Bomba antijud¨ªa
BUENOS AIRES se ha convertido nuevamente en el escenario de un monstruoso atentado contra la comunidad jud¨ªa del pa¨ªs. Cerca de una treintena de muertos es la brutal cosecha de este bombazo. En marzo de 1992, una canallada de caracter¨ªsticas semejantes seg¨® la vida de 24 personas en la Embajada israel¨ª de la capital bonaerense. Al d¨ªa de la fecha, nada se sabe de culpables, inductores o implicados en el caso., El presidente Menem ha prometido ahora justicia ejemplar y no dejar piedra por remover para encontrar a los responsables. Ya va siendo hora.Dos comunidades ferozmente contrapuestas hunden profundamente sus ra¨ªces en el suelo argentino, cuya patria fue un d¨ªa la emigraci¨®n. La comunidad jud¨ªa, sionista o no, de Argentina tiene una ra¨ªz antigua. Cerca de medio mill¨®n de hebreos, israelitas, como en muchos casos les gusta llamarse, son argentinos de pleno derecho. Entre ellos han abundado escritores, cient¨ªficos, hombres p¨²blicos. Pero apenas ha habido jud¨ªos en las Fuerzas Armadas argentinas; presidente de la naci¨®n s¨®lo pod¨ªa serlo, hist¨®ricamente, el ciudadano que estuviera bautizado cat¨®lico, y durante la dictadura militar de Videla y sus sucesores la comunidad jud¨ªa sinti¨® que se la singularizaba en ocasiones en la represi¨®n.
Paralelamente, al t¨¦rmino de la II Guerra Mundial, Argentina recibi¨® a no pocos nazis, algunos de ellos de gran notoriedad e identidad camuflada, como el infame Mengele, el doctor de la Muerte del campo de Auschwitz. El r¨¦gimen del general Per¨®n, que hab¨ªa coqueteado con el Eje durante la contienda, jam¨¢s le hizo ascos a la emigraci¨®n de verdugos y criminales de la. Alemania hitleriana.
Ha existido desde antiguo un antisemitismo aut¨®ctono en Argentina, como lo conocemos tambi¨¦n en Europa, pero que es separable de cualquier problema en Oriente Pr¨®ximo. Las investigaciones de la polic¨ªa argentina apuntan, sin embargo, a determinadas responsabilidades de los grupos m¨¢s fan¨¢ticos del universo islamista: miembros de Hezbol¨¢; presuntamente radicados en el sur de Brasil. Ha habido ya vanas detenciones, las de un marroqu¨ª y un iraqu¨ª, aunque no haya ninguna pista clara que permita establecer conclusiones. Las autoridades de Israel, por su parte no han vacilado en se?alar la existencia de una conexi¨®n de esos supuestos terroristas que lleva hasta Teher¨¢n. El Gobierno iran¨ª ha rechazado semejante acusaci¨®n.
El atentado en s¨ª mismo, cualesquiera que sean sus autores, ofrece una oportunidad para que los enemigos de la paz en Oriente Pr¨®ximo, dentro y fuera de Israel, se revuelquen en su vicioso odio. Ning¨²n pueblo, ninguna cultura, ning¨²n Estado de derecho es capaz de impedir que sus nacionales o emparentados traten de asesinar la esperanza. Por eso mismo, cualquier acusaci¨®n ligera o infundada s¨¦ria un crimen pol¨ªtico.
Todo ello hace especialmente urgente que las autoridades argentinas extremen su celo, escasamente presente hasta la fecha, por resolver este y el anterior atentado. Descubrir a los culpables es la ¨²nica forma de no permitir que las sombras oscurezcan el horizonte.
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