Mujeres e islam
He seguido con inter¨¦s la pol¨¦mica entre Lidia Falc¨®n y M. Ali Herrera sobre La guerra contra las mujeres (23 de mayo) y Las mujeres y el islam (4 de junio). Quisiera contribuir al debate, de una manera constructiva, con unas breves reflexiones.M. Ali Herrera tiene cierta raz¨®n al se?alar que "no hay superioridad alguna del hombre sobre la mujer en el islam". Es incuestionable que los mandamientos de Al¨¢ en el Cor¨¢n realzaron el status de las mujeres, que hab¨ªa deca¨ªdo mucho en las sociedades ¨¢rabes preisl¨¢micas. Cualquier an¨¢lisis de las caracter¨ªsticas o de los principios fundamentales del islam debe partir de las condiciones sociales del mundo concreto en el que se produjo la predicaci¨®n del profeta Mahoma: el siglo VII de nuestra era. En una sociedad que nunca reconoci¨® los derechos de las mujeres; el Cor¨¢n dice (ii, 228) que las mujeres deben tener los mismos derechos que los hombres, tanto a la hora de divorciarse como a la hora de casarse.
Y si la misma sura del Cor¨¢n afirma que los hombres est¨¢n un grado por encima de las mujeres, s¨®lo lo hace reconociendo un hecho que nadie discute todav¨ªa (ni siquiera en Occidente): que el hombre es el jefe de familia.
Por otro lado, hay que entender a Lidia Falc¨®n cuando pone como t¨ªtulo a su art¨ªculo del 23 de mayo La guerra contra las mujeres. Efectivamente, el islam militante y radical que parece predominar en ciertas sociedades no s¨®lo discrimina injustamente a las mujeres, sino que adem¨¢s las persigue. Arabia Saud¨ª es un ejemplo de hasta qu¨¦ punto las tradiciones y el c¨®digo moral pueden llegar a influir en el trato de las mujeres.
Como se?alaba EL PA?S del domingo 6 de febrero de 1994 (La mujer es la principal v¨ªctima mundial del odio y la intransigencia), en 1993 han aumentado las restricciones sobre las actividades p¨²blicas de las mujeres saud¨ªes, prohibi¨¦ndoles el acceso ¨¢ restaurantes, exigi¨¦ndoles a todas, incluso a las extranjeras, que lleven la vestimenta tradicional y que cubran sus caras cuando van por la calle.
El papel de la mujer en las sociedades isl¨¢micas de hoy d¨ªa ilustra, por tanto, c¨®mo se oponen dos proyectos de sociedad irreconciliables, resultado de dos lecturas del Cor¨¢n y de la modernidad diferentes: el de los dem¨®cratas modernistas frente a los llamados locos de Dios. La mujer est¨¢ en el centro del debate, es un instrumento de diferenciaci¨®n y un motivo de divisi¨®n. Pero no olvidemos lo que se preguntaba Goethe: "?Si as¨ª es el islam, no somos todos musulmanes?".-
El se?or M. Ali Herrera,
en su carta del s¨¢bado 4 de junio, Las mujeres y el islam, pretend¨ªa tirar por los suelos, pisotear e insultar a Lidia Falc¨®n. Y no lo consigui¨®, ya que dej¨® claro en su carta llena de rabia y miedo a la libertad de las mujeres que no tiene ning¨²n argumento.Primero, las diferencias ps¨ªquicas entre hombres y mujeres no son demostrables, ni pueden serlo, con un m¨ªnimo de rigurosidad cient¨ªfica sin apelar a pruebas rid¨ªculas y sin fundamento; el resto s¨ª que es ideolog¨ªa. Las diferencias f¨ªsicas son obvias.
Segundo, Lidia Falc¨®n, otras "feministas trasnochadas" y tambi¨¦n muchos hombres s¨ª que luchan y luchamos porque acaben la intolerancia, la violencia contra las mujeres y la discriminaci¨®n aqu¨ª y ahora, en nuestro pa¨ªs y en el resto del mundo, cosa que dudo mucho que sea f¨¢cil en sociedades tan "armoniosas" como la musulmana.
Tercero, la corrupci¨®n de los que detentan el poder y acaparan las riquezas de los pueblos no es exclusiva de Occidente y se da por sistema en las monarqu¨ªas feudales de Marruecos, Arabia Saud¨ª, Kuwait, etc¨¦tera. Tambi¨¦n el hedonismo y el materialismo no son exclusivos de nadie; si no, observe las fortunas, los yates y palacios de los magnates ¨¢rabes del petr¨®leo. Por eso no se puede descalificar a las sociedades generalizando y exagerando los defectos. Las culturas realmente progresistas se caracterizan por estar abiertas a los intercambios de valores humanistas, cient¨ªficos y art¨ªsticos como lo fue Al Andalus en su ¨¦poca m¨¢s luminosa.
Por ¨²ltimo, en esta sociedad (seg¨²n usted tan podrida), por lo menos Lidia Falc¨®n puede expresar sus ideas en el peri¨®dico de mayor tirada nacional, y usted contestarle desde la intolerancia que demuestra su no por extensa menos biliosa carta.-
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.