Lecciones de Ruanda
Como ha reconocido el relator especial de la ONU, en Ruanda las matanzas no han sido resultado, de un estallido de ira general, sino que fueron programadas y preparadas durante meses desde los c¨ªrculos pr¨®ximos al Gobierno, mediante una campa?a sistem¨¢tica de incitaci¨®n al odio ¨¦tnico y a la violencia, la distribuci¨®n de armas entre la poblaci¨®n civil, el entrenamiento. especial de milicianos y la elaboraci¨®n de listas de personas que hab¨ªa que matar.Todos estos datos ya eran conocidos y fueron denunciados en su momento por algunas organizaciones de derechos humanos y por misioneros que se encontraban en Ruanda, como el catal¨¢n Joaqu¨ªm, Vallinaj¨®, promotor en aquel pa¨ªs del grupo Justicia y Paz, Desarrollo y Ecolog¨ªa, y asesinado a finales de abril por el Frente Patri¨®tico Ruand¨¦s ,(FPR). Se ve¨ªa venir, pero no se puso freno cuando era posible. La prevenci¨®n no sirve para nada si despu¨¦s no va acompa?ada de una respuesta. ?sta es la primera lecci¨®n.
Se ha producido un aut¨¦ntico genocidio (probablemente de medio mill¨®n de personas), y de una intensidad que duplica el logrado por los jemeres rojos en Camboya. Este genocidio no ha sido debido a los enfrentamientos con el FPR, sino a la eliminaci¨®n deliberada de tutsis y de opositores pol¨ªticos (hutus en su mayor¨ªa) por parte de la guardia presidencial, las milicias y la gendarmer¨ªa. El principal responsable del genocidio es ' por tanto, el propio Gobierno ruand¨¦s. Los organizadores de la hecatombe tienen nombres y apellidos, y deben ser detenidos y juzgados de inmediato, y las organizaciones responsables han de ser disueltas de inmediato. Los partidos responsables (MRND y CDR) tambi¨¦n deber¨ªan ser disueltos o transformados completamente.
Los culpables no pueden quedar impunes, y casi cuatro meses despu¨¦s del inicio de las matanzas, ninguno de ellos ha sido detenido porque no hay ninguna orden de b¨²squeda sobre ellos. La comisi¨®n de expertos que estudia las violaciones de los derechos humanos en Ruanda deber¨ªa transformarse en un tribunal internacional que juzgue con prontitud a los culpables de organizar y llevar a t¨¦rmino el genocidio.
Como en Somalia, Irak y otros muchos pa¨ªses, el comercio de armas ha jugado un perverso papel en el drama ruand¨¦s. En los ¨²ltimos a ?os se han producido algunas ventas de armas muy significativas, como las' de China en 1989, Francia en 1991, y de Sur¨¢frica y Egipto en 1992, descubiertas y denunciadas en su momento. Siendo un pa¨ªs tan peque?o y con tanta violencia, cualquier venta de armamento pod¨ªa resultar explosiva, especialmente cuando parte de estas armas se distribuyen a sectores extremistas de la poblaci¨®n civil.
Se ha silenciado demasiado tiempo la colaboraci¨®n de Uganda en los ataques sistem¨¢ticos del FPR en el norte del pa¨ªs, desde 1990. Hay sobradas evidencias de que el Gobierno ugand¨¦s le ha proporcionado durante varios a?os armamento, munici¨®n y apoyo log¨ªstico, Muchos medios de comunicaci¨®n occidentales no se dan cuenta de que participan en la estrategia de desinformaci¨®n y confusi¨®n del FPR, que siempre se ha mostrado muy h¨¢bil en este campo. Aunque el genocidio perpetrado a partir de abril de 1994 ha sido obra y es responsabilidad de los hutus extremistas del Gobierno, no por ello puede quedar impune la actividad del FPR, tanto antes del mes de abril como con posterioridad a esa fecha, puesto que, aunque sea con una magnitud muy inferior, el FPR tambi¨¦n es responsable de ejecuciones, sumarias y de violaciones de derechos humanos.
La estrecha colaboraci¨®n francesa con el Ej¨¦rcito, las milicias y la polic¨ªa de Ruanda es tambi¨¦n significativa, tanto por el entrentamiento, la formaci¨®n de cuadros y la venta de armas realizada. Tienen mucha responsabilidad en la posterior conducta de estos elementos.
El papel de la ONU ha quedado tambi¨¦n en entredicho. Las resoluciones del Consejo de Seguridad han ido siempre con retraso (se tard¨® tres a?os en decidir enviar observadores a la frontera de Uganda), y su insistencia en que se alcanzara un alto el fuego muestra su incapacidad para asumir las aut¨¦nticas coordenadas del conflicto, puesto que la mayor¨ªa de las muertes no han sido debidas a una guerra entre dos frentes militares, sino a la limpieza etnopol¨ªtica llevada a cabo por elementos extremistas.
No deja de ser parad¨®jico que Ruanda sea, en 1994, uno de los pa¨ªses que forman parte del Consejo de Seguridad, como, miembro no permanente, lo que ha dado lugar a situaciones tan lamentables como la producida el 18 de mayo, fecha en que el ministro de Asuntos Exteriores del Gobierno interino lanz¨® ante el Consejo una proclama racista, que s¨®lo fue contestada por el representante de Nueva Zelanda. ?Puede realmente un pa¨ªs como Ruanda, afectado por una operaci¨®n de Naciones Unidas desde 1993, ser un miembro independiente y soberano del Consejo de Seguridad? ?C¨®mo pueden tratar correctamente el problema de Ruanda pa¨ªses del Consejo como Nigeria, cuyos militares tienen preso al civil ganador de las elecciones presidenciales?
