La nueva era del laborismo
LA ELECCI?N de Toni Blair como nuevo l¨ªder del Partido Laborista indica una opci¨®n muy clara por la continuaci¨®n de la l¨ªnea modernizadora representada por su antecesor, John Smith, cuya s¨²bita muerte el pasado mes de mayo dej¨® al partido en un estado de desconcierto que a¨²n habr¨¢ de superar. El nuevo procedimiento para designar al l¨ªder del partido -introducido precisamente por Smith- mediante la participaci¨®n de los parlamentarios, de las organizaciones locales y de los sindicatos aumenta, si cabe, el significado de esa elecci¨®n.A pesar de su corto tiempo de mandato, de 1992 a 1994, hay que decir que Smith desempe?¨® un papel esencial en la superaci¨®n de la vieja visi¨®n del laborismo como un partido exclusivamente obrero, partidario de las nacionalizaciones y de un pacifismo radical en temas internacionales. Por otra parte -y es quiz¨¢ una reforma llamada a tener las mayores consecuencias-, Smith fue capaz de cambiar las normas internas de funcionamiento del partido, restableciendo para la designaci¨®n de los candidatos a diputados la norma "un hombre, un voto".
Ello ha significado poner fin al predominio que siempre tuvieron, los grandes sindicatos, que en el Reino Unido, a diferencia de otros pa¨ªses, est¨¢n integrados dentro del partido. El gran acierto de Smith es que supo introducir novedades importantes, en la pol¨ªtica y en la organizaci¨®n, conservando la unidad del partido. Y as¨ª, Blair ha sido elegido como nuevo l¨ªder de un. partido estructuralmente m¨¢s cohesionado. L¨®gicamente, ha tenido contrincantes, y ¨¦stos han defendido sus ideas, pero dentro de una convicci¨®n compartida de que, pasada la elecci¨®n, todos tendr¨¢n que colaborar llegado el momento para dar al laborismo, por fin, un triunfo electoral.
A Blair le espera una labor sin duda dif¨ªcil: es posible afirmar que en el electorado ha primado en gran medida el temor a los dogmatismos propios del laborismo tradicional, temor que ha ayudado a los conservadores a ganar cuatro elecciones sucesivas. Pero lo que el laborismo no ha presentado al pa¨ªs es un programa, un proyecto de lo que se propone realizar si llega al poder. Es una tarea pendiente que John Smith no tuvo tiempo de realizar. Quiz¨¢ a ello se debe que no lograse superar a los conservadores en la ¨²ltima elecci¨®n general, a pesar de que ten¨ªan las preferencias de muchos sondeos de opini¨®n.
Presentar una imagen nueva de un proyecto laborista exige, sin abandonar la preocupaci¨®n por las capas m¨¢s desfavorecidas de la sociedad, responder¨¢ los afanes de los nuevos sectores profesionales, cuyo peso crece: el laborismo no puede ser s¨®lo -al margen de su peso obrero- el partido de los maestros y de las enfermeras, necesita interesar a los profesionales de las nuevas tecnolog¨ªas.
?Ser¨¢ Blair el hombre capaz de dar un salto en el proceso modernizador del laborismo? La amenaza de una nueva marcha atr¨¢s no parece probable. Pero no se trata s¨®lo de elaborar textos que respondan a los tiempos de hoy. La persona del l¨ªder cuenta mucho. Cuando Smith se hizo cargo de la direcci¨®n del partido nadie pensaba que ser¨ªa capaz de demostrar una capacidad de apertura para sacar adelante los cambios que eran necesarios.
Ahora Blair parte sobre una base nueva; tiene ya destruidos algunos de los mayores obst¨¢culos que frenaban el progreso laborista. Para ¨¦l, la principal batalla se dar¨¢ probablemente en el terreno del contacto con los electores. Es un problema de contenidos pol¨ªticos, sin duda, pero sobre todo de imagen. Con este criterio ha sido elegido, y ahora hay que comprobar su eficacia en la acci¨®n.
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