?De Borrell o de Baltanas?

No hace a¨²n mucho tiempo, Solchaga desataba la pol¨¦mica sobre el suelo y el urbanismo en nuestro pa¨ªs. Borrell entr¨® al trapo defendiendo posiciones que reflejaban un mayor grado de cultura urban¨ªstica y progresismo social y pol¨ªtico. Se trataba de un falso debate porque la pr¨¢ctica del planeamiento, la gesti¨®n y la disciplina urban¨ªstica en Espa?a en los ¨²ltimos a?os no ha tenido m¨¢s que un lema: "Favorecer la especulaci¨®n". Pero Borrell defendi¨® y record¨® a Solchaga algunos principios elementales de lo que debe hacerse.Ahora que est¨¢ a punto de estallar la guerra del agua por el Plan Hidrol¨®gico Nacional, (PHN), no tengo muy claro que el ministro de Obras P¨²blicas pueda afirmar su imagen de progresismo y eficiencia si se empe?a en aprobar un proyecto que le har¨ªa pasar a la historia como el continuador de un modelo de gesti¨®n del agua m¨¢s propio de Fern¨¢ndez de Mora o de Silva Mu?oz que de la ¨¦poca en la que vive.

Las objeciones que hacemos al PHN los representantes de las organizaciones, ambientales que hemos pasado a formar parte del Consejo Nacional del Agua le concretan en varios puntos:

No se puede aprobar un PHN cuyas actuaciones (siete billones de pesetas) vienen determinadas en gran parte por los regad¨ªos, sin estar terminado el Plan Nacional de Regad¨ªos, como ha solicitado el propio Parlamento nacional.

Las posibilidades de ahorro de agua en nuestro pa¨ªs son infinitamente mayores que las que contempla el plan (podr¨ªan multiplicarse por dos o tres, como m¨ªnimo), lo que har¨ªa innecesarias muchas de las obras programadas.

La calidad del agua, los caudales ecol¨®gicos de nuestros r¨ªos y el patrimonio hist¨®rico, cultural y tradicional en todo el dominio p¨²blico hidr¨¢ulico no se aborda con seriedad en el citado plan.

El Precio del agua sigue sin plantearse con valentia y transparencia. Y ¨¦sta es una de las medidas que permitir¨ªan equilibrar en serio las demandas en los distintos usos del agua.

La imprevisi¨®n economica y financiera en la programaci¨®n de obras del Plan Hidrol¨®gico Nacional es tal que el propio Ministerio de Econom¨ªa y Hacienda ha tenido que dejar constancia de ello en el proceso de alegaciones.

Nos parecen suficientes argumentos para plantearse la aprobaci¨®n de la planificaci¨®n hidrol¨®gica con menos prisa. Si a ello unimos que una gran parte de los regad¨ªos proyectados tienen ya realizadas las obras de los embalses y la red primaria de riego, nos encontramos con que hay un volumen muy amplio de obras programadas sin la menor justificaci¨®n.

El cap¨ªtulo de las obras in¨²tiles, injustificadas y catastr¨®ficas en lo econ¨®mico y en lo social en nuestro pa¨ªs es de tal envergadura que deber¨ªa servir de meditaci¨®n a quienes las proyectaron. Trasvases que costaron 70.000 millones (en pesetas de hoy), y que no pueden trasvasar porque no hay aguas excedentar¨ªas. Presas que se hacen para regad¨ªos que luego no se construyen. Regad¨ªos despilfarradores de energ¨ªa y de agua que s¨®lo sirven para crear zonas de segunda residencia salvajes y especuladoras.

Los ejemplos con nombres y apellidos son tantos que el listado no cabe en estas l¨ªneas.

Los ecologistas, universidad, expertos ambientales, etc¨¦tera, no estamos en contra de las grandes inversiones que tanto pueden preocupar a sectores empresariales y, al Gobierno. Ah¨ª est¨¢ el cap¨ªtulo de la potabilizaci¨®n y depuraci¨®n de las aguas, al que deber¨¢n dedicarse partidas econ¨®micas espectaculares, si queremos que nuestros r¨ªos dejen de ser cloacas y la gente pueda beber sin arriesgar la salud.

Lo que no podemos aceptar es un nuevo discurso sobre los desequilibrios hidrol¨®gicos y la solidaridad h¨ªdrica en cuyo envoltorio se programen obras innecesarias e irreversibles en lo ambiental y en lo social, no estudiadas econ¨®mica y financieramente con seriedad, y que encima sirvan. para trasvasar el agua de zonas, en muchos casos, sin aguas excedentarias, y que sufren subdesarrollo y marginaci¨®n, hacia otras con mayor potencial econ¨®mico.

La guerra desatada en Castilla-La Mancha por la aprobaci¨®n de la Comisi¨®n de Desembalse de un trasvase hacia las comunidades de Valencia y Murcia en la situaci¨®n actual en que se encuentra la cuenca del rio Tajo, es el mejor exponente de la cordura con la que habr¨¢ que abordar en el Plan Hidrol¨®gico Nacional el problema de los trasvases.

El pr¨®ximo d¨ªa 20 en el Consejo Nacional del Agua hay sectores de este pa¨ªs con grandes prisas por aprobar el citado plan. La problem¨¢tica del agua hoy trasciende con mucho a los representantes de ese ¨®rgano. Si el se?or Borrell tiene en cuenta las alegaciones y las consideraciones que en tomo al Plan Hidrol¨®gico Nacional se han hecho dentro y fuera de ese ¨®rgano, deber¨¢ utilizar su poder de moderaci¨®n y persuasi¨®n para encontrar soluci¨®n a los interrogantes no resueltos en su actual formulaci¨®n.

Empecinarse en aprobar este plan, utilizando el paleo de billones, presas y trasvases a los cuatro vientos, podr¨ªa satisfacer a algunos sectores de nuestro pa¨ªs e incluso a los Gobiernos de algunas comunidades aut¨®nomas, pero ser¨ªa el comienzo de una guerra que el se?or Borrell puede y debe evitar haciendo uso de la lucidez que en otros momentos ha demostrado y apoy¨¢ndose m¨¢s en un sector de su propio equipo de Gobierno, que no ve tan claro el Estado de obras, al que conducen las propuestas m¨¢s tecnocr¨¢ticas de los ingenieros del MOPTMA