La crisis cierra las puertas de las industrias discogr¨¢ficas a los nuevos grupos madrile?os
Los nuevos m¨²sicos recurren a sus escasos ahorros para editar sus canciones
Panduro, 'Johnny Juerga.... La Banda sin Nombre, Dulce Mar¨ªa, Ejecutores, Manos Sucias, Montana, La Vagoneta, Los Berracos... Son la legi¨®n de grupos de pop y rock madrile?os de los noventa que cada noche curten un poco m¨¢s su piel de cuero en los m¨ªnimos escenarios de los bares madrile?os. Pero que no tienen m¨¢s remedio que hacer su trabajo a espaldas de la industria musical. ?sta ni repara en su existencia, empe?ada como est¨¢ en descubrir sus propios nirvanas, camarones o madonnas. Es la ¨¦poca del "Si quieres un disco, ?te lo pagas!'. La crisis, ya se sabe.
Panduro es la en¨¦sima intentona musical de un veterano, Alfonso Lanteros, y un potente cuarteto de experimentados m¨²sicos, adictos al hard rock, que desde el principio optaron por la autofinanciaci¨®n: "Ni nos molestamos en hacer la ruta de las discogr¨¢ficas. No ten¨ªamos ninguna esperanza de que nos cogieran, as¨ª que nos hicimos un elep¨¦, que nos cost¨® 500.000 pesetas. Sacamos 1.000 copias que hemos ido vendiendo en mano".Las canciones de Panduro, con el duro sabor agridulce de las calles de Madrid, cuentan con el apoyo promocional de fanzines, Radio 3 y emisoras independientes. Panduro mantiene las esperanzas: "Los m¨²sicos saldremos de este hoyo, pero a medio plazo. A ver si es verdad que los de las discogr¨¢ficas salen a buscar talentos a la calle, que ya est¨¢ bien de folcl¨®ricas y cantantes absurdos".
Quienes s¨ª hicieron la complicada ruta por los despachos de los prebostes discogr¨¢ficos son los chicos del grupo Johnny Juerga y Los que Remontan el Pisuerga. El grupo recuerda con resignaci¨®n su complicada aventura: "Pasamos maquetas por 13 compa?¨ªas, grandes y peque?as; pero no conseguimos ni que nos contestaran".
"Un sello de cachondeo"
El cuarteto, con tres discos ya editados y cierto nombre en el circuito, ide¨® un original sistema de leasing: "Hicimos una especie de sociedad, vendiendo acciones a familiares y amiguetes a 20.000'pesetas cada una".
El invento accionarial tuvo sus efectos para ponerse a funcionar. "Al principio era de cachondeo, pero mira... Hemos hecho un sello, en el que hemos sacado nuestro propilo disco y, si la cosa va bien, pensamos sacar a otros grupos", dicen en Johnny Juerga...
Juerga R¨¦cords es la marca creada y en cuanto a sus pretensiones, son humildes y equitativas: "S¨®lo queremos que se reparta el pastel. No s¨®lo por el dinero, sino porque haya m¨¢s m¨²sica. A m¨ª me parece una mentira gord¨ªsima que digan los de las casas de discos que van salir a buscar talentos a la calle. Con 5.000 discos vendidos una compa?¨ªa amortiza. Lo que ocurre es que s¨®lo buscan sacar el m¨¢ximo de dinero. Y para eso, son necesarios los grupos que venden por encima de 10.000 o 20.000 copias" de un disco.
La moda de la reedici¨®n
Patacho, ex Glutamato Ye-Ye, guitarrista e impulsor, junto a Jos¨¦ Mar¨ªa Granados, de La Banda del Otro Lado, sabe bien lo que significa financiarse la propia carrera musical: "Llevamos seis a?os con un disco, que me cost¨® 1.000.000, y lo he pasado por muchas compa?¨ªas, pero nos dec¨ªan que no se fiaban de nuestra continuidad. Ya llevamos siete a?os con La Banda...
Para Patacho, otro mito que la realidad destruye es el de que las discogr¨¢ficas s¨®lo busquen gente muy joven: "Este a?o se lo han llevado Manolo Tena y Los Rodr¨ªguez, que tienen m¨¢s de 30 a?os. En la calle hay muchos sonidos distintos. Montones de grupitos de chavales que no tienen ni para pagarse una maqueta, pero que tienen canciones buen¨ªsimas".
Finalmente, Patacho hace una reflexi¨®n que est¨¢ en la mente de muchos m¨²sicos: "Pienso que a las compa?¨ªas s¨®lo les interesa reeditar discos, para no tener que pagar as¨ª las producciones".
?La muerte del pop rock madrile?o?
Con semejante panorama, no resulta tan impensable la irreparable, p¨¦rdida de lo que parec¨ªa una se?a de identidad de la ciudad: su vibrante vida musical, que tanta envidia produjera en otras capitales espa?olas e, incluso, internacionales. Sin embargo, los m¨²sicos madrile?os tienen m¨¢s moral que el Alcoyano y, debajo de las piedras, contin¨²an saliendo valientes, dispuestos a mantener la antorcha encendida. Dulce Mar¨ªa son los Clash de Chamber¨ª y no est¨¢n, dispuestos a tirar la toalla desde el principio: "En lugar de bebernos el dinero que nos dan por tocar, nos hemos pagado un single, del que se han editado 500 copias, para vender en los conciertos y a trav¨¦s de un apartado de Correos".Estos cuatro admiradores del punk y la nueva ola no se plantean, de momento, la m¨²sica como profesi¨®n: "Creo que s¨®lo cuatro pueden vivir de ella. Adem¨¢s, Madrid est¨¢ cada vez m¨¢s jodida, porque hay pocos sitios para tocar. Adem¨¢s, la ciudad vive demasiado de las modas. Para nosotros, lo importante es hacer lo que nos gusta. Por eso seguimos tocando". Dulce Mar¨ªa no renuncian al vinilo, "para nosotros es muy entra?able", y, dado el ¨¦xito de su iniciativa, parecen animados a continuar con tales m¨¦todos: "Tenemos pensado hacer un elep¨¦ a finales de a?o, pagado por nosotros. En cuanto a los t¨ªos de las compa?¨ªas, s¨ª que salen a la calle, pero a beber. A m¨ª nunca me ha entrado ninguno".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.