Excelent¨ªsimos hu¨¦spedes
Las embajadas ocupan los edificios m¨¢s singulares de la ciudad y sus inquilinos son inmunes a la gr¨²a
Tras los muros de cada palacio madrile?o se alberga una Embajada. Otras muchas se instalan en pisos. En su interior rigen otras leyes, flotan aromas diferentes. Son peque?as islas de otros Estados ancladas definitivamente en Madrid: 90 misiones diplom¨¢ticas y 37 consulados de Estados extranjeros, Am¨¦n de numerosas residencias de Embajadores y otros recintos diplom¨¢ticos, tienen aqu¨ª su asiento.Los representantes extranjeros cuentan con inmunidad; los locales que ocupan, instalados en edificios singulares, poseen extraterritorialidad. Son inviolables. Su espacio pertenece al territorio nacional de los respectivos Estados por ellas representados. Pese a estar enclavadas en Madrid -casi siempre en el cogollo elegante de la ciudad-, las embajadas no son territorio espa?ol.
El destino diplom¨¢tico de un embajador en Madrid comienza con la presentaci¨®n de cartas credenciales por parte del embajador del Estado extranjero acreditante ante el Estado receptor. La ceremonia de presentaci¨®n de credenciales ante el Rey, jefe del Estado receptor, que tiene por escenario el Palacio Real de la calle de Bail¨¦n, es una de las m¨¢s vistosas que Madrid- registra. Los embajadores reci¨¦n nombrados, que reciben tratamiento de excelent¨ªsimos se?ores, acuden a palacio en una carroza de la Casa Real, de estilo del siglo XVIII, guiada por palafreneros con atuendo de la ¨¦poca.
Escolta a caballo
El veh¨ªculo va escoltado por el Escuadr¨®n a cabatallo de la Polic¨ªa Municipal, con los jinetes -en casos se?alados- hasta 80 caballeros, con 40 caballos tordos y otros tantos de color canela- tocados de cascos de h¨²sares decimon¨®nicos y uniformes de gala. El Ayuntamiento de Madrid destina partidas presupuestarias especiales para sufragar su cuota en estas ceremonias. Mantiene adem¨¢s un Departamento de Relaciones Internacionales, que realiza contactos con representaciones extranjeras para preparar la organizaci¨®n administrativa de los viajes de Estado y cometidos afines.
Pese a los fastos de la acreditaci¨®n de embajadores, los diplom¨¢ticos destinados en Madrid no se integran con facilidad en la vida de la ciudad. Trabar amistades aqu¨ª no resulta tarea sencilla, pese a algunos t¨®picos dominantes sobre la hospitalidad madrile?a. El desconocimiento de idiomas extranjeros -hasta hace poco muy generalizado en Madrid- y el del idioma espa?ol por parte de muchos diplom¨¢ticos for¨¢neos, son dos de las principales dificultades para la adaptaci¨®n.
La comunidad diplom¨¢tica residente en Madrid se cifra en unas tres mil personas. Comprende a los jefes de misi¨®n, a los miembros de ¨¦sta y al personal diplom¨¢tico, administrativo y t¨¦cnico de las representaciones. Los jefes de misi¨®n est¨¢n autorizados a colocar la bandera y el escudo de su Estado en sus residencias y medios de transporte. Por cierto, a los funcionarios diplom¨¢ticos que cometen infracciones de tr¨¢fico en Madrid o en cualquier lugar de Espa?a, los agentes de la autoridad les imponen multas, pero ¨¦stas no pueden ejecutarse, por mor de los convenios de inmunidad diplom¨¢tica vigentes. Y la gr¨²a no puede con ellos.
Las sedes diplom¨¢ticas en Madrid ocupan inmuebles que, normalmente, son propiedad de sus Estados. Est¨¢n exentas de grav¨¢menes e impuestos, nacionales, regionales o municipales. A menudo, los locales de la misi¨®n diplom¨¢tica son fruto de intercambios de sedes, igualmente singulares, en los Estados acreditantes.
La mayor¨ªa de las embajadas se encuentra concentrada en dos distritos postales madrile?os, el 28001, que corresponde a la zona sur del barrio de Salamanca, con 13 representaciones diplom¨¢ticas, y el 28006, que coincide con el ¨¢rea norte del mismo barrio y que alberga 14 legaciones extranjeras.
El resto se esparce sobre todo por el paseo de las Castellana, con 15 representaciones diplom¨¢ticas, o por barrios prestigiosas, de viviendas o chal¨¦s muy caros, como los de la zona de El Viso, en la parte alta de la calle de Serrano y de la Castellana (Embajadas de Marruecos, Libia, Nigeria y Tailandia) o en el ¨¢rea de Arturo Soria, donde se encuentra el edificio diplom¨¢tico de la Rep¨²blica Popular China y el de Indonesia.
Sin embargo, otros Estados, como Siria y T¨²nez, asientan sus embajadas en barrios m¨¢s populares: la primera, cerca de Atocha, en la plaza de Plater¨ªas de Mart¨ªnez, y la tunecina, en plena glorieta de Alonso Mart¨ªnez.
De las 90 embajadas existentes en Madrid (40 m¨¢s est¨¢n representadas por diplom¨¢ticos residentes en otros pa¨ªses), 36 de ellas se encuentran instaladas en pisos, algunos reducidos, como el de la representaci¨®n paraguaya -en un primero derecha de la calle de Castell¨®- o la entre planta sobre la que est¨¢ instalada la del Principado de M¨®naco, en la calle de Villanueva.
Las hay que se instalaron en calles o avenidas con denominaciones afines al pa¨ªs representado, como la de Cuba, en el paseo de La Habana, o la de la Santa Sede, en la avenida de P¨ªo XII.
Enclaves suntuosos
Entre las embajadas m¨¢s suntuosas, Italia se lleva el palmar¨¦s. La de Suecia ocupa un atildado palacete de la calle de Caracas, siempre con la pintura a punto. Brasil, en la calle de Fernando el Santo, resalta tambi¨¦n por la magnificencia de su edificio, lo mismo que Portugal, en el paseo de la Castellana. La Embajada de Hait¨ª se instala sobre un arbolado Palacio, decadente y oscuro, lleno de enigma, en la calle del General Mart¨ªnez Campos. En la de Estados Unidos, un moderno edificio de ocho plantas sobre la calle de Serrano, rodeado de h¨²medos jardines, puede verse a infantes de Marina norteamericanos izar y arriar su bandera en d¨ªas se?alados.
De las residencias de embajadores, la del jefe de la misi¨®n diplom¨¢tica de Francia, entre las calles de L¨®pez de Hoyos y Serrano, destaca por la amplitud de sus jardines, sus medidas de seguridad y por su belleza. La del embajador argentino sobresale asimismo por su ornamentaci¨®n. Alemania posee un espl¨¦ndido palacio ajardinado en la calle de Fortuny, no lejos del edificio acristalado, de atrevido dise?o, que cobija la Embajada del Reino Unido. Rusia cuenta con un enorme recinto diplom¨¢tico, un edificio de m¨¢rmol y cristal, con fachada a la calle de Vel¨¢zquez, que comenz¨® a edificarse cuando a¨²n exist¨ªa la Uni¨®n Sovi¨¦tica.
Desde muchos de estos recintos diplom¨¢ticos, decenas de representantes extranjeros observaron desde hace siglos el discurrir de la vida madrile?a. Para ello contaron casi siempre con las atalayas de las Embajadas, lujosas excepciones territoriales a salvo de las obsesiones locales, de la usura del espacio y del rigor fiscal.
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