El Partido Carlista no es de derechas
En mi car¨¢cter de secretario general federal del Partido Carlista, cuya representaci¨®n legal, por tanto, ostento, y en relaci¨®n con la informaci¨®n publicada en EL PA?S el 13 de junio de 1994 bajo el t¨ªtulo Los partidos minoritarios quedan fuera del Europarlamento: en esa informaci¨®n, con absoluto desprecio de la verdad, se refieren a nosotros situ¨¢ndonos en el extremo de la derecha".El Partido Carlista no puede desmentir su car¨¢cter minoritario en la actualidad. Pero no es. un partido de extrema derecha. Ni siquiera de derechas. Lleva defendiendo posiciones pol¨ªticas de izquierda desde hace m¨¢s de veinte a?os, cuando, tras una evoluci¨®n ideol¨®gica asumida y propiciada tanto por la base como por la direcci¨®n del partido, acept¨® una ideolog¨ªa socialista, federalista y autogestionaria.
Ya antes, a comienzo de la d¨¦cada de los sesenta, el Partido Carlista hab¨ªa aceptado p¨²blicamente el sistema democr¨¢tico como el ¨²nico modo posible de convivencia en nuestra sociedad. De muy atr¨¢s ven¨ªa su oposici¨®n frontal a la dictadura franquista y a los principios fascistas que la informaban.As¨ª pues, el Partido Carlista es un partido de una amplia, p¨²blica y contrastada tradici¨®n democr¨¢tica. Ha estado en la fundaci¨®n de la Junta Democr¨¢tica, la Plataforma Democr¨¢tica y, por ¨²ltimo, de Coordinaci¨®n Democr¨¢tica, todo ello en la ¨¦poca de la dictadura y la transici¨®n. Intervino, all¨ª est¨¢ Marcelino Camacho para confirmarlo, en el nacimiento de Comisiones Obreras. Nuestros militantes sufrieron represi¨®n, tortura y c¨¢rcel. Ya en la democracia, participamos en la Plataforma C¨ªvica contra la adhesi¨®n de Espa?a a la OTAN y figuramos, orgullosamente, en la creaci¨®n de Izquierda Unida. Ahora mismo, nuestros militantes se alinean con todas las causas al servicio del progreso y los intereses populares, luchando por ellos all¨ª donde se encuentren.Muy pocos partidos pol¨ªticos pueden presentar una ejecutoria tan definida y brillante en la lucha por la democracia y la libertad como la nuestra y, por tanto, la informaci¨®n cuya rectificaci¨®n exijo da?a gravemente nuestra imagen y dignidad.
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