Los mandatos concedidos en su momento a la misi¨®n de la ONU en Ruanda eran excesivos para las fuerzas asignadas (crear zonas de seguridad, proteger a los refugiados, vigilar las fronteras, controlar el embargo). Se ampl¨ªan a remolque de los acontecimientos, pero a sabiendas de que no se podr¨¢n cumplir. Para no desacreditar a¨²n m¨¢s a los cascos azules, es necesario ajustar los mandatos de las operaciones de la ONU a la realidad.
La Operaci¨®n Turquesa para proteger a los refugiados creando una zona de seguridad es tambi¨¦n discutible, por cuanto est¨¢ protagonizada por elementos militares del pa¨ªs (Francia) que ha estado apoyando a los responsables del genocidio. Nos muestran las v¨ªctimas, pero no a los culpables, que adem¨¢s pueden protegerse en las zonas seguras creadas por las tropas francesas. Es necesario, por tanto, un esfuerzo coordinado y cooperativo de todas las organizaciones internacionales para restablecer las condiciones de confianza y seguridad m¨ªnimas que permitan el retorno de las gentes a sus hogares y la recogida de las cosechas. El precio de no hacerlo y de mantener a cientos de miles de refugiados en los pa¨ªses vecinos ser¨¢ alt¨ªsimo, tanto a nivel econ¨®mico como humano y pol¨ªtico.
Muchas organizaciones humanitarias internacionales se encuentran de nuevo en las tesitura de tener que socorrer a las v¨ªctimas y, al mismo tiempo, denunciar las causas y a los responsables del conflicto. El dilema probablemente no tiene soluci¨®n a corto plazo, pero deber¨ªa servir para que aumenten su trabajo de sensibilizaci¨®n c¨ªvica y pol¨ªtica
Sobre las causas de estos conflictos y sobre las estructuras que los perpet¨²an. Dado que "no se puede detener un genocidio con m¨¦dicos", es necesario que estas mismas organizaciones no gubernamentales compaginen su labor humanitaria con campa?as a m¨¢s largo plazo de car¨¢cter preventivo (contra el comercio de armamentos, por ejemplo).
Ruanda pone en evidencia la incapacidad de la ONU para evitar con rapidez una fuerza a un lugar con poblaci¨®n amenazada, puesto que los Estados no est¨¢n dispuestos a poner unidades preparadas a disposici¨®n permanente del Consejo de Seguridad. La ausencia de material propio impide a los cascos azules actuar con prontitud en situaciones de emergencia. Entre la recomendaci¨®n del secretario general de enviar m¨¢s cascos azules y la llega da de los primeros blindados alquilados a Estados Unidos pasaron casi dos meses, y a¨²n est¨¢ formar la fuerza de 5.500 cascos azules pedida por Butros Butros-Gali el pasado 13 de mayo. La ONU est¨¢ pagando un alto precio en desprestigio por no disponer de fuerzas puestas a su disposici¨®n permanente, y preparadas para actuar en estas operaciones. Adem¨¢s, el trabajo de los cascos azules en los primeros d¨ªas del conflicto, dando protecci¨®n a personas blancas y extranjeras y dejando de lado a personas ruandesas perseguidas, ha vuelto a dar la imagen de que la ONU es un instrumento al servicio de los pa¨ªses ricos.
La protecci¨®n de los refugiados es totalmente insuficiente. El campo de Benaco ha estado funcionando durante muchas semanas con una media de un solo polic¨ªa por cada 5.000 personas. La ONU deber¨ªa tener unidades policiales especialmente entrenadas y disponibles para la protecci¨®n de los campos de refugiados.
La presencia de cascos azules de antiguas potencias coloniales es siempre peligrosa y normalmente contraproducente. Los belgas no deber¨ªan haber estado en la misi¨®n de la ONU en Ruanda de forma directa, aunque s¨ª deber¨ªan haber ofrecido apoyo log¨ªstico. La posterior presencia francesa forzosamente hab¨ªa de despertar tambi¨¦n recelos por parte del FPR.
Ruanda necesitar¨¢ de un gran apoyo internacional para rehacerse en lo econ¨®mico, en lo pol¨ªtico y en lo social. Pero no deber¨ªan olvidarse las lecciones del caso de Somalia. Una de esas lecciones es no olvidar las complejidades hist¨®ricas y las realidades sociopol¨ªticas de los pa¨ªses africanos. Ni las agencias de la ONU ni los cascos azules pueden imponer soluciones definitivas en las que no participen plenamente las poblaciones afectadas.
En cualquier caso, la soluci¨®n de futuro habr¨¢ de pasar por un proceso de reconciliaci¨®n inter¨¦tnica (empezando por suprimir la identificaci¨®n ¨¦tnica en el carn¨¦ de identidad), por el juicio de los responsables de planificar las matanzas y por el fomento de una educaci¨®n sobre los derechos humanos. En esta direcci¨®n, una vez que se logre estabilizar la situaci¨®n, ser¨ªa oportuno el env¨ªo de numerosos observadores que vigilen el cumplimiento de los derechos humanos en todo el pa¨ªs y la iniciaci¨®n de venganzas organizadas.
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