La corrupci¨®n como delincuencia econ¨®mica
Se?alaba hace unos d¨ªas que los esc¨¢ndalos econ¨®micos y su correspondiente alarma social podr¨ªan tener el efecto cat¨¢rtico de modernizar la ¨¦tica econ¨®mica de los espa?oles. ?se es, por as¨ª decirlo, su posible lado bueno. Pero como es obvio su lado malo es a¨²n m¨¢s poderoso. Hoy pretendo resaltar uno de sus lados m¨¢s perversos: el modo cormo todo ello ha saltado a la prensa ya la opini¨®n p¨²blica, el modo como se est¨¢ resolviendo.Efectivamente, todos los casos han sido descubiertos por la Prensa ante la pasividad de las instituciones, y ni el Tribunal de Cuentas, ni la Fiscal¨ªa del Estado, ni la Justicia, ni la Polic¨ªa, ni el Defensor del Pueblo, ni siquiera el Parlamento, han estado en el origen de su desvelamiento. Se dir¨ªa que las instituciones o no se han enterado o no han querido o podido hacerlo y cuando han actuado lo han hecho arrastradas por los acontecimientos. Desamparo legal que contin¨²a.
Pues eso no es todo lo malo. Lo peor no es que la democracia no haya tomado la iniciativa; lo peor es que, probablemente, es llevada del ronzal. Veamos por qu¨¦. Efectivamente, dejemos ya de hablar de corrupci¨®n o esc¨¢ndalos; se trata de algo tan simple como delincuencia econ¨®mica, de econom¨ªa negra, ya beneficie a un partido, un banco, una constructora o un individuo. Pero esta econom¨ªa (hay cientos de investigaciones que lo demuestran) se sustenta s¨®lo en el chantaje o en la violencia bruta que los actores econ¨®micos ejercen unos contra otros. Ello es l¨®gico. La econom¨ªa delictiva carece de recursos legales; si un pacto no se cumple, no se puede acudir a los tribunales en demanda de protecci¨®n. Quien comienza a operar fuera de la ley tiene que continuar operando as¨ª indefinidamente. El cumplimiento de los contratos se sustenta entonces bajo la doble amenaza de violencia o chantaje.
De modo que, a salvo de acabar en mafias asesinas, los grandes operadores de la econom¨ªa negra han tenido que acumular dossiers unos contra otros y sobre el silencio del miedo al chantaje han tejido nuevos negocios buscando aqu¨ª y all¨¢ (y sin duda obteniendo) amparo pol¨ªtico. Evidentemente esos dossiers son eficaces s¨®lo para amenazar a gente sobre la que se puede tener un dossier. Por desgracia (yo m¨¢s bien pienso que por fortuna), los humanos no somos perfectos y casi todo el mundo tiene algo que ocultar, de modo que basta con buscar pacientemente. Pero a veces sale alguien que no tiene nada o casi nada que ocultar y, como Elliot Ness, pone la mesa patas arriba y el tinglado salta.
Eso es justamente lo que a mi entender hizo Luis ?ngel Rojo el d¨ªa de los Inocentes de 1993, al decretar la intervenci¨®n del gran fraude de Banesto: poner el tinglado patas arriba. Y ese mismo d¨ªa los corruptores empezaron a liberar dossiers contra los antiguos chantajeados. Poco a poco, para que la amenaza surta efecto, pero con constancia y apuntando cada vez m¨¢s arriba, siempre un escal¨®n m¨¢s alto que el desvelado. Y los desvelados acuden entonces a sus archivos negros y desvelan nuevos nombres que generan nuevas revelaciones. Y as¨ª, el juego piramidal del ocultamiento se transform¨® de pronto en el juego piramidal del desvelamiento. En el que seguimos.
De modo que todo hace sospechar que la Prensa no ha sido sino mensajera y transmisora de delaciones que le remit¨ªan los delincuentes. Pero lo m¨¢s preocupante es la conclusi¨®n final de este argumento: que las instituciones est¨¢n jugando el papel que los malvados les han asignado en sus rencillas internas. La democracia y los espa?oles asistimos pasivos, ante la indiferencia o impotencia de las instituciones, a un juego en el que las iniciativas las toman siempre los delincuentes. Ellos hacen sus jugadas y, en gran medida, se responden a trav¨¦s y mediante la Prensa, la Justicia o las comisiones de investigaci¨®n, mientras nosotros presenciamos el la mentable espect¨¢culo de una utilizaci¨®n perversa de todos los sistemas de protecci¨®n institucionales. Es urgente retomar la iniciativa para salir del juego en el que nos han colocado.
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