Cornadas por las esquinas
El sexto encierro de los 'sanfermines' ocasion¨® los heridos m¨¢s graves de las fiestas
Los toros de las figuras tambi¨¦n dan cornadas. Los Torrestrella protagonizaron ayer el encierro m¨¢s peligroso y accidentado de cuantos se, llevan celebrados en Pamplona y dejaron tras de si un sendero de sangre, desde la cuesta de Santo Domingo hasta el final de la calle de la Estafeta. Derrotes a cada metro y cornadas por las esquinas fue la tarjeta de visita que los toros de Alvaro Domecq dejaron por las calles de Pamplona. Seis heridos graves y una decena de contusionados fue el balance final.El encierro fue impresionante. Los toros de Los Alburejos, nada m¨¢s salir de los corrales de Rotxapea, se subieron por las aceras de Santo Domingo sembrando el p¨¢nico entre los corredores. Pasado el primer tramo de la calle, por la acera izquierda de Santo Domingo, uno de los toros negros de la manada arroll¨® a un grupo de j¨®venes y, cuando los tuvo en el suelo, atrapados contra el muro del Ayuntamiento, arremeti¨® contra ellos, corneando de gravedad a uno de los corredores. Se anunciaba un encierro peligroso.
Por la derecha, su hermano de manada, no le fue a la zaga en agresividad y fiereza. El morlaco gaditano, sin desviar casi su trayectoria ni la velocidad de su trote, derrot¨® contra el vallado ciego de la Casa Seminario y enganch¨® con su pit¨®n derecho a otro joven corredor. Se lo llev¨® colgado del asta como un pelele. La tragedia se present¨ªa. Fueron unos segundos interminables de p¨¢nico en la Plaza Consistorial El joven no lograba sacarse el pit¨®n de su barriga y se as¨ªa desesperadamente a la cabeza del toro. La gente quer¨ªa creer que el asta se hab¨ªa enganchado en la faja roja del mozo pamplonica pero el deseo no se cumpli¨®. Fueron s¨®lo 20 metros, pero dio la impresi¨®n de que el toro hubiera recorrido una milla con el joven sobre su testuz.
Un ¨²ltimo derrote del Torrestrella lanz¨® al mozo por los aires. Cay¨® bocaabajo y qued¨® inm¨®vil en medio de la calle, a la entrada de Mercaderes. Afortunadamente el resto de la manada y los cabestros no llegaron a pisarlo.
La sangr¨ªa continu¨® unos instantes m¨¢s. La curva de entrada a la calle de la Estafeta fue escenario de una nueva cogida. Un joven norteamericano, de Luisiana, fue v¨ªctima de su propia inexperiencia y se situ¨® en el lugar menos indicado, en el momento menos oportuno. La curva que da entrada a esa calle es cerrada, casi 90 grados, y los toros se vencen llevados por su propio peso y la velocidad alcanzada en el llano de la calle Mercaderes. El topetazo inicial del toro que abr¨ªa la carrera lanz¨® al joven cinco metros arriba de la calle. Ya en el suelo, cuando se levantaba de espaldas al morlaco, ¨¦ste le lanz¨® una cornada en la espalda que le alcanz¨® el hemit¨®rax. La manada se disgreg¨® a partir de ese momento. Cuatro toros por delante, y otros dos escalonados en la larga calle de la Estafeta. Se corri¨® entonces como gusta en Pamplona, tocando pit¨®n, y disfrutando del riesgo.
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