La novia era ¨¦l
Roberto y Alfonso festejan en una discoteca su boda particular
Cuando en una boda no falta el videoaficionado con su inseparable c¨¢mara es que no falta nadie. En la boda celebrada ayer faltaba, en cambio, la novia, pero no sobraba ninguno de los dos novios. Shangay Lily, una drag queen americana afincada en Madrid y con un sorprendente aunque estilizado parecido con Glenn Close, demostr¨® su versatilidad art¨ªstica al erigirse como maestra de ceremonias de la primera boda homosexual celebrada en la capital. Y en el reino. No fue un acto oficial, pero sus organizadores creen que tras la creaci¨®n de los registros de parejas, ¨¦ste puede ser un primer gesto hacia el reconocimiento de los derechos matrimoniales homosexuales.El Shangay Teadance (su sede es ahora la discoteca T¨ªmpano, en Serrano Jover, 5) se encarga de todo: la lista de bodas, la ceremonia, el banquete y hasta la luna de miel. El argumento para convencer a la clientela es un gui?o divertido y directo: "?No te lo vas a creer! ?Por fin tu madre va a hacer realidad su mayor ilusi¨®n: su ni?o se casa..., de blanco y con su pr¨ªncipe azul".
Roberto (24 a?os) y Alfonso (29) han sido los primeros. "Est¨¢bamos muy nerviosos, pero tambi¨¦n nos hac¨ªa mucha ilusi¨®n celebrar nuestra boda con los amigos y con la familia", reconocen ambos; "luego est¨¢ el rollo de los derechos, porque, claro, esto tampoco es una boda real. Ni siquiera podemos irnos de viaje de novios porque tenemos que trabajar y no nos han dado vacaciones".
Para la ceremonia, Shangay Lily se ha decantado por un acto casi ecum¨¦nico en el que se concitan elementos de la tradici¨®n cat¨®lica, protestante y macumba. De esta ¨²ltima se ha elegido el intercambio de velas encendidas como gesto de entrega de energ¨ªa, que viene, al parecer, del rito caribe?o.
Alrededor de las nueve de la noche, con todos los invitado! de punta en blanco -familiares y amigos, algunos con los m¨²sculos bien trabajados-, comenz¨® la boda. Los novios no vest¨ªan de blanco riguroso, pero dominaron los tonos claros, cubiertos los rostros con sendos velos y coronas florales. Minutos antes de su entrada triunfal, los monitores hab¨ªan dejado ver im¨¢genes de una pel¨ªcula, Dr¨¢cula, publicitada en su momento con la frase "El amor nunca muere". Todo un s¨ªmbolo.
Una joven caldeaba el ambiente con incienso. Los invitados todav¨ªa dejaban escapar alguna risa hist¨¦rica, como si no creyeran que todo el tinglado fuera en serio. Los padrinos, Fico, un hermano de Alfonso, y Chevy, un amigo de ambos, tomaban del brazo a los contrayentes mientras se desparramaban por la sala los primeros acordes de la marcha nupcial.
Shangay Lily, en el centro de un estrado con motivos nupciales, vest¨ªa de negro y aparec¨ªa tocada de sombrero y del ala. Con su acento extranjero, arrastraba las fricativas: "Estamos aqu¨ª para ce lebrar este v¨ªnculo. ratificado con vuestra presencia. Alfonso y Roberto, ?sois conscientes para celebrar este v¨ªnculo?". Tras la respuesta afirmativa, la ceremonia prosigui¨® su curso normal.
Un beso sostenido coron¨® el acto y el arroz llovi¨® del cielo como si fuera el caf¨¦ de una canci¨®n de ¨¦xito. Las l¨¢grimas despuntaban y los novios recibieron abrazos y parabienes. La boda cobraba visos de realidad y entonces, como por ensalmo, el acto se hizo real, emotivo y sincero.
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