El nen de Sant Pedor
Clemente ha rectificado, y su rectificaci¨®n tiene 23 a?os y se llama Pep Guardiola. Poner a Guardiola en la selecci¨®n supone mucho m¨¢s que hacer cualquier otro cambio. Supone cambiar la idea de balonazo y tentetieso, de pelotazos a Salinas y que ¨¦l se apa?e hasta que lleguemos arriba, por un juego m¨¢s masticado, madurado e inteligente. No necesariamente m¨¢s lento, como pudo verse en el primer tiempo ante Alemania, o como se ha comprobado en tant¨ªsimas ocasiones con el Barca, pero s¨ª m¨¢s elaborado.Clemente fue a Estados Unidos con una idea equivocada: repetir hasta la saciedad la experiencia de Dubl¨ªn, su mejor experiencia como seleccionador. Pero un equipo abrupto y heroico perfectamente capaz de ganar bien en Dubl¨ªn no tiene por qu¨¦ ser el mejor para afrontar un Mundial con altas temperaturas. Un Mundial con gran calor nunca es un Mundial donde tenga ventaja el equipo del derroche f¨ªsico, porque estas temperaturas acaban con el vigor de los equipos que se basan en eso. Un Mundial de calor ofrece ventajas a los equipos que se agrupan, tocan, hacen correr el bal¨®n y ahorran inteligentemente energ¨ªas. Y cuanto m¨¢s lejos piensen llegar en el Mundial, m¨¢s importante es esto.
Guardiola, frente a Alemania.
Y ah¨ª es donde ha entrado Pep Guardiola, la baza de la que Cruyff dispon¨ªa cuando forz¨® la situaci¨®n con Milla hasta el punto de provocar su marcha al Madrid. Guardiola cay¨® como en paraca¨ªdas en el cruce de caminos de un superequipo en gestaci¨®n y hoy, con 23 a?os, puede presumir de haber ganado cuatro ligas, una Copa de Europa y unos Juegos. A eso no se llega s¨®lo con t¨¦cnica. Hace falta tambi¨¦n flema, car¨¢cter y sacrificio.
L¨¢stima que nuestra selecci¨®n no haya estado organizada en torno a ¨¦l. Lo de Alemania fue una improvisaci¨®n, fruto de un chasco ante Corea, un palo de ciego que sali¨® bien. Pero en algo se not¨® la falta de un equipo m¨¢s hecho en esa l¨ªnea: tras un primer tiempo impresionante, el gol alem¨¢n (?ay, Zubi, Zubi ... !) desconcert¨® demasiado al equipo, que estuvo con el culo en la lona por la cuenta de ocho. Eso a un equipo cuajado no le pasa. Un equipo cuajado mantiene la cabeza fr¨ªa cuando le llega un golpe inesperado; un equipo improvisado, no.
Pero nunca es tarde para rectificar. Y ya se sabe: m¨¢s alegr¨ªa hay en el cielo por un pecador arrepentido que por cien justos que hacen penitencia.
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