El exilio y el reino
Jos¨¦ ?ngel Valente dijo a Blanca Berasategui en ABC algo de seda, pero que le¨ªdo de soslayo tiene el pedernal que Lorca vio en algunas miradas ir¨®nicas, duras como pu?etazos. Habla de sus colegas: "Comparto poco con la mayor parte de los escritores espa?oles. Tengo la sensaci¨®n de que muchos de ellos creen que han llegado...". Ah¨ª respira el poeta, pero algo se escapa de su pausa en rizo de pregunta: ?Tiene algo que contar, algo que rimar, algo que decir un hombre que se siente llegado, cuando el acto de creaci¨®n ¨²nicamente salta de quienes deambulan errantes en busca de casa? Desvela el poeta: "El exilio es condici¨®n no s¨®lo de mi escritura, sino de toda escritura de creaci¨®n". Es imposible, salvo protegidos por la autoindulgencia, no percibir la verdad de esta queja.Valente es cuando habla el mismo ge¨®metra de la pasi¨®n que cuando escribe; y su voz la misma que conmueve las ascuas fr¨ªas que encadenan sus poemas incendiarios: versos lac¨®nicos que dejan ver detr¨¢s de su contenci¨®n aguas turbulentas que empujan el muro de pudor que las aguanta y remansa. Poeta de alta precisi¨®n y elegancia, distante y erguido, Valente tiene algo de cipr¨¦s en medio de un p¨¢ramo y habla el idioma generoso e inflexible de los pobladores de exilios sin amnist¨ªa. Hac¨ªa tiempo que nadie mentaba la bicha del exilio, pero ahora la palabra vuelve a sonar sin que nadie la convoque y deja flotando su susurro, como si inexorablemente, cuando se extinguen los pasajeros exilios pol¨ªticos, emergiese del letargo el exilio perpetuo de los poetas.
"El mundo est¨¢ lleno de respuestas no preguntadas, que andan sueltas como perros de nadie", dice Valente. Si se mira el semic¨ªrculo de esta idea en un espejo, se cierra un c¨ªrculo alrededor del punto de la cartograf¨ªa de los sue?os donde est¨¢ el territorio del exilio: y el mundo se llena tambi¨¦n de preguntas no respondidas, igualmente sueltas como perros de nadie. Y hay que ir al n¨²cleo de la met¨¢fora, a esos perros de nadie, buscadores sin amo en aceras y cunetas, donde respuestas sin pregunta y preguntas sin respuesta flotan en el aire espeso, viciado y quieto del pantano espa?ol. Este c¨ªrculo est¨¢ vedado a quienes se sienten due?os de una parcela del reino. Hubo otro poeta oscuro y erguido que murmur¨®: "Quien no tiene casa, ya no la construir¨¢: leer¨¢, escribir¨¢, pasear¨¢ por las avenidas de los parques". Rilke hizo, como hace Valente, de su ausencia presencia. Convirti¨® su voz en nudo de enigmas y habl¨® desde el otro lado de las evidencias, m¨¢s all¨¢ de las fronteras del reino, donde crece la ra¨ªz de la literatura no ef¨ªmera.
Tenemos muchos expert¨ªsimos literatos, pero s¨®lo una exigua contribuci¨®n a la creaci¨®n literaria. Una relectura de relatos de Hammett y Scott Fitzgerald, hizo saltar el otro d¨ªa un desazonador resorte: ?No es el beatificado best seller espa?ol que tuve que dejar a medio leer, para volver a remover esas aguas del otro lado de la tierra, un gran charco comparado con unas decenas de peque?os oc¨¦anos? Escritura de creaci¨®n no es testimonio de lo que ocurre, sino respuesta, herida por la soledad, a lo que ocurre. Si Valente recuerda que "la creaci¨®n es el acto del exilio de Dios hacia el interior de Dios", los creadores, los que juegan a Dios, son exiliados dentro de s¨ª mismos y gente dolorida por esa su condici¨®n, ya que han de convertir, y esto desgarra, su ensimismamiento en alteraci¨®n y su mudez hacia dentro en elocuencia hacia fuera.
?Por qu¨¦ no hay apenas creaci¨®n literaria en tanta literatura bien hecha por tanto buen literato de oficio? ?Ha perdido nuestra palabra conexi¨®n con la emoci¨®n, el esfuerzo y el camino? ?Es porque hay, como dice Valente, demasiados escritores instalados? ?Puede decirse en las oquedades del reino algo que no suene hueco y sea digno de ser dicho? ?No es crear el ¨²ltimo lazo que nos queda con la necesidad y por tanto con la libertad? ?Hacemos verdadera literatura necesaria y por tanto verdaderamente libre??No es una impostura asociar la necesidad de un poema o un relato con la amplitud de su acogida, si vivimos donde la posesi¨®n y el consumo de lo innecesario es la primera necesidad? Preguntas sin respuesta que escapan, perros sin due?o, del humo de la palabra del poeta.
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