Una sucia libreta de registro de muertos
Organizaciones humanitarias luchan en los campos de refugiados contra las secuelas de la guerra de Ruanda
JOS? MAR?A ARENZANAEl primer nombre que figura en la lista es el de Moukandaisaba. Era una ni?a de ocho a?os y muri¨® el mismo d¨ªa de su llegada al campo de refugiados de Benaco, al otro lado de la frontera ruan desa con Tanzania. Ven¨ªa de Rusumo, una localidad cercana, a poco m¨¢s de un d¨ªa y medio caminando. Seguramente la acompa?aba toda su familia, pero eso ya no lo especifica el libro de registro de defunciones del mayor campo de refugiados del mundo.
Y es que Benaco tiene ya un encargado de los entierros, sastres y herreros, vendedores de naranjas y refrescos, un representante ante las organizaciones humanitarias y el ACNUR elegido por los propios refugiados. Tambi¨¦n existen ladrones y carniceros, zapateros remendones y, c¨®mo no, revendedores de la ayuda alimenticia que env¨ªan las Naciones Unidas. No es un buen negocio, desde luego, porque lo m¨¢s habitual es que intenten venderte dos cazos de ma¨ªz por unos cuantos shillings tanzanos. La cuesti¨®n no es otra que a los ruandeses de Benaco, casi todos de la etnia hutu, no les gusta el ma¨ªz, por m¨¢s que las Naciones Unidas se empe?en en enviar toneladas y toneladas diarias en convoyes de camiones desde la capital tanzana, Dar es Salam, para evitar que se mueran de hambre. Pero los ruandeses no saben qu¨¦ hacer con esos granos y se dedican a intentar revenderlo a bajo precio al primer tanzano o incluso al primer msungu (hombre blanco) que se ponga a tiro.
Nadie puede precisar cu¨¢ntos refugiados viven en Benaco ni siquiera la extensi¨®n de esta fantasmag¨®rica ciudad de chozas de junco y pl¨¢stico, pero se calcula que son m¨¢s de 300.000 en una zona que ocupa no menos de 10 kil¨®metros cuadrados.
En el cementerio improvisado por el ACNUR junto al campo de refugiados se llevan registrados 734 muertos desde el pasado 28 de abril, y Domitien, el encargado del registro, ense?a la sucia libreta en la que apunta uno a uno los muertos, sin importarle las circunstancias en que llegaron huyendo de la guerra ni si sus familiares fueron masacrados en sus pueblos de origen a golpe de machete.
En Benaco se consumen dos millones de litros de agua por d¨ªa y en 10 kil¨®metros a la redonda cada d¨ªa es m¨¢s dif¨ªcil encontrar un ¨¢rbol completo, porque los refugiados caminan durante todo el d¨ªa para cargar con un pu?ado de le?a hasta el interior del campo. La deforestaci¨®n es en estos momentos un problema imparable, as¨ª como los incendios involuntarios de la maleza.
Pero si los incendios y la deforestaci¨®n avanzan de d¨ªa en d¨ªa, tambi¨¦n la inflaci¨®n llega a las remotas monta?as de Tanzania, fronterizas con Ruanda. La carne ha bajado de precio en toda la zona debido a que los refugiados viajan con sus cabras hacia el exilio. Los pl¨¢tanos, el caf¨¦ y las patatas han alcanzado precios astron¨®micos debido a que se producen en esta regi¨®n tanzana, pero en unas cantidades tan peque?as que obligan a pagar esos precios desorbitados a quienes quieran consumirlos. Los peque?os agricultores tanzanos tratan de hacer su agosto.
Entretanto, los diferentes jefes de la etnia hutu que se encuentran en Benaco han forzado las negociaciones con ACNUR para que les permitan permanecer todos juntos y no ser redistribuidos en otros lugares. Las Naciones Unidas, por su parte, han accedido incluso a violar sus propias normas, que exigen que un campo de refugiados no pueda estar situado a menos de 50 kil¨®metros de la frontera. De Benaco al puesto fronterizo de Rusumo Falls no hay m¨¢s de 15 kil¨®metros por carretera.
El ¨¦xito de las organizaciones humanitarias es haber evitado hasta el momento que se propague ninguna epidemia en el campo de refugiados, si bien se han detectado casos de disenter¨ªa, de difteria, de c¨®lera y de malaria.
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