?La alternativa?
Debe ser cierto aquello de que los dioses ciegan a quienes quieren perder. Pues no de otro modo se explica el camino que parece seguir el PSOE desde hace al menos un a?o. Un camino que, si no se remedia pronto (y ya tiene mal remedio), corre el riesgo de establecer la siguiente norma en la democracia espa?ola: los partidos pol¨ªticos no se alternan sino que se (auto) destruyen. En poco m¨¢s de seis meses se esfum¨® el inmenso capital pol¨ªtico ganado en las elecciones de junio de 1993. Ya en marzo o abril el PP iba por delante en todos los sondeos. El malhadado Congreso del PSOE y la corrupci¨®n reforzaron (pero no crearon) una tendencia que se manifestaba claramente meses antes y que se remonta al menos a 1989. Se sab¨ªa pues que iba a perder las elecciones europeas, y se sab¨ªa que las iba a perder por bastante. Por eso ped¨ª -sin duda ingenuamente, pero no sin argumentos- un anuncio de elecciones generales anticipadas antes de la votaci¨®n de las europeas, para minimizar las p¨¦rdidas en ¨¦stas evitando su distorsi¨®n en un test sobre el Gobierno. Ahora el da?o ya est¨¢ hecho. El PSOE, como partido pol¨ªtico, hab¨ªa ya perdido en junio pasado y fue Felipe Gonz¨¢lez quien lo salv¨® entonces tap¨¢ndolo con su imagen. El 12 de junio ¨²ltimo esa imagen se ha quemado tambi¨¦n y hoy carece de legitimidad. Tiene legalmente el poder. Pero no lo tiene leg¨ªtimamente. Y en democracia s¨®lo se puede gobernar contando con la legitimidad popular.Por ello, en este momento las alternativas del PSOE no son ya ganar o perder sino por cu¨¢nto pierde. Y cuanto m¨¢s tarde salgamos de dudas, mayor ser¨¢ su p¨¦rdida. Felipe Gonz¨¢lez puede intentar remodelar el Gobierno o alguna prestidigitaci¨®n pol¨ªtica. Nada de ello le salva de la ilegitimidad. S¨®lo una moci¨®n de confianza en la que, con el apoyo p¨²blico de CiU, exhiba esa legalidad, que deber¨ªa trasladarse a un gobierno de coalici¨®n, s¨®lo eso podr¨ªa darle fuelle para continuar todo el invierno y llegar a las elecciones municipales y auton¨®micas de la primavera de 1995.
Pero incluso entonces, es decir, en el mejor y (hoy por hoy) ang¨¦lico supuesto, el PSOE perder¨¢ las elecciones municipales. ?Por qu¨¦? Porque ni la recuperaci¨®n econ¨®mica se traslada mec¨¢nicamente en recuperaci¨®n pol¨ªtica, ni los casos de corrupci¨®n van a cesar (sean o no ciertos, eso ya casi no importa pol¨ªticamente). Y sobre todo porque en el ¨¢nimo de la poblaci¨®n se ha asentado ya el horizonte de la alternancia al tiempo que entre los militantes y votantes socialistas cunde el des¨¢nimo, y esas son profec¨ªas que se autocumplen, tanto m¨¢s cuanto m¨¢s tiempo pasa.
De modo que la alternativa no es ya si se convocan elecciones generales anticipadas, pues ¨¦stas son casi inevitables, sino cu¨¢ndo van a ser, en el oto?o del 94 o en el del 95. La alternativa real que hoy tiene en sus manos Felipe Gonz¨¢lez es, pues, tan mala como la siguiente:
1.- Bien tratar de aguantar (con remodelaci¨®n del Gobierno o sin ella; con moci¨®n de confianza ganada o sin ella), en cuyo caso se perder¨¢n las municipales de 1995, lo que obligar¨¢ (ahora s¨ª, tras dos derrotas) a convocar generales anticipadas, que se perder¨¢n tambi¨¦n, con el muy serio riesgo de destruir el PSOE como alternativa real, asegurando mayor¨ªas absolutas del PP probablemente durante un par de legislaturas; resultado, pues, a la francesa (o incluso a la italiana si los esc¨¢ndalos contin¨²an).
2.- Bien se convocan elecciones generales cuanto antes (o al menos se anuncian cuanto antes) con la idea de ganar credibilidad ya y conservar un grupo parlamentario fuerte que pueda disputar al PP las elecciones municipales de 1995 y, sin duda alguna, las pr¨®ximas generales, al tiempo que se pone orden en el partido y se reconstruye, desde la oposici¨®n, el electorado perdido.
No hay a mi entender, otra alternativa y el riesgo de no convocar es sin duda muy superior al riesgo de convocar.
C¨®mo se marcha uno determina qu¨¦ ha sido todo, pues el modo de salir se proyecta retrospectivamente sobre toda la labor anterior. No se puede tirar por la borda una labor excelente hecha a lo largo de m¨¢s de una d¨¦cada, s¨®lo por la voluntad ciega de aguantar.
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