²sicos tocando como uno solo, sin virguer¨ªas, ni sofisticaciones pretenciosas. Los textos de sus canciones son reflexiones juveniles, concebidas para impactar en tres minutos. Sus t¨ªtulos lo dicen todo: Autopista sin final, Puedo morirme, Qu¨ªtate la ropa, Rock and rock diablo... Los Macana hacen que la tradici¨®n no se pierda y eso, tal y como anda el patio, tiene un m¨¦rito indudable. Al menos, da esperanzas.El plato fuerte de ¨¦ste sabroso men¨² result¨® enormemente satisfactorio. El amigo Wilko ofreci¨® una lecci¨®n magistral del m¨¢s apasionado rythm & blues. El p¨²blico, que aborrata e impregnaba de sudor el local, lo agradeci¨® como corresponde: exigiendo bises. Vestido de negro y armado de su cl¨¢sica strato roja y negra, este peculiar int¨¦rprete arm¨® el taco con su extra?o modo de tocar la guitarra -sin p¨²a, a porrazos y haciendo la r¨ªtmica y los solos a la vez-, de moverse espasm¨®d1camente por el reducido escenario y con una convicci¨®n vocal propia de un quincea?ero, a pesar de sus a?itos.
Wilko Johnson y Los Macana
Sala El Sol. 1.500 pesetas. Jueves, 16 de junio.
Adem¨¢s, Wilko no tocaba solo. A su lado, un todoterreno de las cuatro cuerdas: el ex Blockhead Norman WatRoy. Este es un hombre orquesta del rock, funk, soul, blues... capaz, si le dejan, de cortar las entradas en la puerta y servir en la barra, mientras toca. A ¨¦l le da tiempo a todo. Tras la pareja de capos, el bater¨ªa italiano Salvatore Ramundo hac¨ªa lo que pod¨ªa, que no era poco. Hasta Back in the nigth y She does it right, de su ¨¦poca en Dr. Feelgood, regal¨® Wilko, encantado con la parroquia espa?ola. Al final, tuvo que improvisar el Route 66, ya que de all¨ª no se mov¨ªa nadie. Fue una de esas noches para recordar, diciendo eso de "yo estuve all¨ª".
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