El l¨ªder 'invisible'
La verdadera personalidad del heredero de Kim Il Sung -que durante 46 a?os gobern¨® Corea del Norte con mano de hierro- ofrece m¨¢s sombras que luces. La radio de Pyongyang comenz¨® a hacer el elogio de Kim Jong II, hasta entonces Querido L¨ªder, y ayer ya se le denominaba como nuevo Gran L¨ªder, el primer signo de su segura confirmaci¨®n al frente del pa¨ªs.Pero del sucesor s¨®lo se conoce a ciencia cierta su maestr¨ªa en el arte de hacerse invisible en su propio pa¨ªs. En abril de 1992 pronunci¨® el siguiente discurso: "Gloria a los oficiales y soldados del pueblo coreano". Eso fue todo. Y es la ¨²nica vez que se recuerda que hablara en p¨²blico. Pasaron meses enteros sin que los medios de comunicaci¨®n estatales que le glorifican mencionasen al Querido L¨ªder. ?Era una t¨¢ctica par a no enemistarse con la vieja guardia norcoreana, los dirigentes de la generaci¨®n de su padre, o simplemente una muestra de su debilidad en la compleja jerarqu¨ªa comunista?
Se dice que su pasi¨®n por el cine es legendaria, y que posee una filmoteca con unos 20.000 filmes y que un equipo de 100 personas se dedica a subtitular en coreano las pel¨ªculas extranjeras. Shin Sang Ok, un cineasta surcoreano que trabaj¨® durante ocho a?os en Pyongyang rodando para Kim Jong Il, recuerda que su pel¨ªcula favorita era Viernes 13, aunque tambi¨¦n le gustaban las de James Bond y las protagonizadas por Elizabeth Taylor. Shin Sang Ok tilda al heredero norcoreano de "ni?o mimado", inteligente, pero irascible.
Kim Jong Il fuma cigarrillos importados Dunhill y suele beber co?¨¢ franc¨¦s de la marca Hennesy. Los diplom¨¢ticos destacados en Pyongyang recuerdan haber visto a menudo a las prostitutas suecas y tailandensas que llegaban en vuelos especiales para el Querido L¨ªder. Y aunque cuenta con una s¨®lida reputaci¨®n de Don Juan en la colonia diplom¨¢tica, muy pocos han podido comprobar los rumores. Su aversi¨®n a encontrarse con extranjeros es proverbial.
Separar los hechos de la ficci¨®n en un mundo norcoreano visto a trav¨¦s del cristal del estalinismo es una ardua tarea, especialmente cuando Corea del Sur ha sembrado la confusi¨®n durante decenios al satanizar al vecino del Norte siempre que ha podido.
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